España sigue soñando con los ojos abiertos. En un emocionante encuentro que mantuvo en vilo a aficionados de todo el mundo, la selección española femenina de fútbol hizo historia al asegurar su lugar en la final del Mundial de Australia y Nueva Zelanda. En una reñida semifinal contra Suecia, las españolas se impusieron con un marcador de 2-1, en un trepidante tramo final coronado por el gol decisivo de Olga Carmona en el minuto 89.

Fueron una decena de minutos de máxima tensión, los que pasaron entre el gol de Salma Paralluelo, de nuevo decisiva, y el decisivo de Olga Carmona, justo después de que Rebecka Blomqvist hubiese repetido la historia de los cuartos de final. Esta vez no hizo falta media hora extra y el fútbol femenino español derribó una barrera que llevaba intentando tirar desde hace tiempo y apoyado en una generación única de jugadoras.

En una hazaña (y una Copa del Mundo) que solamente con el paso del tiempo empezaremos a valorar como es merecido, España logró su boleto para Sidney, donde disputará la gran final el próximo domingo contra el ganador del Inglaterra – Australia. Un pase que representa un hito sin precedentes en la historia del fútbol femenino español y que supone una nueva barrera derribada por parte de una generación maravillosa de jugadoras (tanto las que han ido finalmente al Mundial como las Mapi León, Patri Guijarro, Lola Gallardo o Claudia Pina) que no se cansa de hacer historia y que no parece tener límites.

Y es que, esta victoria (al igual que la de cuartos ante Países Bajos) no es una victoria cualquiera. Como a la postre tampoco fue una victoria cualquiera la cosechada por España ante Italia en la Eurocopa del 2008. Cierto es que todavía queda la gran final para poner el broche de oro a un Mundial histórico y que ni Inglaterra (actual campeona de Europa) ni Australia van a vender barata su piel. Pero también es cierto que esta generación de oro ya ha demostrado que tiene esa aura y corazón de equipo campeón.

Lejos quedan ya los tiempos en los que desde España mirábamos a Estados Unidos o Francia con cierta nostalgia. Y no es para menos, puesto que en menos de una década el fútbol femenino español ha experimentado un auge sin precedentes demostrando que el fútbol femenino ha llegado para quedarse. Un viaje frenético en el que el Mundial Femenino de 2015 en Canadá marcó el inicio de una nueva era. Aquella cita, pese a que España no consiguiera avanzar de la fase de grupos, supuso el primer paso en la senda de la visibilidad y la legitimación del fútbol femenino en el país.

En el Mundial Femenino de 2019 en Francia, la selección española continuó su avance, superando la fase de grupos y llegando a los octavos de final. Fue un torneo que capturó la atención de la nación y consolidó la posición del equipo como una fuerza a tener en cuenta en el escenario internacional. Niñas y jóvenes, que hasta entonces podían haber tenido dudas sobre si el fútbol era para ellas, encontraron en estas futbolistas una prueba tangible de que podían soñar a lo grande en el deporte que amaban.

Cada participación ha contribuido a construir un legado de superación, inspiración y empoderamiento. La experiencia adquirida en cada torneo ha nutrido la evolución del equipo y ha allanado el camino hacia esta histórica final. Más allá de los resultados, estas participaciones en los Mundiales han sentado las bases para un futuro donde el fútbol femenino ocupa un lugar de igualdad y reconocimiento en la cultura deportiva de España y del mundo.

Esto, unido a una apuesta decisiva por el sector femenino por parte del Fútbol Club Barcelona, catapultó al fútbol femenino a una nueva dimensión. España ya comía en la mesa de Estados Unidos. Alex Morgan, Marta Viera da Silva o Megan Rapinoe dejaron de ser estrellas inalcanzables para acabar cediendo el trono a Alexia Putellas. Un trono que ya acechan Aitana Bonmatí o la propia Salma Paralluelo.

Un legado que trascenderá en el tiempo

El legado de este equipo trascenderá el tiempo. Las niñas que observan desde sus casas o desde las gradas se verán reflejadas en estas futbolistas y tendrán un nuevo estándar de grandeza al que aspirar. La importancia de contar con modelos a seguir concretos no puede subestimarse. Estas jugadoras, con su tenacidad, resiliencia y habilidades excepcionales, están abriendo camino para que las generaciones venideras sepan que no hay límites para sus sueños, sin importar el género.

En un país donde el fútbol es una pasión compartida, la selección española femenina ha unido a la nación en torno a un objetivo común. Han trascendido el deporte para convertirse en un símbolo de unidad y esperanza. No solo están compitiendo por un título mundial, sino que también están construyendo un mundo donde el deporte femenino tiene su merecido lugar en el centro de la sociedad. Con cada partido que juegan y cada victoria que celebran, están escribiendo un capítulo inspirador en la historia del fútbol y empoderando a generaciones futuras para que alcancen alturas inimaginables.