El comportamiento fanático de los partidos que decían ser conservadores ha hecho que tal modalidad desaparezca en España. En vista del comportamiento contra colectivos como la comunidad LGTBI, no podemos hablar de partidos que busquen conservar los derechos conseguidos sino perderlos en pos de remontarse siglos atrás.
Esta deriva hacia el retraso pone de manifiesto un fatídico destino del que la historia de España da buena cuenta. Por ello hoy hablamos de los grandes retrocesos en nuestra historia.

Copérnico y la universidad de Salamanca (113 años hacia atrás)

Pocas cosas hay más indiscutibles a día de hoy que la rotación terrestre entorno al Sol. Sin embargo en el siglo XVII se volvió una cuestión encarnizada en especial desde las averiguaciones de Galileo Galilei. Los descubrimientos del físico florentino desataron el odio en el seno de la iglesia católica propiciando la prohibición de sus publicaciones así como las teorías en las que Galileo se basaba.

De este modo, en el año 1616 la obra magna de Nicolás Copérnico De revolutionibus orbium coelestiumen entró en el índice de libros prohibidos por la Inquisición romana y por lo tanto prohibido en cualquier país católico de bien.

Sin embargo, en España (más avanzada que muchos otros países europeos) hacía décadas que se impartía astronomía siguiendo los postulados de Copérnico, el ejemplo más evidente es la universidad de Salamanca. Allí, y tras la visita en 1594 del inquisidor Juan de Zúñiga, se crearon unos nuevos estatutos en los que se promuevío la obra de “Nicolao Copérnico” como una de las lecturas aconsejadas en el aula.

Lo grave del asunto no es que se prohibiera en 1616, cuando la presión desde Roma sería más comprensible, sino que la primera censura en Salamanca de un libro de Copérnico nos lleva a 1707 cuando gracias a un expurgo “por comisión del Santo Oficio” se considera impropia la teoría copernicana.

 

Cuando en 1707 la Inquisición prohivió el libro de Copérnico, Newton ya había revolucionado la ciencia moderna
Cuando en 1707 la Inquisición prohivió el libro de Copérnico, Newton ya había revolucionado la ciencia moderna.

 

Estudiar en el extranjero (209 años de retraso)

Los recortes en educación tampoco son nuevos en la historia. En tiempos de Felipe II cuando España se suponía estaba en la cresta de la ola parece haber problemas económicos para sustentar a los estudiantes en el extranjero.
Según la Pragmática del 22 de noviembre de 1559, la culpa la tenían los estudiantes porque: “se distraen y divierten, y viven en otros inconvenientes; y que ansimesmo la cantidad de dineros que por esta causa se sacan y se expenden fuera de estos Reinos es grande, de que al bien público de este Reino se sigue daño y perjuicio notable”.

Y por lo tanto lo mejor era eliminar esos estudios universitarios. Curiosamente se hizo una excepción con ciertas universidades europeas de corte claramente católico, lo cual refleja que el problema no era el dinero sino la influencia que ejercían otras ideas, protestantes, erasmistas, heréticas en definitiva, en la mente de los estudiantes españoles.

Obviamente la medida del monarca supuso un varapalo solemne en el humanismo español y por ende a la riqueza del reino que solo se remendó a partir de la reforma universitaria de Olavide en 1768

 

Cuál era el verdadero interés de Felipe II con sus recortes educativos

¿Cuál era el verdadero interés de Felipe II con sus recortes educativos? ¿Ahorrar dinero o evitar el contacto con otras formas de pensar?

La educación pública de la mujer (122 años tarde)

Es difícil hablar de educación igualitaria en el pasado pero ya en el siglo XVIII se tenía claro que la educación es la fuente de progreso de un país. Así lo dijo allá por 1797 Gaspar Melchor de Jovellanos en su discurso sobre la economía civil y la instrucción pública: “La principal fuente de la prosperidad pública se debe buscar en la instrucción”.

Pero tal planteamiento no fue compartido por los sectores más reaccionarios entre los que, por supuesto, no cabía la idea de una educación pública y mucho menos dirigida a la mujer.
Afortunadamente las ideas pedagógicas de Jovellanos, basadas en gran parte en las del marqués de Condorcet, calaron en un gobierno español, el de José I, quien desde el Decreto de 29 de diciembre 1809 comenzó a dar cabida a las mujeres en la educación pública.

En contra de lo que planteó su hermano Napoleón, José Bonaparte sí creía en el papel activo de la mujer en la sociedad y por lo tanto era necesario que el estado le dotase de educación.
Una medida que tardó décadas en retomarse , pues la siguiente ley que habla del derecho a la educación de las niñas es la ley Moyano de 1857 aunque carente del laicismo de 1809. Por lo tanto, no hubo un plan educativo para las mujeres equiparable hasta 1931.

La educación pública de la mujer no ocurrió hasta bien entrado el siglo XX

La educación pública de la mujer no ocurrió hasta bien entrado el siglo XX.

La abolición de la tortura (213 años de retroceso)

La tortura como método de interrogatorio fue aceptada desde tiempos clásicos, como en el código de Justiniano, sin embargo la poca eficacia para descubrir la verdad es manifiesta, valga tan solo pensar en los juicios por brujería en los que los pobres reos (mujeres en su mayoría) confesaban todo tipo de fantasías con tal de terminar aunque fuese muriendo aquel suplicio absurdo.

Es por ello que la legislación española se planteó desde el siglo XIX la verdadera eficacia de las torturas a nivel judicial. Tanto es así, que en la primera constitución, el estatuto de Bayona de 1808, se prohibió taxativamente y de igual manera se planteó en la constitución de Cádiz en 1812, incluso Fernando VII admitió la abolición de la tortura. Ahora bien, la realidad fue totalmente distinta.

Pese a ser completamente ilegal no significaba que las fuerzas del orden público no la siguiesen practicando, y a lo largo de todo el siglo XIX y XX nos encontramos numerosos casos de torturas judiciales, incluso, para descubrir crímenes que no habían ocurrido, como fue el caso del crimen de Cuenca.

Dicho lo cual, y en vista de las últimas resoluciones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) hacia España es fácil imaginar a que nos llevará esta deriva que promueven los fanáticos.

Fotograma de la película 'El Crimen de Cuenca'

Las brutales torturas a León Sánchez Gascón y a Gregorio Valero Contreras por un crimen que nunca existió, ponen de manifiesto cómo en pleno siglo XX la tortura en España seguía en pleno vigor. Fotograma de la película 'El Crimen de Cuenca'.