Paula sube cada mañana al autobús para ir a la universidad. En una mano sujeta una carpeta repleta de apuntes y en la otra un libro, además de unos auriculares y el teléfono móvil. Cansancio acumulado, prisas de ciudad y ojeras plomizas. Mira el reloj y levanta la cabeza. Ya llega su autobús. Mano al bolsillo del abrigo -es temprano y Madrid requiere de capas a primera hora-, monedero y abono transporte.

La joven sube los pocos escalones del vehículo verde, acerca su mano al lector y sonríe al conductor, no más sincera que cualquier día de los últimos tres años, pero sí con una expresión más real, pues a los mil y un artilugios que cada mañana componen su trayecto y ocupan sus bolsillos se le resta uno, imprescindible hasta ahora: la mascarilla: “Cada fin de semana hay conciertos y fiestas con miles de personas y ahí ya no era obligatoria. No tenía sentido que lo siguiera siendo en el metro”.

Las declaraciones de Paula reflejan el pensamiento de millones de personas que utilizan el transporte público cada mañana. Ella pone voz al agotamiento generalizado en declaraciones a ElPlural.com. Lo hace frente al metro de Plaza España el lunes por la mañana, 24 horas antes de que este 7 de febrero de 2023 el Gobierno apruebe el fin de la obligatoriedad de las mascarillas en trenes y buses. Este miércoles, con el dictamen estampado en el Boletín Oficial del Estado (BOE), el objeto dejará de llenar el espacio que hasta ahora llevaba su nombre.

“No es mal momento para dar el paso”

España se encontraba hasta el pasado diciembre entre los últimos territorios de la Unión Europea (UE) en eliminar la obligatoriedad de la mascarilla en el transporte público. Francia, Países Bajos, Irlanda o Hungría lo habían hecho hace tiempo, lo mismo que Portugal, Alemania, o Chipre, algo más rezagados. Hace dos meses, sin embargo, ninguno de los Veintisiete seguía ya en ese barco.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, se refugiaba entonces en los expertos. Algo que a ojos de una buena parte social se consideraba un sinsentido al que, meses más tarde, se le pone remedio: “Ahora no es mal momento para dar el paso, teniendo en cuenta que hemos esperado a ver si se producía algún pico nuevamente grave en Navidad, pero no ha sido así. De hecho, en estos momentos la presión en hospitales es casi mayor por la gripe que por el coronavirus”, señala José Antonio López, catedrático en microbiología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

El también virólogo celebra que la protección que tenemos “por vacunas, contagio o ambas cosas permite mostrarnos optimistas” ante una decisión que, expone, no cree que tenga que volver a ponerse sobre la mesa, al menos mientras el escenario se mantenga estable, a pesar de que “todas las medidas son reversibles”: “El virus va en una dirección muy clara de adaptarse a nuestra especie”.

No todo el mundo celebra la decisión: “Vamos a seguir llevando mascarilla”

Aunque la mayoría de opiniones respecto al punto que entra en vigor este miércoles y que marca casi el final de una etapa son positivas, también los hay que muestran un poco de recelo. Es el caso de dos mujeres de mediana edad a las que preguntamos a las puertas de una oficina de plena Gran Vía de Madrid, a pocos pasos de hasta cuatro bocas de Metro. “Teniendo en cuenta que ya hay mucha gente que no la llevaba…”, dice con sorna la primera. “Pero vamos, que nosotras vamos a seguirla llevando”, acentúa la segunda.

En la misma línea se pronuncia Mario, quien a toda carrera y a pesar de la evidente prisa que lleva se detiene diez segundos con nosotros, sincero y reconociendo que no tenía ni idea de lo que le contamos. Él también desliza que se la va a continuar poniendo.

Sus opiniones chocan directamente con la de Tomás, un septuagenario que camina pausado aprovechando la tranquilidad que la capital le da una mañana en la que la mayoría de la gente está en clase o el trabajo. Él, que perdió el miedo hace tiempo, ve con buenos ojos la decisión de Sanidad, lo mismo que Luis, de mediana edad y quien considera que tenía “poco sentido” llevar la mascarilla en el transporte público cuando “hace tiempo que dejó de ser obligatoria en tiendas y otros lugares públicos”.

Este batiburrillo de impresiones evidencia que, más allá de que una parte importante de la sociedad ha recibido con los brazos abiertos el anuncio, también hay un lado que se ha acostumbrado a la medida preventiva, sobre todo en función del lugar y el momento. Así como que hay más de un despistado que todavía no sabe lo que pasa este miércoles. En esta línea, nuestro experto en la materia subraya dos términos: pedagogía y responsabilidad.

“Pedagogía” y “responsabilidad"

Hay un problema en todo esto, y es que no se está dando alternativa a la no obligatoriedad de no llevar la mascarilla. Es decir, se tiene que hacer pedagogía desde las instituciones y los medios de que, todavía en hora punta en los medios de transporte, es una buena herramienta de protección, sobre todo teniendo en cuenta que la edad media que viaja en ellos es mayor que la que se mueve en los lugares de ocio”, explica.

“Nos hemos acostumbrado a la falta de comunicación: pasó durante el confinamiento, con los primeros lugares en los que se quitó la mascarilla…”, añade a la vez que deja claro que “somos todos mayores y conscientes de que ésta es una buena herramienta que nos puede proteger en momentos puntuales”.  Pone para ello un ejemplo muy esclarecedor: “No es lo mismo no llevar una mascarilla en el Metro de Madrid a las ocho de la mañana un lunes, que no hacerlo a las cuatro de la tarde de un domingo”.  

No es lo mismo no llevar una mascarilla en el Metro de Madrid a las ocho de la mañana un lunes, que no hacerlo a las cuatro de la tarde de un domingo

Como colofón final, el catedrático en microbiología de la UAM lanza un aviso a navegantes: es necesario aprender de lo vivido: “Es el momento de mirar más a otras posibles pandemias y dejar claro que las medidas que utilizamos contra el SARS-CoV-2 se tomaron en 1918, en la mal llamada gripe española, y tener muy presente que nos protegen, que funcionan”.

Lugares en los que sigue siendo obligatoria la mascarilla

Eliminar la obligatoriedad de la mascarilla en el transporte público es un alivio para todos, sobre todo para los más olvidadizos que tenían un cartel en la puerta para cogerla cada mañana. Aún y con todo, ni siquiera ellos deben borrar de su vida la que ha sido nuestra fiel compañera desde 2020, ya que sigue siendo obligatoria en estos dos lugares:

  • Centros sanitarios de cualquier índole: centro de salud, hospitales, farmacias…
  • Centros sociosanitarios: residencias de mayores, centros de día…