Pocas cosas son más difíciles de averiguar que el origen de nuestro linaje. La bruma de la historia se cierne tras unos cuantos siglos y llegados a la Edad Media la confusión es tan grande que uno no sabe si desciende de un cabrero o del mismísimo rey Arturo.
Ahora bien, esto solo nos ocurre a los plebeyos…. porque los reyes y nobles parecen haberlo tenido siempre clarísimo. Y es que si hablamos de la historia falsa de España es inevitable ahondar en las fanfarronadas aristocráticas.

Un elemento clave en nuestro país desde tiempos medievales han sido los linajes
Desde la antigüedad han existido los linajes míticos, Julio Cesar decía ser descendiente de Venus, Agamenón de Zeus y Alejandro Magno del mismísimo Hércules. Todo ello con un mismo razonamiento: El linaje legitima.
Bajo este pensamiento infinidad de nobles de los reinos medievales que hoy componen España trataron de remontar sus apellidos a tiempos tan remotos que se vuelven pura fantasía.
La condición de noble de don Pelayo aparece por primera vez en La Crónica Rotense, una obra 150 años posterior a la muerte del caudillo y cuando sus herederos ya se habían proclamado reyes de Asturias. Por lo tanto, no es de extrañar, que el resto de nobles tratasen siempre de buscar un origen antiquísimo que los relacionase con antiguos reyes y justificase porqué sus familias, y no otras, detentaban el poder.
En Cataluña las principales familias nobiliarias basaron su origen en el mito de los Nueve de la Fama, en Galicia los Méndez no dudaron en proclamarse herederos del rey godo Égica y en Castilla se hizo todo lo posible por arrimar los linajes al Cid y hacer de este un heredero de nobles y reyes.
Para ello contaban con imaginativos cronistas como Hernando Pecha, quien trabajando para los Mendoza afirmó sin rubor que descendían el mítico héroe Jaun Zuria, y así lo plasmó en su obra: Historia de las vidas de los Excmos. Sres. duques del Ynfantado y sus Progenitores desde el Infante don Zuria primer Sr. de Vizcaya asta la Excma. Srª Duquesa Dª Ana y su hixa doña Luisa condesa de Saldaña”.

Según este cronista, Jaun Zuria (el Señor Blanco), fue un libertador de los vizcaínos cuyo origen, además de regio (se le suponía nieto del rey de Escocia), era mágico por haber nacido de forma sobrenatural. Algo fácil de creer si se tiene en cuenta que hablamos de relatos medievales, donde personajes así eran plenamente aceptados, el ejemplo más evidente es el mago Merlin (hijo de una doncella virgen y un espíritu), que aparece reflejado como personaje real en la cántiga 108 dedicada a Santa María.

En resumidas cuentas, el valor de la nobleza no recae solo en el poder material (siendo heredero de grandes señores y reyes) si no también en ser genéticamente distinto, provenir de un linaje tan diferente al resto que los convierta en una raza casi sobrehumana. Así lo vemos con los Mariño de Lobeira (hijos de una sirena) o los Orsini (parientes de un oso).
