No siempre es fácil ni pacífico, pero a todas las generaciones se les asocian iconos culturales. Marilyn Monroe fue uno en los cincuenta, Lou Reed lo fue en los setenta, Michael Jackson en los ochenta… Los iconos, una idea importada del arte religioso, no nacen, sino que los hacemos, los elegimos por su influencia social y porque en sus creaciones sintetizan el sentir de una época. ¿Quiénes son los del siglo XXI?

La selección de un icono no siempre es inocente ni por consenso. No es creíble que lo que prime en la selección de un icono sea la calidad de la obra, desde los inicios de la carrera de cualquier artista entran en juego docenas de variables que no han de estar necesariamente relacionadas con su obra o su talento: a qué personas conoce, quién -qué editorial, productora, agente- acaba finalmente apostando por lo que hace, en qué momento aparece en el panorama y cuánto de a favor o en contra le está ese contexto concreto. Además, el factor tiempo es aquí es importante para valorar la trascendencia de un posible icono.

Todos podemos serlo

Pero si, aun así, nos empeñamos en preguntarnos quiénes son los iconos culturales de nuestro tiempo, tenemos que asumir el que parece ser el hashtag de la sociedad de la información: el número de personas con acceso no solo a la información, sino a la formación superior, se ha multiplicado y existe más competencia que nunca en cualquier campo o disciplina. Esto no impide que surjan grandes iconos, al contrario, con las nuevas tecnologías y la globalización casi cualquiera puede convertirse en un icono de masas de un día para otro, a base de selfies, canales de Youtube y redes sociales. El problema es que mañana todo el mundo puede haberlo olvidado.

Además, los nativos digitales suelen encerrarse en sus comunidades virtuales, lo cual genera una gran fragmentación, varias subculturas, cada una con sus propios followers. Así, hay iconos mainstream, frikis, culturetas,,.

Series y Avatar

Con todo, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que las series de televisión, que generan gran parte del merchandising de los movimientos fandom de hoy, son, para muchos subgrupos, iconos del siglo XXI. Esa silueta de Mad Men (creación curiosamente basada en los años cincuenta y sesenta), esos personajes de The Big Bang Theory, True Detective y los suyos…

De artes tan populares como el cine y la música también se destilan iconos actuales. En el primero de ambos territorios se puede destacar Avatar, una película de un director, James Cameron, en cuyos títulos siempre subyace la intención de revolucionar el cine, y aquí creó y dotó de resonancia mundial a unas criaturas azules que reactivaron el interés por el 3D y el cine digital.

En área melómana, aunque suele hablarse de la actual como la era de las músicas de fusión, se mantiene el reinado del pop, y podemos designar como icónicos algunos nombres que despuntaron ya en los noventa, como David Guetta o Daft Punk, a los que, en España, se suma el indie como tendencia. Tampoco se pueden obviar las varias voces femeninas negras que, con Beyoncé como adalid, mantienen un pie en listas de más vendidos y otro en las recomendaciones de los críticos.

Harry Potter y Banksy

En literatura, un nombre icónico es, cómo no, Stieg Larsson, cuya leyenda se ha forjado sobre todo porque su imitada saga policíaca Millenium se ha publicado después de su muerte. Y otro, este de ficción, es Harry Potter, de cuya primera aparición en el mercado editorial se cumplen este año dos décadas, y sobre cuyo mundo de fantasía toda una generación habla solo con hipérboles.

En artes plásticas, si buscamos iconos probablemente haya que tirar de archivo, no en vano los artistas más buscados en la red por los españoles siguen siendo Picasso y Dalí. Pero, por su auge, el cómic, los videojuegos (aquí incluidos por sus cada vez mejores acabados) y el arte urbano, con Banksy y su legión de imitadores, podrían transcender como la iconografía de hoy. Ilustrados en un estilo cheguevarizador han estado los revolucionarios de nuestro tiempo, Edward Snowden, Julian Assange, el movimiento Anonoymous, Obama y hasta Manuela Carmena. Será que hay iconos para todos los gustos. O para ninguno.