El Théâtre du Châtelet puede suponer un punto de inflexión para el fútbol femenino español. Todo el universo balompédico posó sus ojos en el recinto parisino, escenario donde se despejó la ecuación del ganador del Balón de Oro de 2021. Pero de entre los Messi, Benzema, Lewandowski etc, emergió una figura que marcará un antes y un después para el deporte español: Alexia Putellas. La jugadora del FC Barcelona, de 27 años, conquistó el galardón, el primero para el fútbol femenino y el segundo entorchado individual 60 años después del que conquistó Luis Suárez.

La hazaña de Putellas, que ya fue nombrada por la UEFA como mejor jugadora de la pasada temporada, representa el golpe sobre la mesa que necesita el fútbol femenino en España. Una victoria que se produce en plena reivindicación por una profesionalización que esquilme progresivamente las diferencias – no sólo salariales – con sus colegas masculinos.

La temporada de Putellas no ha podido ser más idílica. La centrocampista culé firmó 26 tantos y 23 años en la campaña anterior que impulsaron al FC Barcelona a la conquista de un triplete histórico (Champions League, Liga y Copa de la Reina). Unos logros que fueron reconocidos el lunes en la gala del Balón de Oro, donde se alzó con el entorchado individual.

La mediocampista resaltó que se trataba de un “momento especial”. Visiblemente emocionada, comenzó una retahíla de agradecimientos, desde sus familiares más próximos pasando por “todas las compañeras” con las que ha coincidido a lo largo de su carrera deportiva, hasta llegar al emotivo momento en que dedicó el galardón a su padre. “Esto va por ti, papá, donde quiera que estés”, comentó.

Hacia la profesionalización

Podrían no ser necesarias reivindicaciones verbales ante el poder de la imagen de Putellas junto al galardón que entrega France Football, pero fueron el mejor aderezo para mandar un importante mensaje: "Que crean en las niñas, si sienten que quieren ser futbolistas, que luchen por ello y que trabajen. Todo el mundo tiene la responsabilidad de hacer todo lo posible, para hacer que todas las niñas tengan la oportunidad, sin importar de dónde vengan, su lugar de nacimiento, color de piel o si son hombre o mujer". 

Un poderoso mensaje que converge con una no menos potente imagen que promete impulsar a un fútbol femenino que aún aprende a caminar y tiene mucho por cambiar, sobre todo en materia económica. De los 800 millones presupuestados por el Barcelona, por ejemplo, tan sólo seis se dedican al equipo de féminas. Pese a ser el más alto de toda la Liga Iberdrola, aún le falta para situarse entre los más potentes del Viejo Continente, donde se codean equipos como el Olympique de Lyon (10 millones) o el Chelsea (8 millones).

Como suele decirse, de estos polvos son estos lodos, y las partidas destinadas a las secciones femeninas en el Barcelona – el equipo más potente del país – implican salarios medios anuales que no sobrepasan los 150.000 euros. No todas tienen el mismo contrato ni el mismo rango en la escala salarial, aunque el club es el que mejor prestaciones ofrece por el momento a sus futbolistas. Hay que tener en cuenta, eso sí, que el sueldo mínimo fijado por las instituciones es de 16.000 euros.

Aún están muy lejos de las cifras pomposas que se ofrecen a los jugadores masculinos. Pero este no es el único problema al que se enfrentan las futbolistas, pues tanto AFE (Asociación de Futbolistas Españoles) como la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y el Gobierno de España lideran las conversaciones para cubrir necesidades tan básicas como tener equipos médicos en los clubes.

Sin embargo, las promesas que la ex secretaria de Estado para el Deporte hizo en 2020 no han podido ser cumplimentadas. Las conversaciones se encuentran en stand by, abriendo incluso la puerta a la huelga, y, por el momento, no hay visos de un acuerdo en el horizonte que permita al fútbol femenino español dar otro salto de calidad que facilite el desarrollo del mismo.