La Real Academia de la Lengua (RAE) recoge que el Papa es considerado el “Sumo Pontífice romano, vicario de Cristo, sucesor de San Pedro en el gobierno universal de la Iglesia católica, de la cual es cabeza visible, y padre espiritual de todos los fieles”. Lo primero que hay que destacar es que la máxima persona de la iglesia católica no suele dimitir, lo cual no implica que no pueda hacerlo.

¿Puede dimitir un Papa?

Vamos a empezar explicando esto, porque lo cierto es que históricamente el traspaso de un Papa a otro se ha producido fallecimiento mediante. Así las cosas, queda previsto también cuáles son los trámites a seguir en el caso de que el máximo pontífice del momento decida dejar su puesto, aunque no pueden dimitir ni abdicar. Así las cosas, el Código de Derecho por el que se rige la Santa Sede recoge en el Canon 332 el derecho de un papa a renunciar al oficio, pero “se requiere la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie”.

El ejemplo más claro de esto lo encontramos en Benedicto XVI, quien dejó su cargo el 11 de febrero de 2013 por la “falta de fuerzas” para seguir al frente de la Iglesia. Sin embargo, la suya no fue pionera en la historia eclesiástica. De hecho, uno de los casos más famosos es el de Celestino V, un eremita que había dedicado toda su vida a la oración aislado en las montañas. Su pontificación apenas duró cinco meses, tras los cuales decidió renunciar y volver a su aislamiento dado que no se sentía preparado para ser el máximo responsable de la organización.

Cómo se elige un nuevo Papa

Son varios los días que dura la elección del Papa y da igual en este sentido cuál sea el motivo -es decir, renuncia o fallecimiento-. En cualquiera de los casos se lleva a cabo una reunión de cardenales de todo el mundo en la Capilla Sixtina del Vaticano. El encuentro es lo que se conoce formalmente como Cónclave. Esto es, una reunión de cardenales que deben llevar a cabo un proceso de votaciones.

Así las cosas, la elección del nuevo responsable eclesiástico se lleva a cabo mediante una especie de ‘referéndum’ en el que votan los cardenales más importantes de lo ancho y alto del globo. En este sentido y para ser preciosos, el término hace alusión no solo a las personas que se ocupan en última instancia de decidir quién va a ser el próximo Papa, sino también al lugar en el que éstas lo deciden, y es que son varias las jornadas que permanecen aisladas en una especie de periodo de reflexión.

Asimismo, hay que señalar que los hechos no suceden de un día para otro, sino que el proceso de selección ocupa varias fases -una preliminar, una de votación y una final- y que tampoco hay unos días determinados de duración del Cónclave, pues este ‘aguanta’ hasta que sale elegido el nuevo Papa.

Una reunión bajo llave

El Cónclave se celebra bajo llave, es totalmente secreto y tiene varios aspectos llamativos; siendo el primero de ellos el nombre mismo, y es que la palabra procede del latín y hace alusión a lo que se cierra con llave. Otra cuestión a destacar es que los cardenales que se reúnen no pueden superar los 80 años de edad y que, por supuesto, se mantienen incomunicados durante el desarrollo de los días, en los cuales se proponen diferentes candidatos y se inicia un proceso de votaciones que requiere una mayoría de dos tercios.

Fumata blanca

Seguro que alguna vez has oído eso de fumata blanca. El término se utiliza de hecho en la vida cotidiana para definir que algo ha salido adelante, que se ha dado luz verde a un proyecto o que se tiene permiso para hacer algo.

La expresión viene de aquí y obedece al resultado positivo o negativo de elección de un Papa. Como cada cardenal no se relaciona con el exterior, las papeletas son quemadas y el humo que sale advierte si el acuerdo ha llegado a producirse o no. En casi afirmativo sale la fumata blanca, mientras que si no es así se añade una sustancia resinosa conocida como pez y el humo que que aparece es negro.

Por último, para dar a conocer al mundo que ha sido elegido un nuevo Papa, uno de los cardenales pronuncia “¡Habemos Papa!” en latín –“¡Habemus Papam!” a viva voz desde el Balcón de la Basílica de San Pedro. Cabe además subrayar que el nombre no tieen por qué conocerse de antemano, pues pueden pasar varios días hasta que la opinión pública lo conozca.