Adán Aliaga (San Vicente del Raspeig, 1969) es perro viejo en el mundo del cine y los Goya. Ha estado nominado nada menos que tres veces -cuatro, con la presente- algo que él mismo reconoce, ya es “un éxito en sí mismo”. “Hoy en día la revolución tecnológica te permite justamente esto, optar a los Goya con algo que has hecho con un equipo más propio”, aplaude.

En esta última ocasión prueba suerte con La Gábia, un cortometraje made in la terreta que sirve de homenaje a sus padres con un argumento “aparentemente sencillo”, pero que guarda un gran significado tras de sí, desde el paso del tiempo unido a la vejez y la experiencia que ésta otorga hasta el amianto, material que provocó un cáncer a su padre.

De ahí que la primera idea del cineasta a la hora de realizar el trabajo motivo de la siguiente entrevista fuera que sirva de homenaje a sus padres y que quien lo vea piense en los pequeños detalles y valore los pormenores del día a día, como la paella de los domingos o las pequeñas anécdotas que transportan a personas, lugares o momentos.

Precisamente, esa sensibilidad que Aliaga nos muestra es más que suficiente para entender que el objetivo por el que le gustaría conseguir el premio pasa más por la visibilidad de otros que por la suya propia: “No es una película comercial, por lo que no tenemos tanta difusión, lamentablemente. Es verdad que ha salido en RTVE, que se ha emitido en festivales, ganado premios… Si ganáramos el Goya igual llegaría a los telediarios, se hablaría más a nivel nacional… pero estamos en eso. Independientemente de la repercusión, mientras haya amianto en este país hay que seguir denunciándolo y contando historias”.

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PREGUNTA (P): Siempre que hablo con alguien que ha trabajado en cortometrajes y largometrajes le pregunto lo mismo: ¿qué diferencias o dificultades encuentras entre uno y otro formato?

RESPUESTA (R): Bueno… al final tienes que contar igualmente una historia. Evidentemente, sabemos que un largometraje está sujeto a otras reglas, hay que financiarlo con un presupuesto más complejo, pero a la vez puedes experimentar más cosas… Yo siempre digo que el cortometraje no es un puente hacia el largometraje, sino un género en sí mismo, con su propio lenguaje y sus propios códigos.

Este corto en concreto se ha gestado de una forma aparentemente sencilla. Se trata de algo más personal, o doméstico, si se prefiere. Hoy en día la revolución tecnológica te permite justamente esto, optar a los Goya con algo que has hecho con un equipo más propio.

P: El tema principal del corto es el amianto. ¿Por qué has querido destacar un problema que, por otro lado, sigue muy presente en la actualidad?

R: Efectivamente, el amianto está muy presente y sirve un poco como hilo conductor por partes, pero yo prefiero decir que el corto tiene varias capas. Es decir, no creo que el amianto sea tanto el tema principal, pero sí quería denunciar esta problemática, no desde la protesta social, sino incluida en la historia de convivencia de mis padres, de dos persona que han pasado toda su vida juntos y han experimentado miles de situaciones. Está marcado todo ello, eso sí, por ese episodio, ese sufrimiento y esa conversación sobre los problemas de su cáncer.

Me baso en su historia real para referirme a un problema que sigue muy presente. No hay más que mirar a los tejados de cualquier pueblo o al suelo mismo para encontrar este material… Pero en lo que me quería fijar, en definitiva, era un poco en sus vidas a través de un domingo cualquiera de paella y del canario, muy simbólico también.

P: Vamos a ir desgranando todo esto, pero me gustaría insistir en el asunto del amianto. ¿Cómo lo vivisteis tú y tu madre, que aparece también en el corto?

R: El problema está en que si tú (ahora) eres consciente de que un material te va a matar, no trabajas con el 40 años; pero la gente que manejaba el amianto en los años 60 sabía de su problema, pero se seguía haciendo amianto.

Yo he estado en esa fábrica y he jugado junto a mis amigos con tubos de amianto. Nunca he visto un control se seguridad, ni usar máscaras… Entonces era distinto, pero convivir con ello nos genera esa sensación y angustia de no saber lo que va a pasar. Sigue habiendo afectados, y seguirán saliendo en los próximos años.

