El 18 de julio quedó marcado como un día aciago en la historia de España, el inicio de la guerra civil y la consolidación de la fecha con la fiesta de alzamiento marcó para siempre este este día.

Aunque en realidad como festividad hay que decir que el día del alzamiento era un poco plagio, porque la República ya tenía su día del alzamiento que se celebraba el 14 de abril, pero no solo hubo dos días del alzamiento también en la historia nos encontramos a dos Francisco Franco.

Como ya vimos en Regreso al Futuro muchos personajes de la política se repiten en la historia, es decir que el mismo nombre surge con siglos de diferencia en distintas personas y circunstancias. Precisamente de la mano de este primer Francisco Franco llegamos a una de las más disparatadas historias de España.

El mesianismo y la política han estado estrechamente unidos en nuestro país, la vinculación de la corona de España con Jerusalén y muchas supersticiones proféticas han hecho que distintas sectas naciesen al retortero de estas creencias augurando todo tipo de profecías, por lo general calamitosas.

El milagro del cojo de Calanda

Francisco Franco fue en el siglo XVII uno de los grandes defensores del famoso milagro del cojo de Calanda, un episodio donde también se mezcló lo sobrenatural con el mundano pique entre la Seo y la Catedral de Zaragoza

Antonio Navarro en tiempos de Carlos V, Lucrecia de León en el reinado de Felipe II… y así podríamos seguir con toda una serie de gurús entorno a los que se organizaron sectas de todo pelaje, a veces con serias aspiraciones políticas y otras veces alrededor de un chalado que hoy sería  el ejemplo perfecto para los manuales psiquiátricos de delirios de grandeza.

El caso de Francisco Franco parece que fue por esta última modalidad, pese a ser un jesuita bien posicionado socialmente (con contactos en Roma y Zaragoza) quedó seducido por las ideas locas del oscense Pedro Ysábal, un sacristán loco que decía hablar con los ángeles.

Ysábal provenía de una familia de infanzones (baja nobleza) del municipio de Biescas, y allí nació en 1600 aunque su infancia parece ser tan turbulenta que acabó huyendo del entorno familiar siendo apenas un niño.

Su vida continuó siendo azarosa pasando por diversos oficios como pastor o sacristán yendo a parar a Granada donde causó tal escándalo que terminó llamando la atención de la Inquisición granadina.

No era para menos porque Ysábal decía que Samuel, Zacarías, la Virgen, la Trinidad y San Miguel le habían ungido rey, y no solo de Aragón o de España, directamente le habían coronado rey del universo. A la zaga de este nombramiento vinieron milagros como multiplicar harina (que debió ser algo así como el milagro de los panes y los peces pero deconstruido), curar enfermos desahuciados, resucitar personas y tener el don de la profecía.

La muerte de Felipe IV

Uno de los supuestos prodigios de Ysábal fue profetizar la muerte de Felipe IV.

Por si fuera poco, como desde 1622 había mantenido contacto con los ángeles era capaz de incorporar el espíritu de san Miguel e incluso cambiar la voz cuando el arcángel se manifestaba.

Ahora bien, todo sería una chaladura sin mayor importancia, si no llega a ser porque en sus delirios de grandeza a Pedro Ysábal le dio por despotricar sobre Felipe IV llamándole “tonto, iluso y hechizado Rey que tenemos”. Es en ese momento cuando el tribunal de Granada, se ve en una tesitura curiosa.

Por un lado, Ysábal daba muestras de estar loco de atar, pero por otro tenía cada vez más y más seguidores como Francisco Franco, a quién le auguró la corona papal tras la muerte de Inocencio X. Y peor aún, sus prédicas estaban sembrando dudas entre la población sobre qué era un buen gobierno etc.

Los augurios de Ysábal y la profecía de San Vicente Ferrer

Según los augurios de Ysábal y una profecía de San Vicente Ferrer el jesuita Francisco Franco sería el siguiente papa después de Inocencio X

¿Le condenaban por conspirador o le soltaban por loco? Esta compleja pregunta se resolvió con una estrategia que solo se le podría haber ocurrido a la Inquisición; considerar que Pedro Ysábal no era ni un loco ni un cuerdo, simplemente le había poseído el diablo, y todos los arrebatos de locura no eran si no efectos de la posición.

Resultado:  Pedro Ysábal desterrado por un año de Zaragoza y tres leguas en contorno y Francisco Franco a puntito de perder su posición en el clero por relacionarse con tan peregrino aragonés.

La Inquisición

En no pocas ocasiones la Inquisición se vio en el brete de tener que juzgar a un loco.