La suplantación de fiestas y rituales de unas religiones por otras es de todo tiempo y todo lugar, los romanos suplantaron cultos frigios y a su vez sus festividades fueron sincretizadas por los cristianos.
Una de esas fiestas es la dedicada a la patrona del mar, la diosa protectora de los marineros que hoy asociamos con la recientemente festejada Virgen del Carmen, pero su origen se pierde en la bruma de los tiempos.

La figurilla de Astarté encontrada en La Algaida bien pudiera confundirse con la Virgen María

La figurilla de Astarté encontrada en La Algaida bien pudiera confundirse con la Virgen María, aunque varios siglos las separan. 

Las primeras noticias habría que buscarlas en las culturas egipcia y fenicia, donde las diosas Isis y Astarté se dedicaban a la protección de los marineros. Era una época donde la mayoría de la navegación era de cabotaje y donde las nuevas colonias creadas para las operaciones mercantiles también se consagraban bajo la protección de estas diosas. Así poco a poco los cultos a Isis y Astarté llegaron hasta Grecia e Hispania.
Unas diosas representadas habitualmente como una madre que sostiene o entroniza a su hijo en brazos. Un modelo artístico que continua de manera inconfundible en la Virgen del Carmen.

Representación de Isis amamantando a Harpócrates

En el siglo I existían representaciones de Isis (como esta en la que amamanta a Harpócrates), que bien pudieran onfundirse con una figurilla cristiana. 

El culto a Isis se adoptó de tal manera en Roma que, incluso, se le dedicaba una festividad, la “navigium Isidis”, que consistía en una procesión que acababa a las orillas del mar, con una representación de la diosa portada a hombros por una serie de cofrades.
Imagen y rito que transformada en la Virgen del Carmen ha continuado hasta la actualidad, pero… ¿qué tiene que ver todo esto las compañías aseguradoras?
Desde varios siglos atrás los mercaderes griegos se dieron cuenta que era muy rentable asociarse para remediar las pérdidas que ocasionaban en sus barcos, tormentas, piratería etc. Se inventaron entonces los primeros seguros y leyes para la protección de mercancías (como la Ley de Rodas) que luego perfeccionaron los romanos con conceptos como la pecunia trajectitia o las tablas de probabilidad de deceso (atribuidas al jurista Domicio Ulpianus).

Ritual del Navigium Isidis pintado Frederick Arthur Bridgman

Ritual del Navigium Isidis pintado por Frederick Arthur Bridgman.

Esta preocupación por lo que ocurría con los negocios en el mar alcanzó su culmen con los “collegia”, asociaciones gremiales responsables de seguros de vida, viajes etc. Una buena muestra de estas organizaciones la encontramos en Ostia, uno de los epicentros financieros de la antigua Roma donde aún se conservan los restos de la plaza de las corporaciones donde cada oficina estaba decorada con un mosaico que ilustraba su negocio, los stuppatores (dedicados al comercio de estopa), los sabratensium (especializados en elefantes y marfil) pero sobre todo destacan los naviculari (es decir, los armadores de barcos).

Los naviculari karalitani o navieros de Cagliari representados en los mosaicos de Ostia

Los naviculari karalitani o navieros de Cagliari representados en los mosaicos de Ostia. 

Con tantos especialistas en la materia, cualquier contratiempo que afectara a los contratos con estas aseguradoras se tenía en cuenta, y lógicamente el principal era el clima. Algunas de ellas no cubrían viajes en época de tempestades o fuera de los límites del Mare Nosturm por ello era clave saber qué meses eran los propicios para navegar.
Evidentemente en el Mediterráneo los meses propicios son los de verano, aunque a veces se incluían abril y mayo. Hesíodo, por ejemplo, consideraba que las mejores fechas para navegar eran 50 días que iban de julio a septiembre.
Qué casualidad que la fecha con la que se declaraba el “mar apertum” (mar navegable) coincidía con la festividad de Isis como protectora marina. Una fecha en las que las compañías de seguros bajaban los precios, siendo entonces, y ahora, algo muy de festejar.