Imagínense un majestuoso hotel rodeado de piscinas y palmeras tras las cuales espera la llegada de bañistas una paradisíaca playa de arena fina y agua cristalina.

A priori una estampa que captaría la atención de cualquiera. Ajenas a esta belleza, sin embargo, decenas de familias comparten desayuno entre dibujos de Peppa Pig, videos de youtube y juegos online.

Son varias las mesas en las que, apoyados sobre copas y tazas, los teléfonos silencian las voces de los niños. Los hay de todas las edades, incluso bebés de pocos meses.   

Los especialistas llevan años alertando de la repercusión que sobre el desarrollo de los menores tiene el uso desmedido de las nuevas tecnologías, que “ya está comenzando a ser catalogado como adicción”, explica a ELPLURAL.COM Ana Romero Gómez, psicóloga del gabinete Psicólogos Málaga PsicoAbreu.

 “Aunque se trata de una adicción sin sustancia, los efectos que provoca a nivel psicológico resultan muy similares a los que pueden causar las adicciones comunes, como la de la cocaína”, alerta. “En este caso, se desarrolla un trastorno de dependencia psicológica que provoca problemas para relacionarse, irritabilidad, agresividad (en especial en periodos de abstinencia) y baja autoestima. Pero también aparecen otros como la pérdida de control, los síntomas de ansiedad o la falta de interés por otras actividades”.

Móviles niñera

Detrás del porqué de esta dependencia está inevitablemente la figura de los padres. “El móvil se ha convertido en una herramienta rápida y eficaz para detener una molesta rabieta, distraer al niño o asegurarse de que no se mueve del sitio, y, por tanto, no va a necesitar tanta atención parental”, resalta esta especialista. Sin embargo, para el niño, el móvil acaba transformándose en “la única herramienta capaz de aliviar su enfado o mantenerlo distraído, ya que no tiene la oportunidad de desarrollar otro tipo de estrategias para el manejo de las emociones y el comportamiento”, apunta.

De este modo se limita el desarrollo del niño, pues no crea otro tipo de estrategias para pasar el tiempo, “se generan problemas de comunicación, dificultades para expresar y gestionar emociones y se merman los lazos de unión y apego familiar”, destaca Romero a este medio.  

Por otro lado, el móvil “sobre-estimula el cerebro”, indica, acostumbrándolo a estar siempre activo. “Nunca llega a aburrirse, pero eso impide que se promueva la creatividad y la imaginación, fundamentales en el aprendizaje infantil

Aunque las quejas de los padres sobre la reclamación que sus hijos hacen de este tipo de dispositivos son frecuentes, no hay que olvidar que son ellos mismos los que funcionan de modelo.  “Si paso el día pegado a la pantalla, ¿cómo puedo exigirle a mi hijo que no lo haga? Los padres enseñan, de forma indirecta a los pequeños a necesitar el móvil”, advierte esta psicóloga.

Por este motivo, la información y formación dirigida a ellos es fundamental.

Cómo actuar

En este sentido, esta profesional recomienda:

- Limitar el tiempo de uso (por ejemplo: 40 minutos al día)

- Reorganizar el tiempo para ocuparlo en otras actividades agradables.

- Promocionar el ocio: lectura. puzles, juegos al aire libre, deporte, salidas al campo, la playa o actividades sociales.

- Dar ejemplo: los padres tienen que actuar de modelos de conducta para sus hijos. Tenemos que limitar el tiempo que pasamos junto al móvil nosotros mismos.

- Llevar a cabo las tareas escolares antes del uso del móvil.

Más grave en la adolescencia

Si este tipo de dependencia no se corrige a tiempo, en la adolescencia los problemas se agravan. Con el tiempo, si no se actúa, “podemos encontrarnos un ‘nini’, incapaz de rendir académicamente, que presenta conductas agresivas y no una simple rabieta, problemas sociales, baja autoestima, falta de objetivos o metas y al que no le interesa ni motiva nada más que vivir pegado a la pantalla”, adelanta.

El móvil como premio

Además de ejercer como niñeras, teléfonos y tablets se han transformado también en premios al comportamiento. Como estímulo, a priori, no supone un problema, salvo si “se convierte en el premio estrella que aplicamos de forma sistemática y continuada”, subraya Romero. “En ese caso, el valor que adquiere cobra demasiado poder”,

Los premios deben ser variados y han de aplicarse de forma diversa. “Un día te dejo la Tablet una hora, otro día chuches, pero también deben ser premios frecuentes dejar que pase una tarde en casa de un amigo, llevarlo al cine a ver una película, hacer una excursión o ir a pasar la tarde al parque”, sugiere.

Más accesible y adictivo

Hay familias para las que el móvil, sin embargo, cuando se utiliza para proyectar dibujos animados, no deja de ser igual a una televisión. En este sentido, esta especialista recuerda que la principal diferencia es que el teléfono está disponible las 24 horas del día y en todos los contextos, con un contenido mucho más amplio, incontrolado y a la carta, lo que posibilita “un consumo mucho más intenso y, por tanto, más adictivo”.