A raíz de la exposición 'Lo oculto en las colecciones Thyssen-Bornemisza' un pequeño detalle ha mostrado un lado un tanto oculto del pintor José de Ribera. Ese detalle es un ojo, aun por explicar, y que aparece en el sudario del cristo yacente que pintó el artista valenciano.

Este minúsculo aspecto nos retrotrae no solo a otros cuadros si no a otro concepto muy distinto de la pintura en el barroco y ahora.

Qué sentido tendría el aparente ojo que se intuye en La Piedad de Ribera

¿Qué sentido tendría el aparente ojo que se intuye en La Piedad de Ribera?

No es el único cuadro de José de Ribera en el que los fragmentos minúsculos tienen una gran importancia, sin ir más lejos, en el lienzo Jacob y el rebaño de Labán (expuesto actualmente en la sacristía del monasterio de San Lorenzo de El Escorial aparece en la lejanía un personaje apenas perceptible recostado junto a un árbol. Figura que tiene su perfecta explicación en otro cuadro del Museo del Prado, puesto que lo que está representando Ribera en ese detalle es justamente lo que pinta en ese otro cuadro El sueño de Jacob.

Ambos lienzos comparten protagonista, el patriarca Jacob, y también relevancia en los detalles puesto que si lo apreciamos bien, en el cuadro del Prado se ven tenuamente pintada la escena de la escalera de Jacob en el cielo.

Jacob y el rebaño de Labán es un cuadro lleno de detalles en los que la mirada tiene una importancia capital

Jacob y el rebaño de Labán es un cuadro lleno de detalles en los que la mirada tiene una importancia capital.

Lo interesante, más allá de los detalles, es la idea que en el XVII se tenía de la mirada.

Grandes tratadistas (en cierto sentido precedentes de nuestros actuales científicos) daban por cierta la creencia de que la pintura afectaba a las embarazadas a través de la vista, haciendo de sus hijos reflejo de lo que veían durante el embarazo.

De esta manera se aceptaba que en la familia Orsini hubiese nacido un niño cubierto de pelo a causa de una pintura que representaba un oso, la misma explicación se dio de una niña cuya hipertricosis se achacó a un cuadro del barbudo san Juan Bautista.

Ribera tampoco era ajeno a este tipo de mutaciones y buena muestra de ello es el retrato que hizo en 1631 a Magdalena Ventura, la famosa mujer barbuda.

Anomalías anatómicas como la barba de Magdalena Ventura se explicaban en tiempos de Ribera por efecto de la contemplación de algunos cuadros

Anomalías anatómicas como la barba de Magdalena Ventura se explicaban en tiempos de Ribera por efecto de la contemplación de algunos cuadros.

Precisamente al año siguiente es cuando Ribera pintó, Jacob y el rebaño de Labán. Una escena en apariencia meramente bíblica pero que esconde mucho más. Según el relato bíblico, el patriarca empleó una estratagema para conseguir su propio rebaño. Jacob propuso a Labán, el mayoral para el que trabajaba, que le permitiese quedarse las ovejas que naciesen con distinto pelaje, a lo cual el otro accedió, dado que todas las ovejas eran blancas pocas posibilidades tendría Jacob de obtener corderos de distinto color, sin embargo la astucia de Jacob le fue útil y así nos lo cuenta un tratado coetáneo a Ribera titulado, Curiosa y oculta filosofía, escrito en 1629 por el jesuita Juan Eusebio Nieremberg:

"(…) es singular el de las ovejas de Jacob, con aquella su traza de poner las varas, parte descortezadas y partes verdes debajo del agua, con que llegando cerca el ganado veía en la corriente sus imágenes de varios colores, porque la reflexión que hacían sus figuras sobre aquel fundamento de varas de diversas colores, se representaba de varios colores, los carneros aunque fuesen de uno solamente y así cuando cubrían a las ovejas en la orilla, teniendo la mira a aquellas imágenes engendraban los corderos variados, ocasionando su origen aquella imaginación".

Es por lo tanto evidente que Jusepe Ribera no solo conocía sino que se apoyaba en episodios bíblicos para defender la vista como herramienta para propiciar ciertas facultades de la mente, dentro de lo cual, los cuadros no serían simples elementos decorativos sino que irían mucho más allá, pues serían una realidad paralela que afecta a esta en la que nosotros estamos.

José de Ribera parece ser consciente de las propiedades “sobrenaturales” que se le daban a la vista en el siglo XVII

José de Ribera parece ser consciente de las propiedades “sobrenaturales” que se le daban a la vista en el siglo XVII.

Otra prueba de que Ribera era plenamente consciente de cómo afectaban los cuadros a través de la mirada nos la ofrecen dos historiadores claves del momento, el alemán Joachim von Sandrart y el español Antonio Palomino.

Ambos coinciden en que Ribera pintó un cuadro del titán Ixión (distinto al conocido hoy en el Prado) para el comerciante Lucas Van Uffel, sin embargo, este lienzo fue devuelto a Ribera.  ¿Por qué? La respuesta es sencilla, la esposa embarazada de este comerciante se horrorizó ante la escena en la que el titán se retorcía en su tortura.

La prueba que aportó para Van Uffel para devolver el cuadro fue una deformidad en la mano de su hijo recién nacido, idéntica a la mostrada en la mano del cuadro. Pero, 
¿por qué Ixión y no otro cuadro horrorizó a la esposa de Lucas Van Uffel?

Todo apunta a que Ribera se basó en libros muy concretos para plantear esta escena, y uno de ellos sería como L´Adone del poeta napolitano Giambattista, Marino, publicado en 1623 y en el que se narran los despiadados castigos a los que Júpiter condenó a los titanes.

Asi lo pinto Ribera en la versión de Ixión que se conserva en el Museo del Prado, en el que un sátiro mira al espectador desde la penumbra pudiéndose contemplar un solo ojo, que en la cartela de la exposición del Thyssen relacionan con el misterioso ojo que aparece en su Piedad.

Ixión, un cuadro lleno interrogantes

Ixión, un cuadro lleno interrogantes.