El 17 de enero de 1996 José Antonio Ortega Lara, un funcionario de prisiones del Centro Penitenciario de Logroño, fue secuestrado por ETA en el que, hasta la fecha, es el secuestro más largo perpetrado por la banda terrorista. Ortega Lara estuvo 532 días encerrado en un zulo en ínfimas condiciones hasta que fue liberado la madrugada del 1 de julio del 97. La víctima, militante del PP, se convertiría años más tarde en uno de los símbolos de Vox contra las políticas del PP y del PSOE con ETA. De hecho, este funcionario es uno de los fundadores del partido de extrema derecha junto a Santiago Abascal.

Ortega Lara, antes de convertirse en la punta de lanza de Vox se presentó por el PP a la alcaldía de Burgos cerrando las listas de forma simbólica. Pero, aunque había estado afiliado al partido desde los años ochenta, finalmente dejó la formación política y fundó con otros expopulares Vox.

Conservador hasta la médula, no dudó en criticar a Pedro Sánchez cuando acudió a la inauguración del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo. El presidente se fotografió en la réplica del zulo donde Ortega Lara había estado encerrado y, éste contestó que Sánchez es "un presidente que ha humillado mucho a las víctimas, que ha estado beneficiando a los terroristas y que gobierna con el brazo político de los terroristas”.

Pero no solo se ha mostrado contrario a las políticas antiterroristas. El exfuncionario de prisiones dijo, sobre la ley de la eutanasia, "quién nos libraría de ser eutanasiados cuando seamos mayores porque ya no somos útiles o suponemos mucho coste para la sanidad" o "no es aceptable que otras personas decidan quién debe vivir y quién debe morir".

Y en un discurso llegó a decir sobre el derecho al aborto que los 95.000 abortos de 2018 en España eran "una pérdida irreparable", tras lo que aseveró de que si esos embarazos hubieran llegado a término habría "cientos de miles de familias deseando adoptar a esos niños". Es más, consideró contradictorio que “se esté financiando para que se aborte y financiando a los inmigrantes para que vengan a España".

Pero antes de su salto a la política, primero con el PP y posteriormente con Vox, su caso y posterior rescate in extremis se convirtieron en uno de los mayores hitos de la lucha antiterrorista. De hecho, el golpe asestado a la banda fue tan duro que tan solo diez días después secuestraron y asesinaron al concejal del PP de Ermua, Miguel Ángel Blanco, como represalia a la liberación de Ortega Lara.

Sin noticias de Ortega Lara

Sin noticias de Ortega Lara durante meses, no fue hasta diez meses después de su secuestro, en noviembre de 1996, que los miembros de la Guardia Civil encontraron la primera pista de peso para localizarlo.

Ese mes fueron detenidos José Luis Aguirre, 'Isuntza', y Julián Atxurra, 'Pototo'. Entre la ingente documentación que se les encontró había una anotación que fue el primer hilo de esperanza del que tirar: «16-7. Cita a las 12 horas. Playa Tarnos con Bol. Patrice. Ortega». Pero como sucedía en aquellos años, cada miembro de ETA anotaba los datos con particularidades que hacían muy difícil saber de qué se hablaba. Fueron meses de indagaciones. Se dieron muchos palos de ciego hasta llegar a la nave industrial de Mondragón donde la banda terrorista retenía al funcionario de prisiones.

Fue gracias a una segunda anotación realizada por ‘Pototo’ que se pudo estrechar el cerco: «5k a Bol». Los agentes sabían que hablaban de dinero, pero ¿quién era Bol? Así, pese a las nuevas pruebas, los miembros de la Guardia Civil volvían a estar a ciegas. Con paciencia se fueron descartando nombres, miles de nombres, hasta llegar a uno: Josu Uribetxeberria Bolinaga. Ese fue el principio del fin de la pesadilla.

Una vez tuvieron centrado a Bolinaga, la prioridad era montar un dispositivo de seguimiento que no levantara ninguna sospecha en Arrasate, ya que si eran descubiertos podía significar la muerte de Ortega Lara. Se hicieron seguimientos y un movimiento en especial llamó la atención: la entrada de gente en la nave industrial con comida que, posteriormente, se iban a comer a un bar. No era mucho, pero era muchísimo más de lo que habían tenido hasta ese momento.

Así, el 30 de junio 300 agentes se presentaron en esta localidad vasca para realizar diversos registros simultáneos y tratar de encontrar a Ortega Lara con vida.

Nadie se esperaba la larga noche de desesperación que tuvieron que vivir tanto los agentes de la Guardia Civil como la comitiva judicial encabezada por el entonces magistrado de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, hasta que consiguieron encontrar a Ortega Lara.

Sánchez Corbi contra Bolinaga

Cuando se puso en marcha el dispositivo, el coronel de la Guardia Civil, Manuel Sánchez Corbi, decidió que llevaran a Bolinaga a la empresa en la que creían que estaba José Manuel Ortega Lara. Sin embargo, Bolinaga no colaboraba. No decía nada y la desesperación comenzó a apoderarse de los presentes hasta tal punto que el juez Baltasar Garzón dijo que retiraban el dispositivo. Sánchez Corbi se negó, y aquella negativa supuso encontrar a la víctima.

Los agentes rastreaban centímetro a centímetro todo el interior de la nave industrial. Nada. Uno de ellos vio que una máquina había dejado arañazos en el suelo y vio una especie de interruptor. Y otra vez fue Sánchez Corbi quien consiguió que Bolinaga finalmente se derrotase y explicase cómo funcionaba el mecanismo de apertura.

Cuando retiraron la máquina llegó el momento más tenso. Un Guardia Civil bajó al zulo de 2,5x3x1,8. El silencio reinó entre los presentes hasta que dijo que Ortega Lara estaba allí. El funcionario de prisiones había perdido 23 kilos y masa muscular. Estaba tan deteriorado que ni su hijo le reconoció al verle. Pero, pese a todo, la historia del secuestro más largo perpetrado por ETA tuvo un final feliz.