Si el proceder perverso de Draghi lo encumbra a un puesto más alto y de mayor responsabilidad, tenemos que concluir que algo falla en el mundo. Se ha acumulado más hambre al hambre, más desahucio a los sin casa, más libertad de despido, más recorte en las pensiones, más inestabilidad a la existencia de millones de seres, mientras se premia a un embaucador. Este mundo no es posible.

El 20% de la humanidad posee el 80% de la riqueza. El 80% de la humanidad tiene que arreglárselas con el 20%. La muerte de millones de seres humanos por hambre, por falta de agua, de vacunas; el escaso acceso a la cultura de multitud de pueblos, el racismo extendido entre países desarrollados (incluido el nuestro), el cierre de fronteras con muros de vergüenza para que no se nos adentre la miseria sufrida por ellos y diagramada por los países ricos. Esos países tienen derecho a rebelarse contra nosotros que, cargados de valores cristianos, despreciamos al pobre por ser pobre, olvidando que lo es gracias a nosotros. Este mundo no es posible

Otro mundo es posible. Si el mundo es el habitat natural del hombre, no queda otra solución que cambiarlo para que se convierta en la casa de todos. Un mundo donde la riqueza cumpla una función social, la justicia sea más distributiva y el pan se convierta en el sustento nuestro y de todos cada día. Si el mundo debe ser la herencia de alguien, es de los pobres, de los que a lo largo de los siglos ha necesitado arrastrarse y permanecer de rodillas ante la mesa del rico para comer las migajas sobrantes. El mundo no está dividido en izquierdas y derechas, sino en norte y sur. Norte colonizador, extractor de las riquezas de los pueblos sometidos y que fueron abandonados a sus suerte bajo la grandilocuente expresión de independencia. La metrópolis se dedicó entonces a vender armas a los nuevos ejércitos utilizados por mandatarios crueles para matarse entre ellos. No tienen para comer, pero disponen de armamento último modelo. Y asfixiados por la deuda externa, se consigue que no levanten cabeza en ningún momento. Las grandes multinacionales compran sus productos a precio irrisorio y lo colocan en los mercados a precios astronómicos.

Otro mundo es posible porque es impensable que el hombre se niegue a sí mismo eternamente los valores intrínsecos que lleva dentro. Es posible canjear la lástima por la justicia. Creer en el hombre es la fe más profunda y humana que podemos profesar. Esta fe conduce a la esperanza de un mundo mejor donde el amor sea el primer alimento de una cosecha de esperanza. Otro mundo es posible

Otro mundo es urgente. Es posible, pero además, urgente. Susan George advierte a los ricos que es urgente la construcción de otro mundo por interés propio. Digamos que la historia nos ha dado un margen para lograr el equilibrio. Puede agotarse ese margen y entonces no habrá prórroga, sino que el vuelco será inevitable. Parte del tercer mundo está sublevándose contra dictadores de larga duración. Esto puede significar la sublevación de todo ese mundo esclavizado contra el gran dictador del poder y la riqueza.

Cuando hace unos años apareció la crisis provocada por unos pocos, los gobiernos se empeñaron en ayudar a los bancos y a los fabricantes de esa crisis a costa de exprimir a los que nunca fueron responsables de ella. No contaban tal vez entonces con este amanecer que se vislumbra por toda Europa como una lucha contagiosa. Empezó en el Norte de Africa, se contagió Europa y es posible que esta lucha se universalice, que convierta al mundo imposible en más imposible y construya la posibilidad de otro, además de forma urgente.

El ser humano no es un objeto de mercado. Es más bien la comunión del misterio que somos con el misterio del mundo.

Rafael Fernando Navarro es filósofo
http://marpalabra.blogspot.com