Francia, toda Europa y el mundo entero pudo contemplar atónito el terrible incendio que ha devastado este lunes la catedral de Notre Dame en París. Las llamas ya están controladas y la estructura base se ha salvado -aunque a duras penas-. Los bomberos se limitan observar focos residuales y se investigan las causas. El corazón, encogido; pero no es la primera vez que nuestro continente ve arder una catedral de gran valor. De hecho, en España hace poco más de 50 años un incendió causó estragos en la Catedral de León.

Ocurrió el 29 de mayo del año 1966. Era domingo de Pentecostés y una fuerte tormenta eléctrica sacudía León. Uno de los rayos fue a parar a la Catedral, pero era de tal intensidad que el pararrayos no pudo absorberlo.

Según las crónicas de la época, este impacto se habría producido en torno a las 18:30 de la tarde, pero el humo y las llamas no comenzaron hasta que llegó la noche, sobre las 20:00 horas.

La Catedral ardía. La chispa del rayo arrasó toda la techumbre de las naves altas, aunque por suerte las consecuencias no fueron graves y se pudo reparar.

Los bomberos reaccionaron de inmediato. A ellos se sumaron equipos de apagafuegos de la Base Aérea de la Virgen del Camino y los soldados de Almansa. Incluso, equipos de bomberos de provincias limítrofes acudieron.

Pero si hubo alguien que comandó la extinción, ese fue Andrés Seone, encargado de Patrimonio, cantero, tallista y restaurador. Los testimonios de la época aseguran que fue el propio Gobernador Civil el que se lo pidió.

Fueron los propios feligreses que asistieron a una misa del canónigo Fidel Alonso los que comenzaron a oler el humo. Rápidamente se dispusieron a abandonar el edificio, no sin antes evacuar todos los objetos de valor.

Varias fueron las horas que las llamas de la Catedral de León iluminaron aquella noche. El edificio, por suerte, pudo ser restaurado por completo.