Sacar al PP por la puerta grande es mucho más de lo que merece este grupo con su genuino sabor de derecha extrema. No saben perder, pero tampoco saben ganar como lo demuestran algunas actitudes de altanería y desprecio hacia el PSOE y los “indignados”.

Caer en las redes de los populares nunca será la solución más digna para la clase trabajadora. Ni la honradez ni los derechos sociales constituyen el supuesto código ético del PP y los programas genoveses. El cambio real no pasa por ahí.

Las “políticas creíbles, responsables y eficaces” del PP, para reactivar la economía y el empleo, no construyen una verdadera alternativa social frente a la crisis. Mariano y los suyos sólo saben dar más vueltas de tuerca de cara a que la factura la sigan pagando los débiles. La corrupción y el derroche de los recursos públicos, actitudes en la onda del Partido Popular, no garantizan los servicios que los ciudadanos necesitan.

Estas cuestiones representan la “buena dirección” de los populares que nutre muy bien los excesos del capital. Pero no. Son necesarias medidas que combatan la crisis de otra manera. Empleo, servicios de calidad, inversiones que reactiven la economía…

No podemos olvidarnos de la reforma fiscal progresiva, del fraude fiscal o de la economía subterránea. Transparencia, empleo verde, acceso a la vivienda, que funcione el crédito… Más aún. Garantizarlo con la creación de una banca pública.

Por desgracia, David se enfrente a Goliat y no siempre será posible reducirle con una piedra. Los mercados, los organismos internacionales y todo tipo de depredadores están ahí para no consentirlo por mucha indignación que haya contre este orden, o desorden, de cosas.

Rajoy aguarda impacientemente su entrada triunfal en La Moncloa. Quiere culminar la faena sin moverse de su tumbona, torear de nuevo al contrincante y cortar las dos orejas y el rabo. Sólo el milagro de una “revisión ideológica” puede evitar otro terremoto en el suelo de los socialistas y de una amplia parte de la población.

¿Es viable un giro a la izquierda actualmente? La hoja de ruta de Zapatero seguirá por la misma senda. Pretende agotar la legislatura y continuará con su política de reformas. El PSOE confía en la reacción de su electorado en las elecciones generales de marzo de 2012. Esto suponiendo que cambien algunas circunstancias favorablemente.

Por si no lo teníamos muy claro, ocupe el Gobierno un partido u otro, los individuos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) cogen su bola de cristal y pronostican que nuestro país tardará 15 años en volver al nivel de desempleo antes de la crisis. De propina sugieren, como el Banco de España, que se reduzca el coste del puntapié en las posaderas para los trabajadores fijos. Dicho de otra forma, despedir más fácilmente.

Los inversores nos aprietan la nuez en los mercados de deuda. Se debe recuperar la confianza de estos sujetos con el objetivo de reducir el sobrecoste que se exige a España para financiarse. Y más flexibilidad laboral, la fórmula mágica que necesitan muchos empresarios para perder el horror a realizar contrataciones. Naturalmente, que los convenios no se liguen al IPC o que se reduzca el gasto público, aunque no la inversión. La “gente guapa” dicta y la soberanía popular circula por el único y obligado sendero.

Sea mediante un congreso extraordinario o unas primarias pese a la renuncia de Carme Chacón, se necesita un líder y presidenciable del PSOE. Eso sí, requiere un proyecto dar solución y respuesta al desgaste electoral en los recientes comicios.

El lehendakari Patxi López y toda la ejecutiva del PSE-EE tienen sus razones al pedir la primera de las posibilidades. ¿Será posible elaborar un programa político ambicioso para las generales de marzo, dadas las circunstancias y con esta política de reformas?

Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos