Apalear a animales, lancear, colgar, prender fuego a partes de sus cuerpos o arrancárselas, lanzarlos desde alturas o al agua… son sólo algunos de los motivos con los que todavía muchos pueblos de España celebran sus fiestas y honran a sus patrones.

El verano, del que ya casi nos despedimos, es época de fiestas. Con ellas, los pueblos vuelven a llenar sus calles, se engalanan y sacan sus tradiciones más ancestrales para que todos los habitantes y visitantes se unan en celebración. Pero con ellas también llegan costumbres en las que muchas veces se disfruta a costa del sufrimiento de un animal.

Desde el conocido toro de la Vega, pasando por aquellas en las que se prende fuego a los cuernos de los toros, se persigue o burla alguna baquilla hasta su muerte; hasta llegar a otras más desconocidas en las que se aúna religión y maltrato animal. Son muchos los ejemplos.

Las asociaciones animalistas y partidos como el PACMA llevan años denunciando estas formas de festejo exigiendo su fin y recordando que no hace falta comportarse como bárbaros, olvidarse de los derechos de los animales y de que ellos también son seres vivientes, para divertirse. Aunque algunas de estas fiestas ya son parte del pasado, pues muchos pueblos han evolucionado en sus tradiciones dejando a un lado a los animales, nuestra geografía sigue repleta de fiestas en las que se les maltrata.

Repasamos algunas de las fiestas más crueles encontrando ejemplos a lo largo de todo el año.

El toro de la Vega

Puede que esta sea la celebración más conocida donde se maltrata a un animal. En Tordesillas, desde hace demasiados años y pese a cientos de polémicas, denuncias e incluso altercados con los animalistas y la prensa, se sigue celebrando el toro de la Vega el segundo martes de cada mes de septiembre.

Consiste en perseguir a un toro por el campo, montado en un caballo, a pie o incluso en coche, para lancearle y matarle con gran sufrimiento, pues son atravesados por las lanzas.

Sus defensores aseguran que esta fiesta es una tradición del siglo XV, pero se olvidan de que en los últimos años del Franquismo se llegó a prohibir y que no fue hasta la llegada de la actual Democracia cuando se recuperó. Eh ahí la ironía. 

En junio de 2016, las Cortes de Castilla y León convalidaban el decreto-ley aprobado por la Junta para prohibir la muerte en público del Toro de la Vega de Tordesillas (Valladolid). Sólo su muerte en público. 

Tiro, arrastre y maltrato de caballos

Una de las últimas denuncias de PACMA nos lleva hasta Valencia. Allí, el partido animalista a documentado que en varios de sus municipios se celebran fiestas en las que se maltrata a caballos dándoles fuertes golpes en el hocico, la barriga, los testículos mientras arrastran grandes pesos. Son las competiciones de Tiro y Arrastre.

PACMA ha presentado varias denuncias ante la Generalitat Valenciana y el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte por el “maltrato sistematizado” al que son sometidos los caballos en las exhibiciones de tiro y arrastre. Esta formación denuncia que el Gobierno de Generalitat Valenciana ha subvencionado a la Federación de Tiro y Arrastre con 9.000 euros. “Es vergonzoso que un gobierno que se autodefine como progresista y sensible al maltrato animal siga subvencionando una forma evidente de abuso hacia los caballos, lo cual demuestra una vez más que para los animales todo sigue igual a pesar del cambio político”, alegan.

Tal y como explica el PACMA, el deporte del Tiro y Arrastre consiste en someter a uno o varios caballos a arrastrar por una pista de arena un carro cargado de sacos que puede llegar a pesar más de 3.500 kilos.

El toro de San Juan

En Coria (Cáceres) cuando llegan las fiestas de San Juan lo celebraban usando a un toro como una especie de diana para dardos.

La fiesta constaba en ir persiguiendo al animal para dispararle los llamados “soplillos”, unos alfileres gruesos que iban llenado casi la totalidad de la piel del toro. Al terminar, el toro era ejecutado con un tiro.

