La historia aeronáutica de España tiene momentos geniales. No nos referimos a los terribles batacazos de los primeros pilotos, si no a planes delirantes a bordo de un globo aerostático.
En el mundo militar los globos tuvieron especial relevancia, y aunque se ha hablado de bombardeos desde estos aparatos, su uso fundamental estuvo enfocado a las comunicaciones, Francia, Alemania e incluso España vieron como los globos irrumpían en sus conflictos bélicos. Como pasó en la guerra de Cuba, donde los estadounidenses lo emplearon para divisar los movimientos tácticos de los españoles.
Otro ámbito de gran predicamento para los globos fue la fotografía. Vender fotografías aéreas de las distintas ciudades europeas era un lucrativo negocio, gracias a lo cual por fin se podía contemplar el mundo a vista de pájaro.

Nadar, sin duda el fotógrafo aeronauta más famoso de la historia

Nadar, sin duda el fotógrafo-aeronauta más famoso de la historia.

En este sentido destacó el polifacético, Gaspard-Félix Tournachon (más conocido como Nadar). Este genial fotógrafo construyó un espectacular globo aerostático bautizado como Le Geant (El gigante) cuya cesta era en realidad una especie de cabaña de mimbre, en la que había espacio para cuatro camas, baño, camarote de equipaje, un estudio fotográfico, un balcón e incluso un taller de litografía, en el que se pretendía imprimir una crónica del viaje para lanzarla por las ciudades que fuesen sobrevolando. Es lógico por tanto que su amigo Jules Verne se inspirase en él para escribir la novela “Cinco semanas en Globo” donde el nombre de Nadar aparece encriptado.

Le Geant era toda una vivienda volante que desde luego inspiraría a Julio Verne para sus novelas
'Le Geant' era toda una vivienda volante que desde luego inspiraría a Julio Verne para sus novelas.

En esa línea de fotógrafos soñadores es donde se enclava nuestro protagonista de hoy, Charles Clifford, un galés digno de novela. En España fue bastante conocido por entrar al servicio de la reina Isabel II, suyas son numerosas fotografías de las obras públicas que se hicieron en aquella España decimonónica, pero también es cierto que muchos aspectos de su vida están a medio camino entre el olvido y el misterio.
Para hacernos a la idea baste recordar que el pasado 2020 (cuando se cumplió el bicentenario de su nacimiento) apenas contó con ningún homenaje. Y su muerte, que podría ser recordada cualquier 1 de enero, está rodeada de enigmas.
Oficialmente su cuerpo reposa en el cementerio británico de Madrid desde 1863, pero hay quien postula que pudo tratarse de una muerte fingida para continuar su carrera bajo pseudónimo en el norte de África.
Charles Clifford está rodeado de enigmas, el uso de pseudónimos y su repentina defunción han hecho pensar en una muerte fingida
Charles Clifford está rodeado de enigmas, el uso de pseudónimos y su repentina defunción han hecho pensar en una muerte fingida.

De lo que no cabe duda es el delirante espectáculo en globo que este fotógrafo pretendía hacer en Madrid el domingo 12 de enero de 1851. En su aventura le acompañaba su socio Arthur Goulston y su esposa Jane. Y la idea era la siguiente:
El presidente de la plaza de toros de Madrid, Antonio Hernández, cedería el espacio y varios animales para el espectáculo aerostático consistente en cuatro vuelos. El primero un sencillo ascenso por parte de Charles, Jane y Arthur. A esto le seguiría otra elevación, pero esta vez la canastilla del globo sería sustituida por un caballo ascendiendo Charles y su esposa a lomos del equino volante.
En el delirante plan de Clifford estaba subir a un caballo por los aires
En el delirante plan de Clifford estaba subir a un caballo por los aires.

El tercero de los vuelos conllevaba un espectáculo pirotécnico (recordemos que el globo estaba lleno de gas). Por último y como locura final, el ascenso a los cielos de un toro de lidia. Lo del caballo ya lo habían hecho en el sur de Francia, con el consiguiente susto para el animal que por lo general quedaba paralizado del puro espanto, pero ¿cómo reaccionaria un toro? La expectación no podía ser mayor. Por si esto fuera poco, los descensos no siempre estaban controlados con lo cual el morlaco podía regresar a la plaza… o no.
Afortunadamente, para el toro y para cualquier viandante susceptible encontrarse con semejante esperpento aéreo, ese día hizo mal tiempo el espectáculo no se pudo llevar a cabo. Se anunció a bombo y platillo pero no pudo ser. Por el bien de la humanidad, de los toros y de la fotografía, Clifford abandonó para siempre su carrera aeronáutica y se centró en las fotos. Sin duda le fue mucho mejor.