Junto a la entrada de la palabra ‘Historia’ debería aparecer una imagen de Pau Gasol, aunque bien pensado podría ejemplificar un rosario de sustantivos. Leyenda del baloncesto español, europeo y también mundial. Esta pasada madrugada, nada más y nada menos que Los Ángeles, hogar de una de las franquicias más laureadas de la NBA, rindió pleitesía al que en un pasado no tan lejano comandó, de la mano de su inseparable Kobe Bryant, a los Lakers hacia dos campeonatos. Ha pasado más de una década, pero la espigada figura del pívot de Sant Boi resiste al paso del tiempo. Desde este pasado martes, las gentes que acudan al Staples Center, hoy conocido como Arena Crypto, verán en la viga de la fama el inmortal ’16’ de Pau.

Nadie en España olvidará nunca este 7 de marzo. Una fecha para la Historia del deporte español. Otra más, la enésima hazaña con uno de los protagonistas de siempre. El Staples Center evocó aromas de una época de excelsa brillantez en Los Ángeles. Nueve años han transcurrido desde que Pau Gasol pisó por última vez el parqué del ahora rebautizado como Arena Crypto, pero la impronta que dejó entre los aficionados angelinos resiste la corrosión del tiempo. Desde hoy, el nombre de la leyenda entra al Nirvana de la franquicia más ganadora de la NBA -con permiso de los Boston Celtics-.

“Sólo quiero darles las gracias por hacerme sentir tan especial. Ha sido un honor portar esta camiseta”. Ni las lágrimas del evocador recuerdo de su amigo Kobe, aderezadas con la emotividad consonante al histórico evento, privaron a Pau de encoger los corazones de todos los aficionados al baloncesto, ya sea en Los Ángeles, en Madrid o en Sant Boi. La figura de Pau no es ponderable y su ascenso a los cielos así lo prueba. Su nombre y su dorsal descansarán para siempre Cerca de las estrellas. Elgin Baylor, Wilt Chamberlain, Kareem Abdul Jabbar, Jerry West, Charles Goodrich, Jamaal Wilkes, James Worthy, Shaquille O’Neal, Earvin ‘Magic’ Johnson y Kobe Bryant. Constelación que suma una nueva estrella, la suya, la de Pau Gasol Sáez.

El dorsal de Pau, retirado por los Lakers, junto a los de su amigo Kobe Bryant. Twitter: NBA España.

Kobe, siempre en la memoria

Sus años en Los Ángeles no se explican sin él, el que para algunos entendidos era una fotocopia de Michael Jordan. Kobe Bryant derribo los muros de la vida de un Pau Gasol que aterrizaba en la casa del glamour. Su amigo, su hermano. Por supuesto, su recuerdo no podía faltar en la noche de su coronación como Leyenda. “Me encantaría que Kobe estuviera aquí con Gigi”, destacó el de Sant Boi con un tenue hilo de voz entrecortado por la reminiscencia del mito angelino, fallecido junto a su hija y otras siete personas en un accidente de helicóptero en enero de 2020. Estas palabras obligaron a todo el Staples Center a clamar al unísono el nombre de su desaparecido ídolo.

Esa huella de amistad imperecedera la escenificó Vanessa Bryant, viuda de Kobe, y una persona vital para el catalán. “Pablo, Kobe predijo que tú y él estarían juntos en las gradas”, afirmó la mujer, antes de dar paso a un vídeo de su fallecido marido durante el almuerzo de los Oscar 2018. “La realidad es que no hubiera ganado esos campeonatos sin Pau. Los Ángeles no tendrían esos dos campeonatos sin él”, repitió Kobe al periodista de EFE, Antonio Martín. Los dos hermanos, ahora, vuelven a reunirse en el muro de la fama del Staples Center. Juntos hasta la eternidad.

