Santi es un joven periodista de 24 años que se enfrenta al pago de cerca de 20.000 euros por un máster enfocado en comunicación corporativa con el que acceder, por primera vez, al mercado laboral. Él quería trabajar en una redacción, pero la falta de oportunidades le ha llevado a especializarse en un mundo radicalmente opuesto -la otra cara de la moneda- por aquello de tener más salidas.

Dani es un chaval de 20 años, alicantino, que estudia Turismo y que trabaja sin descanso cada verano detrás de una barra para pagarse la matrícula y la estancia en Madrid. No le llega, y quiere compaginar sus estudios con un curro que le permita llegar un poco más desahogado a fin de mes. “Por el momento, solo he recibido una oferta de un restaurante para trabajar entre 10 y 12 horas diarias, con un día festivo, por 1.200 euros brutos”, relata.

Blanca tiene 24 años y estuvo en primera línea de guerra contra la pandemia en el Hospital de San Fernando de Henares para, ahora, después de los aplausos y los elogios, ver cómo su esfuerzo se ve recompensado con una rescisión de contrato en diciembre de este mismo año.

Esto son solo tres ejemplos de una lista interminable que pone de manifiesto que vivimos una crisis estructural: la tasa de desempleo juvenil en España, según cifras actualizadas de la OCDE, es del 30,6%, solo superada por la de Costa Rica. En la publicación anterior, la que hacía referencia al mes de agosto, la tasa de paro entre los jóvenes era del 31,7% y al cierre del año pasado el dato superaba el 38%.

La reducción es clara, pero no suficiente. Si se compara con las medias de la zona euro, la cifra contrasta todavía más. En la Unión Europea las cifras rondan el 16% y si se hace referencia al promedio que presenta la OCDE la tasa media baja hasta el 10%. No deja de ser sorprendente que la cuarta potencia económica de Europa, como es España, cuente con un 30% de sus trabajadores jóvenes en paro. Ante esta situación, ElPlural.com se ha puesto en contacto con una serie de expertos para examinar tanto la vertiente económica como la psicosocial de este problema endémico que refleja el tejido empresarial español.

“Es una pena y un desastre, y un gran problema para el país y para los jóvenes principalmente por dos razones: primero, porque los jóvenes tienen hoy en día unos sueldos por debajo de los que tuvieron sus padres, lo que supone una gran dificultad para ganar autonomía; y segundo, porque la dificultad económica e inseguridad laboral es una de las causas que provoca que prorroguen el ser padres. Y este segundo problema no solamente afecta a los jóvenes, sino al país en sí: cuando deciden ser padres ya tienen una edad avanzada que genera problemas de biología”, explica a este medio Javier Urra, psicólogo y exdefensor del menor de la Comunidad de Madrid.

El problema se agudiza todavía más cuando se va a una gran ciudad, como Madrid o Barcelona, donde los alquileres se van por las nubes y los jóvenes se ven obligados a pagar grandes cantidades de dinero por una habitación en un piso compartido. Y donde la vida es mucho más cara.

“Tristeza, inseguridad, desazón”

Urra considera que hay que educar a los jóvenes “en el esfuerzo, en la meritocracia y enseñarles que las cosas no son fáciles y que hay que esforzarse mucho”, aunque también apunta que se tienen que hacer “políticas de viviendas, salariales y de otras índoles en favor de los jóvenes”. Del mismo modo, considera que los jóvenes “más preparados, sagaces y con mayor coraje y perseverancia lo conseguirán, aunque es un porcentaje”.

Por otra parte, Urra advierte: “Los jóvenes preparados en España, un porcentaje elevadísimo, está pensando en irse a otro país. Esto quiere decir que tenemos un gran problema y una fuga de cerebros grave”. Este es el caso de Melisa, enfermera que ante la temporalidad de contratos que le ofrecían en España decidió hace seis años irse a Reino Unido, un país que no le gusta en demasía pero que le ofrece unas condiciones de trabajo que considera impensables en España.