Gracias a Dios mi madre y yo tenemos salud, pero hay mucha gente que ha fallecido en mi ciudad, en España, en Europa y en todo el mundo. Así que este trabajo es también un homenaje a ellos.

Entonces era distinto (...) Yo he estado de niño jugado junto a mis amigos con tubos de amianto

P: ¿Has notado desde que hiciste el corto que gente afectada por lo que aquí hablamos se detiene contigo y te agradece haber visibilizado el problema?

R: Bueno… no es una película comercial por lo que no tenemos tanta difusión, lamentablemente. Es verdad que ha salido en RTVE, que se ha emitido en festivales… pero no hay una difusión más allá. Si ganáramos el Goya igual sí, porque llegaría a los telediarios, se hablaría más a nivel nacional… pero estamos en eso. Independientemente de la repercusión, mientras haya amianto en este país hay que seguir denunciándolo y contando historias.

P: ¿Qué crees que pensaría tu padre si viera este corto?

R: No sería la primera vez. Él ya vio y salió en otras cosas que he hecho. No le gustaba demasiado el cine, pero estaba orgulloso de que su hijo hiciera películas. Creo que se emocionaría y me ayudaría a que llegara a más gente. Mi padre estuvo luchando en una asociación por los derechos del trabajador y todos los de su grupo han fallecido por el problema del amianto.

Mi padre estuvo luchando en una asociación y todos los de su grupo fallecieron por lo mismo (...) Es un problema que afecta en todo el mundo y hay que seguir denunciándolo

P: La producción invita también a pensar sobre cuestiones como la vejez. ¿Cuál es tu reflexión sobre el paso del tiempo?

R: Hay muy pocos trabajos que se fijen en las personas mayores, en un matrimonio que llevan toda la vida, prácticamente, juntos. Los pequeños detalles, los pormenores del día. De hecho, nosotros nos centramos en uno de éstos -la anécdota del gato que se come al canario y cuando mi padre le enseña otra vez a cantar- y a partir de ahí contamos pequeños momentos de su matrimonio.

Me habría gustado poder haber hecho algo más largo y ojalá haya más películas sobre la vejez. Nosotros seguiremos contando historias de personas con vivencias y un nivel de experiencia que nos pueden enriquecer por su edad.

P: El corto queda claro que es un homenaje a tus padres, pero también hay guiños a tu tierra. El ejemplo más claro es la paella. ¿Es también un homenaje a tu tierra?

R: Más que a la tierra, es que mi padre estaba muy vinculado al campo. Él trabajó en la fábrica, pero podría haber sido un campesino. Es más, su sueño era tener una casa de campo con su huerto, sus animales, etc. Esa conexión con la tierra la hemos mostrado también en el trabajo con lo que mencionas.

En Valencia los domingos son muy de paella. De algún modo es una historia muy local, pero lo que hace mi padre coincide con lo que hacen muchas familias de la Comunidad y de toda España; y con esas pequeñas cosas a las que hacíamos alusión.

Me habría gustado poder haber hecho algo más largo. Ojalá haya más películas sobre la vejez y los pequeños detalles del día a día

P: Te tengo que preguntar por lo que ha pasado en los premios Feroz, ¿qué opinión te merece?

R: Lo siento mucho, pero no sé lo que ha pasado porque estoy enclaustrado escribiendo.

P: El productor Javier Pérez Santana ha sido acusado de agresión sexual por la actriz Jedet.

R: De verdad que no tenía información, pero la Justicia está para estas cosas y yo creo en su actuación en temas delicados como éste.

*Cabe subrayar, llegados a este punto, que esta entrevista se realizó apenas unas horas después de los premios Feroz

P: Por último, has ganado numerosos premios y has estado nominado varias veces a los Goya. ¿Crees que esta vez va a ser la definitiva?

R: Ojalá (risas), pero los Goya no son un premio al uso. Quiero decir, en un festival tú vas, a la gente le gusta… pero aquí funciona de otro modo decide la Academia de Cine.

Sabemos que es muy complicado. Nosotros hemos hecho la labor de hacer el corto e intentar que llegue a todo el mundo; luego no hay una obligación de ver los cortos ni votarlos… Ojalá lo ganemos, pero lo importante es disfrutar de esta nominación, que ya es un éxito en sí misma.