Ser alérgico a las picaduras de abeja, o de avispa, no es algo nuevo. Este fenómeno se conoce desde antiguo y en las paredes de la tumba del rey egipcio Menes, hace casi 5.000 años, ya reflejaron su muerte por la picadura de una avispa.
En España, un 3% de los ciudadanos tiene reacciones alérgicas generalizadas por el veneno que portan himenópteros como las abejas o las avispas y, de sufrir efectos graves, tienen que administrarse adrenalina.
Aunque la tasa de mortalidad es muy baja y se sitúa en el 0,08 por millón, lo que podría suponer entre 3 y 4 muertes al año según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), en la última década los casos de reacciones graves han aumentado un 20%.
Los efectos más comunes tras la picadura de una abeja son urticaria, estornudos, mareos, pérdida de conocimiento, inflamación en partes del cuerpo alejadas de la picadura e incluso la muerte.
Por eso, es fundamental seguir estos cuatro consejos cuanto antes como primeros auxilios:
- Retirar el aguijón cuanto antes, teniendo especial cuidado de no apretar el saco de veneno.
- Acudir a urgencias si se notan síntomas alérgicos como los descritos en la persona que ha sufrido la picadura.
- Usar un repelente de insectos para prevenir las picaduras y, en caso de acercarse una abeja, no intentar espantar o asustarla.
- Para conseguir que se alejen, lo mejor son los movimientos lentos o permanecer lo más quieto posible