El psicólogo es claro en los efectos que esta dificultad para acceder al mercado laboral produce en los jóvenes: “Les entra tristeza, desazón, una gran inseguridad… Siguen estudiando cursos o másteres para esperar mientras lo que tienen que hacer realmente es trabajar. Se quedan en casa de sus padres y ya no tienen edad para ello, lo que genera una situación incómoda para todos”. El mejor consejo que Javier Urra considera que puede dar a aquellos que luchan por conseguir un trabajo es “luchar, convencerse y apostar por lo que les gusta”: “Les diría que busquen ser equilibrados y sanos y que admitan lo que es un trabajo, lo que es un horario y lo que es un jefe”.

El origen de todo

Se trata de un problema endémico y difícil de situar en el calendario. “Este problema no es nuevo, ni del contexto post 2008, en España ya hubo altas tasas de paro juvenil durante las décadas de los 80 y 90, fruto de cuestiones estructurales agravadas por las crisis económicas que se vivieron en esas décadas”, sostiene en declaraciones a ElPlural.com Adrià Junyent, secretario de Juventud de CCOO.

“Este problema, que es endémico de nuestra estructura laboral, se agudizó durante la crisis de 2008 y, desde entonces, no se ha corregido. La primera consecuencia del paro juvenil que sufrimos por entonces fue la fuga de jóvenes formados a países que sí podían colmar sus expectativas laborales”, añade Joaquín Pérez, secretario general de Unión Sindical Obrera, el tercer sindicato con más peso en nuestro país.

Al margen de situar el origen de esta crisis estructural, Pérez pone de manifiesto que las consecuencias a medio y corto plazo son nefastas para nuestro país: “La pérdida poblacional conlleva una crisis demográfica en dos escalas: la generación que se fue y la de sus hijos no nacidos aquí. Y, por otro lado, los jóvenes que se quedaron y que forman parte de ese elevado desempleo no tienen un proyecto de vida, no pueden emanciparse, no están cotizando para equilibrar el sistema de protección social (las pensiones) y afrontan ellos mismos una etapa adulta marcada por la precariedad y una jubilación indigna”.

José Luis Lizcano, economista, director gerente de AECA y secretario de la Fundación Contea, va un paso más allá y apunta al desajuste que se crea por tener un modelo educativo anacrónico y alejado de las necesidades empresariales: “Se produce un exceso de universitarios que tienen poco encaje en el mercado laboral y, por otro lado, un déficit de profesiones relacionados con el desempeño profesional. Existe un desajuste entre lo que la sociedad necesita y lo que la oferta formativa de los jóvenes da. En cuanto a los contenidos pasa lo mismo, lo que se le enseña al universitario en sus cursos no cumple las necesidades de las compañías, hablando por ejemplo de la administración de empresas, que es la que más cerca nos toca”.

¿Y ahora, qué?

El Gobierno ha explicado que los fondos europeos deben servirnos como sociedad para renovar nuestro mercado laboral, actualizarlo a los tiempos y apostar por ser punteros en creación de empleo en sectores emergentes. Preguntados al respecto, los sindicatos coinciden en su análisis: “Es importante apostar por sectores económicos de alto valor añadido que generan empleo de mayor calidad, que además son más resilientes en las crisis, como por ejemplo el sector de las I+D o el sector industrial, siempre desde una óptica de transición verde y justa”, sostiene Junyent (CCOO).

“La legislación laboral debe ir acompañada a su vez de políticas laborales. Y, en este sentido, hay que potenciar nichos de empleo ajustados a la realidad: debemos implantar un sector verde y orientar la formación de nuestros jóvenes a ese campo, pues generará miles de empleos; así como la innovación, ciencia y educación, claves en esta transición hacia un modelo que no sea hiperdependiente de los servicios”, ratifica Pérez (USO).