Tal importancia tuvo Kobe para Pau que, según recordó el jugador español fue él quien lo empujo a superarse y convertirse en el mito que es él. Llegó a Los Ángeles Lakers a mitad de la temporada 2007-2008, disputando sus primeras finales de la NBA en junio de ese mismo año, pero los Boston Celtics de Kevin Garnett, Ray Allen, Rajon Rondo y Paul Pierce truncaron el sueño angelino. En ese mismo año, Gasol rozó con la yema de los dedos el Valhalla baloncestístico. En los Juegos Olímpicos de Pekín, esta vez con la elástica de España, el combinado que entonces dirigía Aíto García Reneses se quedaron con la miel en los labios tras forzar a la inalcanzable Estados Unidos a la extenuación. El oro, a tan solo 11 puntos de distancia.

Tras ese partido, Kobe llevó la medalla olímpica al vestuario, con la intención de que Pau la viera. “Perdiste contra los Celtics, perdiste contra nosotros, vamos a asegurarnos que sean tres derrotas seguidas para ti”, comentó a su amigo en tono jocoso. Tras eso, los Lakers arrasaron en dos finales consecutivas, con un Pau en trance, especialmente en la segunda de ellas, donde se ganó por derecho propio el MVP de las finales que, finalmente, le concederían a Kobe. Era lo de menos. Gasol culminó el camino que abrió Fernando Martín. El pionero, siempre en el recuerdo.

Homenaje de película

Así lo describió un emocionado Gasol, cuando se convirtió en el epicentro de todas las miradas que poblaron el Staples Center en la noche del martes al miércoles. En el descanso del partido que enfrentaba a las dos franquicias de su vida (Los Ángeles Lakers y los Memphis Grizzlies), el pívot tuvo palabras de agradecimiento para el equipo visitante, donde consiguió romper con los moldes y ser coronado como rookie del año en 2002, siendo el primer no estadounidense en conseguirlo. “Ha sido como una película, estoy orgulloso de creer que esto ha sido una muy buena película. Muchas cosas muy buenas han pasado en mi vida”, recordaba emocionado.

Gasol reconoció que se siente corresponsable de los primeros pasos de los Grizzlies, otrora conocidos como Vancouver antes de mudarse a Memphis. Allí aterrizó un bisoño Gasol, que ya dio algunos brochazos de su magnificencia en el Barcelona. Su entrenador entonces, Mike Fratello, tampoco se perdió el homenaje a su pupilo. Su traspaso a Lakers se recuerda como uno de los más fructíferos, además de permitir a su hermano Marc sentar cátedra en Memphis, donde tiene su camiseta retirada.

Los Juniors de Oro

Nadie quiso perderse el ascenso a los cielos de E.T. -apodo acuñado por el no menos legendario Andrés Montes-. Por supuesto, junto a Vanessa Bryant, estaban los padres de la criatura, Agustí y Marisa, sus hermanos Marc y Adriá, su mujer Catherine McDonnell, sus dos hijos, la dueña de la franquicia, Jeanie Buss y el vicepresidente Rob Pelinka. La laker nation copó el pabellón, incluso con caras reconocidas como Adam Sandler o miembros de los Red Hot Chilli Peppers, habituales en los partidos de los angelinos.

Por supuesto, Gasol estuvo franqueado por sus inseparables, esos que pusieron la primera piedra -la segunda, no se enfaden los precursores de Los Ángeles 84- de las décadas de dominio plenipotenciario de España en el baloncesto europeo y Mundial, con permiso de Estados Unidos. Los Juniors de Oro no se iban a perder la unción del mayor talento de la generación: Felipe Reyes, Raül López, José Manuel Calderón y Juan Carlos Navarro. Mitos del basket FIBA que durante estas últimas semanas intentaron “sacarle unas risas” a un Gasol que era poco más que un manojo de nervios.

Emisarios de la mejor generación de baloncestistas de España, columna vertebral de una Selección imbatible e irrepetible, que cambió el curso del deporte en el país, sacándolo a golpe de talento de las lánguidas profundidades de la ignominia noventera. El núcleo de los Juniors de Oro, reforzado con remaches de muchos quilates , dejaron como legado La Familia, lo que hoy sigue siendo un equipo que, a pesar de la pérdida de lustre, no ha cedido su cetro mundial a base de los valores inculcados por este rosario de leyendas. El resultado, dos Mundiales, tres medallas olímpicas (sin contar la plata de Los Ángeles), cuatro Eurobasket, otros cuatro metales en la misma competición y el sustrato para liderar el ránking FIBA.