La mayoría de las mujeres que viven en municipios de menos de 20.000 habitantes perciben la violencia de género como una cuestión del ámbito familiar y privado y no como un problema social y estructural, según un informe elaborado en 2020 por el Ministerio de Igualdad. La Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR) asegura asimismo que más del 56% de las mujeres maltratadas en este entorno sufren también violencia económica: o bien dependen de su pareja o comparten negocio, lo que supone una dificultad añadida a la hora de denunciar. La media para hacerlo es de 20 años. Si a la falta de independencia económica se añaden las dificultades de acceso a los recursos de atención a las víctimas de la violencia machista, se crea una situación que dificulta enormemente las vías de escape.

La Generalitat Valenciana puso en marcha en 2019 una red de centros de apoyo a la mujer en el ámbito rural, bajo el nombre de Centros Mujer Rural Itinerantes (CMRI), que prestan atención integral y especializada a las mujeres víctimas de malos tratos que habitan en los pueblos más pequeños de la región. En total hay cinco centros, tres de ellos gestionados por CLECE, que cuentan con equipos itinerantes de psicólogas, trabajadoras sociales, abogadas, educadoras sociales y técnicas de integración social para proporcionar asesoría laboral, psicológica y jurídica en las zonas más despobladas de Castellón, Valencia y Alicante. Entre sus funciones, se incluye también la prevención de la violencia de género, así como labores de sensibilización para avanzar en materia de igualdad.

“Dadas las características propias que se dan en los entornos rurales, las mujeres víctimas de violencia y sus hijos e hijas, sufren una problemática específica que se añade a la situación de violencia”, asegura la coordinadora de uno de estos centros, cuyo nombre evitamos mencionar para proteger la seguridad de las mujeres atendidas. En este entorno, el qué dirán o la vergüenza tienen mucho más peso a la hora de denunciar que en los ambientes más urbanos.  Por otro lado, un estudio encargado por la Generalitat en 2017, concluía que en el medio rural hay una menor percepción de la desigualdad y de las situaciones de violencia debido al mayor afianzamiento de los roles tradicionales de género

A la dependencia económica, añade la coordinadora, se suma que “en muchas poblaciones de los entornos rurales, la infraestructura de trasporte y comunicaciones con las áreas urbanas más cercanas son pocas, incluso inexistentes en algunos casos, lo que se traduce en una situación de aislamiento de estas mujeres y en la falta de acceso a otros recursos y/o a oportunidades laborales”. De ahí la importancia de estos centros itinerantes para hacer llegar los recursos a los lugares más recónditos.

Aunque la violencia de género se da en todas las clases sociales edades y ámbitos geográficos, sí cree que “en el entorno rural hay mayor presión social, ya que en los pueblos se conocen todos”, lo que dificulta tanto la denuncia de los posibles casos como el acceso a los recursos de ayuda.

“No existe un perfil de mujer víctima de violencia de género, ya que esta problemática social es transversal a todas las edades, factores socioculturales y situaciones económicas. El único factor en común que mantienen las víctimas es el hecho de ser mujeres”, enfatiza María, psicóloga de uno de los equipos del CMRI. En este sentido, subraya que no se deber recrear ningún perfil concreto “puesto que puede conducir a que otras mujeres que estén viviendo violencia machista la minimicen o justifiquen al no verse identificadas con dicho perfil”.

Asimismo, recuerda que “mujeres de cualquier rango de edad, desde menores a personas de edad avanzada, cualquier nacionalidad y/o etnia, y en cualquier situación laboral, económica y de salud” son susceptibles de sufrir violencia machista.

¿Cómo es el trabajo en un CMRI?

En la Comunidad Valenciana existen cinco centros base (Elda, Yátova, Segorbe, Sant Mateu y Xàtiva), que cubren las comarcas de su entorno. Los profesionales se desplazan a cada población para acercar los recursos a las mujeres que lo necesitan. “El hecho de aproximarnos a las mujeres y a las poblaciones donde residen implica una dificultad adicional en cuanto a preservar el anonimato. Requiere, por tanto, de un trabajo intenso para mantener la confidencialidad de las usuarias y de las profesionales para garantizar su seguridad. Para lograr esa confidencialidad contamos con el apoyo de ayuntamientos, servicios sociales, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, entre otros, para facilitar la discreción necesaria”, nos comenta la psicóloga.

Las mujeres llegan al centro a través de varias vías, fundamentalmente derivadas por profesionales de los servicios sociales de los municipios, oficinas de atención a las víctimas del delito, centros sanitarios o las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. También a través de los teléfonos de atención 24 horas (016 y 900 580 888) e incluso porque la mujer recurre directamente al centro.

Un segundo pilar de la actividad de estos centros lo constituyen las tareas de sensibilización contra la violencia machista y la desigualdad.  Estas actividades se realizan sobre todo en el ámbito educativo, sanitario, fuerzas de seguridad y tejido empresarial, a demanda de las agentes de igualdad de la Comunidad Valenciana. “Impartimos charlas y talleres que contribuyen a visibilizar este tipo de violencia contra las mujeres, sus hijas e hijos, y que ayuden a identificar situaciones que se puedan estar produciendo y que estén siendo normalizadas”, concluye la coordinadora consultada.