Sin embargo, el líder sindical apunta a que actualmente “se está promoviendo una medida tan contradictoria como es alargar la edad de jubilación de quienes ya tienen empleo y sus años cotizados para la jubilación, a la par que decenas de miles de jóvenes no pueden acceder al mercado laboral porque no hay trabajo”.

“Debemos retomar la jubilación parcial con contrato relevo que permita a esos jóvenes incorporarse con las garantías que también supone para la empresa el trasvase de conocimientos y experiencia. Asimismo, el contrato de formación tal y como está estipulado no funciona. La formación dual prevista en la nueva ley de FP puede ser una solución, pero quedan muchos flecos por resolver, pues no se puede garantizar de un día para otro un cambio tan grande como es que todos los alumnos tengan plaza segura en un centro de trabajo. Además, debe haber un mayor contacto entre las políticas educativas y de orientación, y las demandas productivas”, añade el secretario general.

El economista Luis Lizcano, además, añade que a fin de solucionar este problema dual (reorientar las prioridades del mercado laboral y replantear el modelo educativo en esta misma dirección) hay que poner especial atención a la puesta en marcha de “programas para generar o promover la contratación de jóvenes a fin de reactivar el mercado laboral”.

¿Es la reforma laboral una solución?

La negociación para acabar con la reforma laboral del PP sigue su curso y se espera que finalice antes de que llegue 2022. Después de numerosas críticas internas en el seno de la coalición por el alcance de la nueva norma regulatoria, parece que al fin se habla el mismo lenguaje en el seno del Gobierno. Sin embargo, la pregunta es clara: ¿va la reforma laboral en la buena dirección para acabar con el desempleo juvenil?

Tal y como explica el secretario de juventud de CCOO, estas cifras de paro joven provocan que “la juventud vea truncado su acceso al mercado laboral, su evolución profesional, tenga que retrasar la emancipación y 1 de cada 3 jóvenes en España esté en riesgo de pobreza o exclusión social”.  Sin embargo, y al margen de puntualizar que “la reforma laboral del Partido Popular desajustó el modelo laboral dando más ventajas a los empresarios y debilitando la negociación colectiva, algo que redujo la calidad de las condiciones de trabajo: más temporalidad, menos salarios, etc”, desde el sindicato mayoritario en nuestro país sostienen que este problema “tiene más que ver con cuestiones estructurales que con una modificación de la legislación”.

Joaquín Pérez (USO) es más duro en su valoración: “No, la nueva reforma laboral son parches sobre otros dos parches. La legislación laboral del, llamémoslo, trabajo en la era digital, debe construirse de cero. Necesitamos una legislación laboral, no reformas de articulado sobre leyes que ya no están apegadas al mundo del trabajo de hoy”.

“El mundo laboral tiene hoy unos retos ligados a la desaparición del centro físico de trabajo, al teletrabajo, a la igualdad, a la digitalización de los puestos… que afectan sobre todo a los jóvenes y que no resuelven las medidas lanzadas. Medidas lanzadas, que no acordadas. El punto principal con el que sí estamos de acuerdo y hemos demandado desde hace años es el contrato indefinido por defecto, siempre que no concurran unas causas reales que justifiquen la temporalidad”, añade.

Es José Luis Lizcano quien pide, al contrario que las dos fuentes previamente mencionadas, tener más en cuenta a los empresarios. Cabe recordar que la patronal no está de acuerdo con ciertas medidas ya acordadas entre el Gobierno, encabezado por el Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz y los sindicatos: “No creo que la mejore. Las empresas están muy preocupadas porque en vez de generarse la flexibilidad, se empiezan a poner de nuevo condicionantes o restricciones por las que la empresa va a tener problema para generar o mantener empleo. La reforma no apunta bien y no solo lo decimos nosotros. La reforma debe ser consensuada y sobre todo que las empresas tengan claro que es una mejoría y no lo contrario”, sentencia.