Quizá lo mejor sea admitir que no sabemos nada. Que en todos los libros de texto se incluya una advertencia, suspendida en un asterisco, que diga que lo ahí expuesto es solo fruto de las últimas investigaciones. Pero que está sujeto a modificaciones, correcciones o eliminaciones en función de posteriores descubrimientos. Aprenderíamos igual, pero con espíritu crítico.

De cazador a ser social

Porque, por ejemplo, sigue en debate la forma en la que el ser humano pasó de comunidades de cazadores recolectores a organizarse en sociedades y de ahí en estados. Parecía, hasta hace poco, que el paso a los estados más o menos pequeños, fue fruto del asentamiento del ser humano: una forma de organizarse y gestionar los excedentes, o la escasez, de recursos. Y siempre bajo el férreo control de un poder más o menos brutal. Ahora, las nuevas investigaciones ponen en entredicho este esquema. Excavaciones como las del tempo de Gobekli Tepe en Turquía apuntan a un desfase temporal tremendo entre comunidades agrícolas y estados. Los arqueólogos están convencidos de que encontrarán más lugares como este.

6.000 años de desfase

Construcciones que implican la organización de diferentes comunidades en fechas muy tempranas. Entre 12.000 y 10.000 años. Sin embargo, las primeras ciudades estado no aparecen realmente hasta hace 4.000 años, en Mesopotamia.
La teoría de estos expertos es que las condiciones de vida en las pequeñas comunidades agrícolas se fueron haciendo cada vez más duras. Plagas y epidemias diezmaban el número de integrantes, además de que la esclavitud de la cosecha no garantizaba el sustento.
Esto hizo que estas comunidades se fueran agrupando en lugares que garantizaban, por recursos y climatología, unas cosechas mejores. Y la siempre tranquilizadora fuerza del número. Compartir conocimientos y habilidades y desarrollar una estructura social mejoraba las posibilidades de superviviencia. Sin embargo no fue un proceso rápido ni general. Aunque la población pasó de dos millones de humanos en el 12.000 antes de Cristo a 25 millones en el 2.000 antes de Cristo, la gran mayoría de la gente no tuvo contacto con las diferentes formas de estado hasta la Edad Media, y siguió viviendo en comunidades que poco se diferenciaban de las del Neolítico temprano.