La imagen de los gobernantes es mirada siempre al detalle. Solo es necesario recordar el reciente funeral de la reina británica para darnos cuenta de cómo cualquier menudencia escondía todo un significado para los expertos en la realeza.

Ahora bien, ¿qué hubiese pasado si alguno de los allí presentes hubiese decidido pasar a la historia desnudo? Afortunadamente nuestros gobernantes consideran esto una aberración, pero no siempre fue así.

emperador Adriano

Hubo un tiempo en el que los dirigentes se representaban desnudos sin ningún pudor, eso sí, con cuerpos esculturales que distaban mucho de los suyos. En la imagen el emperador Adriano

Hace siglos, las representaciones al desnudo no eran algo escabroso, ni siquiera tenían una vinculación directa con lo erótico, eran simplemente la demostración anatómica de que el representado encajaba en el canon de perfección. Esto hizo que, desde época clásica, viésemos a infinidad de políticos idealizados en cuerpos musculosos, que se exhibían sin pudor, porque solo un talle de tal perfección estaba acorde con sus azañas.

Así lo vemos en Harmodio y Aristogitón (a los que ya dedicamos un artículo) y cuya representación escultórica les muestra vestidos tan solo con la espada que empuñan.

Harmodio y Aristogitón

Harmodio y Aristogitón una escultura que más allá de los desnudos tuvo un enorme valor político

Así ocurría en el templo que guarecía una de las maravillas del mundo antiguo, el templo de Zeus en Olimpia, donde sin ningún pudor se mostraba al mítico rey Oinomaos, esta moda continuó en época romana y en algunas ciudades de Asia Menor, como Afrodisias se siguió representando a los monarcas íntegramente desnudos.

En esta ciudad se encontraba el Sebasteión, un complejo religioso dedicado al culto al emperador Augusto, a quién se representó desnudo, pero como el culto imperial se extendía por su extensa familia… un sinfín de gobernantes fueron esculpidos como los dioses les trajeron al mundo. Y de esta forma aún se conservan los retratos de Augusto, Nerón, Gayo, Lucio…

Sebasteión de Afrodisias

Sebasteión de Afrodisias donde su fachada era un catálogo nudista de gobernantes romanos

Este gusto exhibicionista llegó a otros grandes gobernantes como Germánico, tal como aparece en una escultura conservada en el Louvre, o emperadores como Trajano, en una escultura del Altes Museum de Berlín y Adriano, en el British Museum, este último fue representado como un titán, motivo en el cual se justifica su desnudez, eso sí, aunque es fácil imaginar, que tales cuerpos eran idealizaciones más que reflejo de su anatomía real.

Como era de esperar con la llegada de las grandes religiones monoteístas este despiporre de desnudos desapareció de raíz y pasamos de esculturas al detalle de emperadores a ni siquiera conservar la más mínima representación gráfica de algunos monarcas visigodos.
No será hasta los albores del Renacimiento, cuando vuelva a parecer una imagen más o menos fidedigna de los reyes. Y es entonces cuando un ultimo destello de esta moda vuelve a surgir y precisamente por idea de un rey Español. El emperador Carlos I.
Siguiendo la estela de los emperadores romanos el “César” Carlos encargó a los hermanos Leoni, lo que en su época se consideró “un capriccio”, es decir, una excentricidad. Una escultura desmontable en la que al rey se le quitase la coraza y apareciese desnudo como aquellos emperadores clásicos.

Carlos I y el furor

Carlos I y el furor, quizá el ultimo resurgimiento de la moda exhibicionista de los gobernantes

Evidentemente una ocurrencia así tuvo que escandalizar al clero, pero teniendo en cuenta que Carlos I había saqueado Roma unos treinta años antes, pocas voces criticarían su escultura. Aunque bien es cierto que la escultura, al final estuvo más tiempo en el taller de los Leoni que en manos del monarca. De hecho,  cuando pasó a manos de su nieto, Felipe III, la guardó en un cuarto secreto de Palacio.

Actualmente y tras muchos avatares se encuentra en el Museo del Prado. Allí, una pregunta sobrevuela las mentes de todos los visitantes que ven la escultura cuando le quitan la coraza ¿De veras tenia Carlos I ese tipazo? Evidentemente no, cuando le representan los Leoni tenía 51 años y llevaba enfermo de gota desde los 28. Por si esto fuera poco según todos los cronistas comer a dos carrillos y beber sin medida era uno de los hábitos del monarca. Con lo cual… ya me contarán de donde salen esos oblicuos y esos pectorales.