Con los Roldán, y compañía, en la cárcel, algunos ingenuos pensamos que el tema de la corrupción había terminado, que aquella famosa frase de un famoso político de “a la política se va para enriquecerse” ya no tendría cabida. Pues no. Hoy vemos estupefactos que no solo no ha desaparecido, sino que se ha extendido; que los pelotazos son cada vez más gordos; y que las triquiñuelas para librarse de la justicia son cada vez más sofisticadas.

El presunto caso Urdangarín es la muestra de que hay corrupción hasta debajo de la cama. ¡Qué casualidad! El Instituto Nóos fue a buscar sus lucrativos convenios a las comunidades de Baleares y de Valencia. Incluso, tiene toda la pinta de estar siendo utilizado como tapadera de otros casos. No puede ser que los ciudadanos vean la corrupción como algo consustancial en vida política. No puede ser que líderes imputados ganen elecciones. Hemos conseguido “berlusconizar” la vida política.

Es la hora de que alguien tome la iniciativa de hacer frente a la corrupción. Y no caben medias tintas. Hay que tomar iniciativas parlamentarias de gran calado. Los corruptos no se pueden escudar en dilaciones y prescripciones. El partido que lo haga prestará un gran servicio a la democracia, y los electores se lo agradeceremos.

Julio García-Casarrubios Sainz
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