Cada verano, las altas temperaturas no solo incomodan: también pueden convertirse en una amenaza directa para la salud. El golpe de calor es una urgencia médica potencialmente mortal que puede presentarse de forma rápida y, si no se trata a tiempo, desencadenar daños graves en órganos vitales. Afecta especialmente a personas mayores, niños, pacientes con enfermedades crónicas y a quienes trabajan o hacen ejercicio al aire libre.

Pese a su gravedad, muchas personas siguen subestimando el riesgo real que supone la exposición prolongada a temperaturas extremas. Saber cómo actúa el cuerpo ante el calor excesivo, identificar los signos de alarma y aplicar medidas preventivas básicas puede marcar la diferencia entre una recuperación rápida y una tragedia evitable.

¿Qué pasa en el cuerpo durante un golpe de calor?

"El golpe de calor se produce en un individuo que ha agotado sus mecanismos compensatorios y además no es capaz de tomar medidas para enfriar su organismo", explica el doctor Antonio Blanco García, jefe del Servicio de Urgencias de la Fundación Jiménez Díaz, hospital integrado en el servicio público de salud madrileño (SERMAS). "La exposición a unas temperaturas elevadas pone en marcha un mecanismo compensatorio fundamental que es la sudoración. Si seguimos expuestos a un ambiente de calor extremo, la sudoración terminará por agotar nuestras reservas de agua y electrolitos, produciendo un incremento rápido de la temperatura corporal que dará lugar a daños muy importantes en nuestros órganos, como daño renal, hepático, alteración de la coagulación, inflamación vascular y finalmente daño neurológico y posibilidad de un desenlace fatal".

Este fenómeno ocurre cuando el cuerpo, incapaz de disipar el calor adecuadamente, se sobrecalienta hasta alcanzar temperaturas superiores a los 40ºC. A partir de ese umbral, se compromete la función de los órganos internos y el riesgo vital se dispara.

Los primeros síntomas: cómo detectar la alarma

La detección precoz puede ser clave. "El hallazgo más característico del golpe de calor va a ser la alteración del nivel de conciencia en un paciente con una temperatura corporal elevada, habitualmente por encima de los 40º, en el contexto de una ola de temperaturas elevadas", advierte el doctor Blanco.

Esta alteración puede manifestarse como confusión, desorientación, mareo, e incluso pérdida de conocimiento. A estos signos pueden sumarse piel caliente y seca (por cese de la sudoración), dolor de cabeza, náuseas, pulso acelerado y dificultad para respirar. No hay que esperar a que todos se presenten: ante la sospecha, actuar rápidamente puede salvar vidas.

¿Quiénes corren más riesgo?

Ciertas personas son especialmente vulnerables. "Las edades extremas de la vida son más proclives a presentar estos cuadros al tener unos mecanismos de adaptación menos competentes y, en ocasiones, no tener la posibilidad de acceder a fuentes de agua y ambientes aireados. Igualmente, los pacientes con comorbilidades importantes y polimedicados pueden estar más expuestos. También las personas que trabajan al aire libre o los que realizan prácticas deportivas al aire libre en estas situaciones de calor extremo pueden estar potencialmente expuestos al desarrollo de estos cuadros", señala el experto.

Evitar estos factores de riesgo es clave, especialmente para quienes ya están afectados por problemas de salud como la insuficiencia cardíaca o patologías endocrinas.

Recomendaciones básicas para prevenirlo

Las medidas de prevención son sencillas, pero requieren disciplina. "Protegerse en las horas centrales del día buscando ambientes con sombra y aireados con fácil acceso a fuentes de hidratación. Evitar las prácticas deportivas o la excesiva actividad física en las horas centrales del día expuestos al calor", resume el especialista.

A ello hay que sumar una hidratación constante, preferiblemente con agua, aunque en ciertas situaciones también pueden ser útiles las bebidas con sales minerales. El uso de ropa ligera, gorros, gafas de sol y protector solar es también imprescindible. Durante el verano, es habitual que muchas personas olviden también proteger su piel, lo que aumenta el riesgo de quemaduras solares y problemas cutáneos.

¿Qué hacer ante un caso sospechoso?

"Probablemente las medidas más eficaces son enfriar al individuo protegiéndole de la exposición solar y buscando un sitio con sombra y aireado. Humedecer el cuerpo para intentar disminuir la temperatura corporal. Ofrecer hidratación si el nivel de conciencia es adecuado para la ingesta de líquidos sin riesgo de aspiración. Finalmente, avisar rápidamente a los servicios de urgencia extrahospitalaria para que se encarguen del enfermo administrando las medidas que consideren adecuadas y que pueden incluir la decisión de su traslado de urgencia a un centro hospitalario".

La actuación rápida puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia. Es importante recordar que no siempre el golpe de calor es evidente desde el inicio: algunos pacientes pueden parecer simplemente "aturdidos" o somnolientos. En estos casos, no minimizar los síntomas es fundamental.

Un verano más saludable es posible

Las olas de calor se están volviendo más frecuentes e intensas, y esto obliga a reforzar la prevención. Desde la planificación de actividades hasta la protección de personas vulnerables, la responsabilidad es compartida. Las autoridades sanitarias, los servicios de urgencia y los propios ciudadanos deben coordinarse para reducir el impacto de las temperaturas extremas.

El golpe de calor es un ejemplo más de cómo el entorno influye en la salud. Al igual que ocurre con otras condiciones que pueden parecer estacionales, como las infecciones víricas o las picaduras de insectos marinos, la clave está en la prevención.

En este sentido, cuidar el entorno inmediato, planificar la jornada evitando las horas de más calor y prestar atención a los signos del cuerpo puede contribuir a un verano más seguro para todos. También conviene recordar que la prevención del golpe de calor se integra en una filosofía más amplia de salud estacional, en la que también tienen cabida temas como la rehabilitación física en vacaciones o la protección de los mayores ante el calor.

Porque cuando el calor aprieta, cada pequeña acción cuenta. Y saber qué hacer puede ser la mejor herramienta para proteger la salud de todos.