De manera que es ciertamente un problema encontrar a un alguien distinto dentro de unas listas ajustadas por el propio aparato del partido para acercarlas lo más posible a Pérez Rubalcaba y que dejaron fuera a los menos afines.
Los 970 delegados que acudirán al Congreso de Sevilla tendrán que elegir a quien durante los próximos cuatro años tenga que hacer una política de oposición nítidamente socialdemócrata, sólida y coherente ante el liberalismo absoluto del Partido Popular y, sobre todo, a quien deba proponer desde la izquierda alternativas de gobierno creíbles y capaces de recuperar esos 4.285.405 votos perdidos en estas elecciones.
Y esos mismos delegados quizá deberían partir de una premisa no disparatada: que el suelo electoral del PSOE sigue siendo tan frágil que aún es posible seguir perdiendo los votos y, peor aún, la confianza de más ciudadanos.
Rubalcaba o Chacón; Chacón o Rubalcaba. Quien ha perdido estrepitosamente las elecciones o quien renunció a disputarle el nombramiento de candidato. El que dice tener un proyecto que los ciudadanos ya han rechazado o la chica catalana por la que no apuesta el sonriente Bono. Hoy por hoy, eso es lo que hay.
Jesús Pichel es filósofo