Aunque esta es una de las celebraciones que ha ido evolucionando, no puede salir de esta lista pues se sigue persiguiendo al toro hasta que se le pega un tiro para que muera. 

Batalla de ratas muertas

Nuestro repaso continúa en Puig, en Valencia, donde cada último domingo de enero se produce la conocida Trencà dels perols. Dicho de otro modo, una verdadera batalla campal en la que los quintos se lanzan ratas muertas.

Primero hay que cogerlas y apalearlas hasta su muerte para luego empezar a lanzarlas y, así, protagonizar posiblemente la fiesta más asquerosa de nuestro país.

Tras múltiples denuncias y polémicas, se decidió sustituir las ratas por peroles con dulces y confetis para que, al romperlos, fuera eso lo que callera sobre los participantes. Pero la tradición acabó mandando y en alguna que otra celebración se han vuelto a ver ratas volando y chocando contra la gente. 

El apedreamiento de Judas

Seguimos con Robledo de Chavela, en Madrid, para hablar de el apedreamiento de Judas. Cada Domingo de Resurrección se cuelga de un poste a un muñeco en representación de Judas para lanzarle piedras.

Hasta aquí todo normal si no fuera porque junto a ese muñeco hay colgados diferentes cántaros en los que se meten animales. Al romperse, los animales caen contra el suelo ante la diversión de los presentes.

Este es otro ejemplo de festejo que ha evolucionado, pero no lo necesario. Antes se usaban gatos y ardillas. Ahora los cántaros se llenan con confeti o con palomas. Es cierto que los pájaros no caen al suelo al salir volando, pero sí sufren el golpe del impacto y el estrés de estar encerrados ante fuertes ruidos.

El toro júbilo

Medinaceli (Soria) se llena de visitantes en el mes de noviembre, cuando celebra sus fiestas. Desde el siglo XVI, se ata a un toro por los cuernos y se le pone un utensilio de metal con bolas de material inflamable. ¿Por qué? Muy sencillo, se le prende fuero a los cuernos.

Sus defensores aseguran que como lo que arde es la cornamenta, el animal no sufre. La verdad es que el toro sufre graves quemaduras por todo el cuerpo. Además, aseguran que se le da una crema protectora y que ya no se mata al toro tras el festejo.

Pero no es el único sitio en el que se celebra algo parecido. PACMA recuerda que en la Comunidad Valenciana se celebra algo parecido en más de 140 municipios. Por eso, una de sus campañas activas es acabar con los toros de fuego.

Carrera de gansos

¿Qué mejor forma de celebrar que es el día del apóstol Santiago que arrancándole la cabeza a un animal? Esto es lo que debieron pensar hace muchos años los habitantes de El Carpio de Tajo, un pueblo de Toledo, y así lo hicieron.

Desde entonces, celebran sus fiestas colgando a gansos muertos de cuerdas en las calles del pueblo para que diferentes participantes pasen por debajo a caballo e intenten arrancarles las cabezas. Es una especie de trofeo ya que el que consigue decapitar más gansos a tirones se lleva un trofeo.

Pero la tradición no es del todo autóctona, pues se cree que fue traída en el siglo XVI desde los Países Bajos.

De nuevo es una tradición que no ha evolucionado lo suficiente pues, antes, era mucho peor: los gansos estaban vivos.

Los toros enmaromados

Esta forma de celebrar se repite cada año en diferentes comunidades autónomas como Aragón, Navarra, La Rioja, Valencia o Andalucía. Sin embargo, la fiesta más conocida es la que se da en Benavente, Zamora, entre los días 9 y 14 de junio.

Aunque su nombre puede llevar a pensar que es una tradición bonita y con tintes románticos, la realidad es otra muy diferentes. Se trata de atar por los cuernos a dos toros juntos y arrastrarles por las calles mientras los vecinos corren a su alrededor.

Según denuncian los animalistas, las sogas que unen a los toros acaban produciéndoles daños en los cuernos y desgarros musculares en el cuello. 

