Pero a día de hoy, salvo alguna sorpresa que parece que nadie quiere, sólo hay dos aspirantes claros a la Secretaría General: Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón, sin bien ninguno ha hecho oficial su candidatura. Y es así porque parece que en el PSOE ya se tiene bien asumido que la próxima Secretaría General debe ser ocupada por alguien que esté sentado en el Congreso de los Diputados.

De manera que es ciertamente un problema encontrar a un alguien distinto dentro de unas listas ajustadas por el propio aparato del partido para acercarlas lo más posible a Pérez Rubalcaba y que dejaron fuera a los menos afines.

Los 970 delegados que acudirán al Congreso de Sevilla tendrán que elegir a quien durante los próximos cuatro años tenga que hacer una política de oposición nítidamente socialdemócrata, sólida y coherente ante el liberalismo absoluto del Partido Popular y, sobre todo, a quien deba proponer desde la izquierda alternativas de gobierno creíbles y capaces de recuperar esos 4.285.405 votos perdidos en estas elecciones.

Y esos mismos delegados quizá deberían partir de una premisa no disparatada: que el suelo electoral del PSOE sigue siendo tan frágil que aún es posible seguir perdiendo los votos y, peor aún, la confianza de más ciudadanos.

Rubalcaba o Chacón; Chacón o Rubalcaba. Quien ha perdido estrepitosamente las elecciones o quien renunció a disputarle el nombramiento de candidato. El que dice tener un proyecto que los ciudadanos ya han rechazado o la chica catalana por la que no apuesta el sonriente Bono. Hoy por hoy, eso es lo que hay.

Jesús Pichel es filósofo