Un equipo de científicos chinos ha encontrado los restos fosilizados de un ictiosaurio en la región del Himalaya. Los ictiosaurios eran conocidos como “lagartos peces”, enormes reptiles marinos con aspecto de pez y delfín que evolucionaron a reptiles terrestres y, posteriormente, desaparecían del planeta tierra hace millones de años y de los que solo quedaban vestigios de su presencia en la China de los años sesenta.

Quien ha dado la noticia ha sido el Instituto chino de Paleontología y Paleoantropología al informar sobre el descubrimiento de un ejemplar que data del período del Triásico, es decir, hace unos 200 millones de años. Este hallazgo ha sido encontrado este pasado enero en los condados de Tingri y Nyalam en la región del Tíbet, según recogen diarios como el Global Times.

Se conocen pocos detalles sobre este “coloso marino”. Los únicos descubiertos por el momento apuntan al oeste del continente americano, los Alpes Europeos y el Himalaya, zonas que concentran el estrato marino de la formación Oulong Gongba, relacionada con el Triásico tardío. Si bien, este nuevo descubrimiento se trata del segundo recogido por los 20 científicos chinos del instituto tras encontrar otro conjunto de restos fósiles de reptiles acuáticos. La primera vez fue en 1960, siendo la primera en hallar esta especie.

Los únicos descubiertos por el momento apuntan al oeste del continente americano, los Alpes Europeos y el Himalaya

La valoración de los expertos estima que se trata de un ejemplar adulto formando parte de uno de los gigantes reptiles que vivieron en los océanos durante la época mesozoica, también calificados como “dragones marinos”. Estos reptiles aparecieron mucho antes que los dinosaurios terrestres llegando a medir hasta más de diez metros de largo. Es uno de los primeros vertebrados con mayor tamaño en la historia de la evolución y uno de los animales más poderosos en la jerarquía de la fauna marina del Mesozoico.

Los equipos científicos no solo hallaron estos restos fósiles. Junto al ictiosaurio adulto le acompañaba un ejemplar joven o una especie de ictiosaurio desconocido, pero de menor tamaño, al descubrir varias costillas más pequeñas y delgadas. También fueron catalogados numerosos fósiles de amonitas y moluscos bivalvos.

La aparición de los ictiosaurios alejan el origen de los reptiles marinos

Los ictiosaurios volvían a ser noticia a mediados de marzo cuando un grupo de paleontólogos suecos y noruegos descubrieron que esta especie fue de las primeras en adaptarse a la vida en mar abierto desarrollando una forma corporal similar a la de las ballenas actuales. Esta especie ocupaba la cima d ela cadena alimentaria en el mundo de los océanos, mientras a la luz día en suelo terrestre se encontraba el dominio de los dinosaurios.

De acuerdo con los registros históricos, los reptiles terrestres con patas invadieron entornos costeros poco profundos para aprovechar estos nichos y protegerse de los depredadores marinos. Con el tiempo, estos primeros reptiles ya anfibios mutaron y se volvieron más eficientes dentro del agua con más habilidades bajo el mar, lo que provocó una adaptación en su estructura corporal modificando sus extremidades desarrolladas ya en aletas y una forma similar a la de los peces y a los delfines. Así, se rompía su último vínculo con la tierra porque empezaron a dar a luz sin necesidad de poner huevos.

Las ballenas y los ictiosaurios comparten rasgos comunes en comportamiento

Entre las últimas evidencias científicas respecto a los ictiosaurios también se ha descubierto que estos reptiles migraban periódicamente para reproducirse y tener seguridad al dar a luz, al igual que sucede con las ballenas. “Presentamos pruebas de que estos ictiosaurios murieron aquí en grandes cantidades porque migraban a esta zona para dar a luz a muchas generaciones a lo largo de cientos de miles de años. Eso significa que este tipo de comportamiento que observamos hoy en las ballenas existe desde hace más de 200 millones de años”, explica el paleontólogo del Museo estadounidense del Smithsonian, Nicholas Pyenson.

De hecho, se encontraron evidencias con otras especies en el fondo marino como el Shonisaurus. “Encontrar estos puntos diferentes con las mismas especies repartidas a lo largo del tiempo geológico con el mismo patrón demográfico nos dice que este era un hábitat preferido al que estos grandes depredadores oceánicos regresaron durante generaciones. Esta es una clara señal ecológica, argumentamos, de que era era un lugar que el Shonisaurus utilizaba para dar a luz, muy similar a las ballenas actuales. Ahora tenemos pruebas de que este tipo de comportamiento tiene 230 millones de años