La 'disfutá' de marranos

  

En Ceutí, Murcia, cuando llegan las fiestas sus habitantes se dividen en equipos de cuatro personas para protagonizar el asalto a unas pocilgas de lodo y barro. En ellas, también hay una serie de cerdos marcados con un número. El supuesto juego consiste en buscar el cerdo que lleva el mismo número que el equipo y sacarlo de la pocilga. El cerdo es embadurnado con aceite y soporta fuertes golpes mientras intentan moverlo.

Patos al agua

Y llegamos a Sagunto, Valencia, dónde han retrocedido para volver a maltratar a animales. Hace algunos años, se prohibió la fiesta de los “Patos al Agua”, pero en vez de mantener la decisión y seguir siendo respetuosos con los animales, han decidió recuperarla.

Ahora, volveremos a ver como los habitantes de Sagunto cogen patos, los lanzan al agua y otros se tiran a por ellos, a atraparlo, como si fuera una pelota de fútbol americano.

Becerradas

Si hay un festejo que se repite cada vez que llegan las fiestas a los pueblos españoles estas son las becerradas. Soltar a una becerra o toros de corta edad, que no suelen ser más grandes que un perro mastín, para ser toreadas, ponerles banderillas y golpeadas hasta que mueren a manos de los vecinos del municipio.

El verano pasado, la becerrada más sonada fue la de Valmojado, en la provincia de Toledo. El PACMA difundió unas imágenes en las que quedaba claro el sufrimiento del animal. Lo mismo ha ocurrido este año con las celebradas en el Espinar, Segovia.

Se puede ver, en los dos casos, con todo detalle cómo la becerra es atravesada por las banderillas y espadas, como escupe sangre. Las imágenes hablan por sí solas. 

La ‘Rapa das bestas’

En Galicia, en la pontevedresa Sabucedo, se celebra la Rapa das bestas, una tradición considerada como Fiesta de Interés Turístico Internacional, que despierta críticas por maltrato animal y defensores casi por igual.

En los montes de esta localidad viven varias mandas de caballos salvajes que, cada año, son rapados por los lugareños. Los defensores de esta tradición aseguran que, más allá de su significado ancestral (ahora contaremos la leyenda) se hace por el bien de los caballos. Al cortarles las crines, con la llegada del calor son menos propensos a coger bichos como las garrapatas.

La tradición se basa en una leyenda en la que dos mujeres prometieron ofrecer dos caballos al patrón de Sabucedo, San Lorenzo, si se libraban de la peste. Al no caer enfermas, liberaron a los caballos en los montes. Este sería el origen de las manadas de caballos salvajes.

Por otro lado, están los detractores que aseguran que aunque la idea de cortar las crines de los caballos es buena, las formas no son las correctas. Los caballos son atraídos hasta un recinto donde decenas de hombres y mujeres asaltan a los animales, se cuelgan de sus cuellos o de otras partes del cuerpo, les tiran de la cola… todo para hacerse con sus crines entre golpes asegurados.

Y dos bonus: las más crueles fuera de España

El giro del perro:

En Bulgaria existe un pueblo llamado Brodilovo en el que se divierten haciendo casi explotar unos cuantos perros.

La tradición es la siguiente: durante días dan de comer a los perros kilos y kilos de comida mientras se les taponan el ano. Después, cuelgan a los perros de unas cuerdas que les rodea el cuerpo a la altura del estómago.

Como su propio nombre indica, el giro del perro consta en hacerles girar enroscándoles en esa cuerda que, cada vez más, les aprieta el estómago lleno de comida. Justo antes, les han quitado el tapón del ano, por lo que el resultado es un perro girando en el aire, vomitando y repartiendo eces sobre las cabezas de los asistentes. Cuanto más eche el perro, mejor serán las cosechas.

Matanza de delfines en Dinamarca:

En las islas Feroe no se hace una fiesta con los amigos cuando se cumple la mayoría de edad, los jóvenes protagonizan una matanza de delfines.

En primavera, cuando los delfines calderones se acercan a las costas, el pueblo se prepara para matarlos y teñir de sangre las aguas de la costa. Llevan haciéndolo, según sus defensores, unos 1.200 años.