Las polémicas que recientemente han surgido respecto al aborto nos hacen recordar episodios históricos que ponen de manifiesto la hipocresía de la ultraderecha.

La historia del aborto ha sido ampliamente estudiada pues lleva aparejado infinidad de cuestiones legales, ¿cuándo comienza de verdad la vida? ¿Cuáles son los derechos de una persona no nacida? ¿qué vida prima sobre la de quién? En definitiva, aspectos que nos hablan de nuestra sociedad, valores, leyes y un sinfín de cuestiones.

¿Cómo ha evolucionado el concepto del aborto desde la antigua Roma hasta nuestros días?

¿Cómo ha evolucionado el concepto del aborto desde la antigua Roma hasta nuestros días?

Es por ello que la historia del aborto es un buen reflejo de nuestra evolución como sociedad. Tesis doctorales como la de Patricia de los Ángeles González Gutiérrez El vientre controlado: anticoncepción y aborto en la sociedad romana ponen de manifiesto cómo ha cambiado la idea del aborto incluso dentro del seno de la iglesia católica.

El caso más paradigmático aparece en Vitas Sanctorum Patrum Emeritensium, lo cual nos hace remontarnos al siglo VI cuando a la ciudad de Mérida llega Paulo o Pablo, un antiguo médico griego que acaba convertido en obispo de la ciudad.

Cierto día, durante el mandato del ya obispo Pablo, un joven aristócrata se presentó implorando ayuda, su joven esposa estaba en una delicada situación, el embarazo se había complicado hasta límites terribles en los que la vida de la madre corría peligro.

Espéculo vaginal romano, encontrado en Mérida, ciudad donde ocurre todo este episodio

Espéculo vaginal romano, encontrado en Mérida, ciudad donde ocurre todo este episodio

Según otros médicos el bebé estaba muerto, pero si no se practicaba una embriotomía ella también moriría. El esposo desesperado porque su mujer “estaba ya casi muerta” suplicó al obispo que interviniese como antiguo médico que era. La preocupación de Pablo en ese momento no era practicar el aborto, era el riesgo de impurificar sus manos con las que luego no podría realizar oficios religiosos.

Por lo tanto, el obispo propuso enviar una serie de doctores de la iglesia y que ellos hiciesen lo que creyesen conveniente, aun así el esposo llorando dijo que sólo el obispo Pablo tenía el conocimiento médico como para salvarla. Es más, el resto de la comunidad religiosa arengaron al obispo para que se dejase de remilgos y fuese a salvar a aquella mujer.

Aspecto de los obispos en época visigoda según el Códice Albendense

Aspecto de los obispos en época visigoda según el Códice Albendense

De tal manera que tras rezar un día entero y su correspondiente noche en la iglesia de Santa Eulalia recibió la aprobación del mismísimo Dios y acudió en socorro de la madre. La biografía del obispo es absolutamente explicita:

“Con la esperanza puesta en Dios practicó con admirable precisión un ligero corte con su delgado instrumento y sacó al niño ya putrefacto miembro por miembro, trozo por trozo, en cuanto a la mujer, ya entre la vida y la muerte, con ayuda del Señor la devolvió inmediatamente sana y salva a su marido.”

En agradecimiento, este matrimonio terminó por dejar al obispo todos sus bienes, y como murieron pronto el obispo Pablo “pasó a ser más rico que todos los ricos, hasta el punto de que todas las riquezas de la Iglesia no eran nada en comparación con sus bienes”.

Este episodio, a medio camino entre la legalidad del aborto en la antigua Roma y la prohibición medieval, evidencia que el problema para el obispo no era en sí el aborto, ni cómo hubiera muerto el niño sino la coyuntura moral de salvar a una mujer en peligro o mantener su pureza episcopal.

Basílica de Santa Eulalia

Basílica de Santa Eulalia, donde el obispo Pablo de Mérida entró en contacto directo con Dios para solventar sus dudas

Lo más sorprendente del asunto es que en nuestros días el sucesor en el cargo de este obispo Pablo, es decir, el actual obispo de Mérida, “denunció que la nueva ley del Aborto quiere imponer un invierno demográfico”.

Estas declaraciones esconden grandes contradicciones. Para empezar porque las dice un hombre que acepta gustoso la prohibición de no tener hijos, y además olvida que según el libro Vitas Sanctorum Patrum Emeritensium el obispo Pablo (al que luego canonizaron) actuó bajo “el oráculo divino” para interrumpir ese embarazo. Es más, el obispo les prohibió a aquellos taxativamente tener más hijos (para drama de la demografía emeritense del siglo VI). Entonces a quién hacemos caso ¿al actual obispo u otro que además de obispo fue santo?