Como en Regreso al Futuro hablamos de la gente del pasado, no hablaremos de las señoras corruptas en este siglo si no de las pioneras en hacerlo. Las verdaderas maestras del latrocinio, las matriarcas del hurto y amantísimas de lo ajeno. Hablamos de las señoras que nos robaron en otro tiempo.

Poco a poco la historia nos descubre que apenas hay diferencias entre hombres y mujeres a la hora de afrontar grandes retos. Entre ellos podría estar el hecho robar a los españoles que, aunque no tiene mucho mérito, cuando se nos roba desde el gobierno, si merece cierta atención cuando hablamos de las primeras chorizas de este reino.

imagen 1 (18)

Aristócratas, reinas y regentes han sido en España las ladronas más eficientes. María Cristina de Borbón, desterrada de España por sus tramas de corrupción.

No nos detendremos en las mangantes de poca monta, aunque ejemplos han existido de sobra, organizadas en bandas como Francisca Arias “La Negra”, Manuela Fernández “La Manola” y la hija de ésta María Campillo fueron condenadas a 28 años de galeras en 1802 por asaltar los caminos Salamanca y Extremadura. También las hubo que iban por libre como “la Turca”, las gitanas “Pepa” y “Chicharrona” e incluso una que haría la delicia de los millennials, “La Gaga”.

imagen 2 (17)

La mujer en la delincuencia común ha estado tan presente que zarzuelas como la Gran Vía o este Entremés, atribuido a Calderón, dedican sendas escenas a la mujer choriza

Pero seamos sinceros, la delincuente común muchas veces carece de vocación, roba como única solución y como quien dice a desgana. Solo podríamos hablar de auténticas ladronas cuando hay un disfrute en el desfalco, cuando sin haber necesidad las manos se les van detrás de lo que no es suyo.

Por ello poderosas señoras y dueñas de grandes fortunas han sido las mejores ladronas de todos los tiempos. Ya en tiempos de Felipe II se tenía por cierto que el pueblo de Olmeda de las Fuentes debía su origen a la corrupción asfixiante de una señora feudal que llegó a secuestrar las mujeres de los labriegos con tal de sacar más rendimiento a estos.

imagen 3 (17)

Restos de la iglesia del desaparecido pueblo de Valmores

Unas generaciones después llegó al poder Mariana de Neoburgo, la codiciosa y nunca saciable esposa de Carlos II, una astuta reina que no solo fue capaz de indignar a la corte con sus continuos embarazos fingidos en pos los jolgorios que suponía tan añorada noticia.

También tiene esta reina el dudoso honor de hartar a una población que en el siglo XVII idolatraba a los reyes. Mariana se esforzó para ello, logrando ser acusada de fraude a la corona al desviar dinero público a su familia de alemana, de venta de cargos y favorecer a sus amigos políticos que como Enrique Wissen que presumía de tener el título de barón sin serlo.

Mariana de Neoburgo

Las tramas de Mariana de Neoburgo causaron enemistades entre su propia parentela como su suegra, la no menos corrupta Mariana de Austria.

También se buscó Mariana las mañas para proveerse de una pensión vitalicia de cien mil doblones al año para cuando su marido el rey falleciese y también lloriqueó diciendo que no llegaba a fin de mes cuando el siguiente monarca redujo tal fortunón a un tercio.

María Cristina de Borbón fue otra gran señora que siendo esposa de un rey absolutista no le bastó disponer una partida presupuestaria propia para sus gastos secretos, sino que, al ser desterrada por corrupta y ladrona, arrampló con los muebles de palacio, no sin antes haber estado metida en tramas de corrupción de obras públicas.

Nuevamente la historia nos demuestra que la codicia es como el agua del mar, cuanto más la bebes más sed te da.