Era la Columbia Británica, en 1944. La casa se quemaba, y el escritor Malcom Lowry no se lo pensó mucho antes de lanzarse a las llamas para intentar evitar que sus dos manuscritos más preciados quedaran reducidos a cenizas. Se hizo con uno de ellos, hoy un clásico de las letras americanas con su propia versión cinematográfica dirigida por John Houston: Bajo el volcán, la historia de un cónsul inglés en México. Pero el autor no consiguió rescatar el otro, Rumbo al mar blanco, que concebía como cierre de una trilogía que, al modo dantesco, había comenzado precisamente con el que sí logró rescatar. De propina, además, hasta se le cayó una biga en el pecho, dejándole una cicatriz como triste recuerdo de su creación perdida.
Lowry, que ya estaba bastante alcoholizado por aquel entonces, se hundió aún más en sus vicios, en su depresión. Hay quien dice que intentó reescribir la obra, y no se vio capaz, y otros dicen que no lo hizo.
Llevaba quince años trabajando en el original. Sin embargo, en un giro novelesco, en el año 1988, tras la muerte de la segunda mujer del escritor, la actriz Marjorie Bonner, y mucho después de la muerte de éste en 1957, su primera mujer, la actriz y escritora Jan Gabrial, reveló que conservaba una copia de una primera versión del manuscrito, que entregaría a la Biblioteca Pública de Nueva York, donde estuvo expuesto.

Por fin en castellano

Más adelante se editó en inglés, y ahora, por fin, la editorial Malpaso lo rescata en castellano, con traducción de Ignacio Vilaro. Aunque no es, claro, una versión definitiva del texto de Lowry, que analistas como un grupo de profesores de la Universidad de Ottawa han descrito como el más ambicioso del autor. Una obra inspirada, como es habitual en el escritor, en su propia vida, en este caso en sus años como estudiante de Cambridge con ambiciones de escritor. Además de introspección, el texto refleja la convulsión política en los años de entreguerras, y con ella las propias incertidumbres ideológicas del escritor.