A pesar de que el Real Decreto de 1996 sobre Espectáculos Taurinos especifica que se debe haber cumplido 14 años para ejercer la práctica del toreo, el pasado 7 de mayo, Marco Pérez, de 9 años de edad, puso en pie a los espectadores de un festival taurino benéfico organizado por la Unión de Toreros en la Plaza de Toros de Ávila, donde los beneficios han ido a parar al Banco de Alimentos de Ávila y a la Asociación de Padres, Familiares y Amigos de los Niños Oncológicos de Castilla y León. A pesar de su edad, con consentimiento paterno se puede participar en festejos como festivales o meras exhibiciones. Sin embargo, este hecho crea un debate: ¿resulta ético enfrentar a un menor ante un espectáculo como el toreo? ¿Deben los padres consentir a su hijo participar en un acto del que la ONU pide apartar a los niños por violento?

Silvia Barquero, portavos del partido animalista PACMA afirma que desde su organización política "se rechaza tajantemente todo tipo de espectáculo taurino, más si cabe si son niños los que están siendo sometidos en la tortura de los animales". Además asiente que "se deben educar a los niños desde la empatía hacia los animales ya que si no se hace, el odio puede evolucionar hacia el diferente". Es un hecho que Marco quiere torear y que los padres lo aceptan. Legalmente todo es correcto; sin embargo, Barquero considera que "ante un hecho tan negativo, la responsabilidad es de los padres por fomentar esta práctica. Debería estar institucionalizada la educación de los niños en el respeto a los animales, Además, este hecho es una anécdota ya que los niños no quieren ser toreros. Habría que ver si Marco ha sido educado en valores".

Por otra parte, desde Unión de Toreros, organizador del festival, defienden la figura del niño torero y su participación en el espectáculo. Su secretario, Iñigo Fraile considera que "debemos diferenciar entre la corrida y el formato de tentadero en el que participó Marco. Son dos eventos totalmente difrenciales. Marco participó en una faena con hembras becerras con menos de un año sin efectuar ningún tipo de violencia sobre el animal. Sólo toreó. Es un alumno de la Escuela de Salamanca y su actuación no tuvo nada que ver con las corridas anteriores". A pesar del hecho de que ambos eventos son diferentes, resulta curioso ver a un niño de 9 años pisando la misma arena donde momentos antes habían sido torturados varios animales. Diestros como "El Juli", Andres Roca Rey o Rivera Ordoñez vertieron la sangre que más tarde pisaría Marco Perez. Todo con dos espectadoras de postín: la infanta Elena y su hija Victoria Federica, todavía menor. 

El que fuera Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid, Pedro Nuñez ha sido contundente con este caso: "no se puede poner a un niño de 9 años en riesgo bajo ningún concepto. Aunque Marco haya toreao una becerra, el animal puede golpear al joven torero y producirse un accidente". En cuanto a la figura paternal afirma que "la emoción de los padres no deja ver ciertos riesgos. Se podría llegar a la situación de estar desprotegiendo al niño y la fiscalía crear un expediente que pueda derivar en una posible retirada de la custodia del niño. Además, las leyes del 2015 ponen en énfasis la defensa de los niños ante situaciones de riesgo, sobre todo innecesarias. A veces hay que proteger a los niños de sus propios padres". Pedro Nuñez tambíen ha observado una evolución en la mentalidad de la sociedad española: "Si esto sucede hace 20 años, cuando la cultura de la tauromaquia estaba en voga, habría sido considerado como un hito". Menos mal que los tiempos han cambiado.