Seguir la pista de algunos documentos no es tarea sencilla. En muchos de ellos se miente, se cometen errores o sencillamente se acaban de forma abrupta para siempre.
La historia de hoy tiene un poco de todo esto, por eso nuestra misión es descubrir que hay de cierto en esta enrevesada historia.
Nos tendríamos que remontar a tiempos de Felipe II, donde algunos aristócratas comenzaban a contratar escritores que a modo de reporteros les contaban con detalle todo lo que ocurría en la capital. De esta forma, las bibliotecas de los nobles alejados de Madrid se fueron llenando de cartas, papeles y documentos sobre los temas más diversos.

Viajamos en esta ocasión al Madrid de Felipe II

Viajamos en esta ocasión al Madrid de Felipe II.

Así ocurre con  Los comentarios de los sucesos de Aragón en los años 1591 y 1592. Un compendio de noticias enviadas a don Francisco de Aragón, conde de Luna entre las que se incluía un singular romance.
Esta cancioncita no tendría la menor relevancia (de hecho, está perdida), pero gracias a los bibliotecarios que inventariaron estos papeles sabemos que comenzaba diciendo: “Dime qué Etna o qué Vulcano, tienes en el pecho, España”.
¿Por qué diantres un emisario del conde de Luna enviaría a su señor una canción así? Pues en realidad porque no solo era una canción, también ocultaba algo más. Dichos versos (atribuidos a Luis de Góngora) resumían una historia criminal, como tantos otros romances de ciego etc… Pero en este caso se centraba en un suceso que hoy no se consideraría criminal, pues hablamos de un crimen de sodomía, que es sencillamente la homosexualidad.

El Archivo Histórico nacional cuenta con numerosos procesos contra homosexuales como este contra fray José Pérez por el tribunal de Valencia

El Archivo Histórico Nacional cuenta con numerosos procesos contra homosexuales como este contra fray José Pérez por el tribunal de Valencia. 

Hasta aquí nada raro, de hecho los archivos inquisitoriales están plagados de procesos de sodomía, muchos de ellos protagonizados por religiosos contra menores, pero en este caso parece que los tiros van por otro lado, pues ambos implicados no solo eran adultos, sino que forman parte de la aristocracia madrileña del siglo XVI.
El primero de ellos es Juan de Sardaneta y Mendoza, lo cual hace pensar en el hijo de dos hidalgos de la villa y corte, Juan de Sardaneta y su esposa Juana Mendoza.
El otro era nada menos que el Príncipe de Áscoli, pero aquí hay cierta confusión pues además de titularle Ásculi (en lugar de Áscoli) el cronista le llama Antonio Manrique de Lara cuando ningún príncipe de Áscóli se ha llamado así.

Los príncipes de Áscoli tenían enorme fama en España desde él triunfo del primer príncipe de Áscoli en la batalla de Pavía

Los príncipes de Áscoli tenían enorme fama en España desde el triunfo del primer príncipe de Áscoli en la Batalla de Pavía.

Sin embargo sí hubo un príncipe de Áscoli, en esa horquilla de tiempo en la que se resumen las noticias (1591 y 1592), llamado Antonio: Antonio Luis de Leyva y de Guzmán, nacido en Madrid y de 28 años cuando salió a la luz la noticia.
Una noticia que cuenta con un aliciente más, y es que el príncipe de Áscoli no era un aristócrata del montón. Era, muy posiblemente, un hijo bastardo de Felipe II. La situación era la siguiente. Actualmente está plenamente admitido que su madre, Eufrasia de Guzmán, fue amante del monarca entre 1559 y 1564, de hecho, para ocultar esta “entrañable amistad” se casó a doña Eufrasia con el III príncipe de Áscoli, técnicamente el padre de nuestro protagonista.

Antonio Luis de Leyva fue hijo póstumo del III príncipe de Áscoli o de Felipe II

¿Antonio Luis de Leyva fue hijo póstumo del III principe de Ácoli o de Felipe II? Solo lo sabrá su madre, doña Eufrasia de Guzmán, amante del rey. 

Pero parece demasiada casualidad, que el hijo de una amante del rey, nazca justo después de morir su padre oficial...  Las opiniones en la corte se debatieron sobre si era hijo o no del rey, pero, años más tarde, cuando sus triunfos militares le valieron todo tipo de alabanzas poéticas, Gutierre de Cetina le dedicó estos versos.

“Príncipe digno de inmortal historia,
despertadores son de los deseos

Que a un hijo tal cual vos del nuevo marte
harán subir a la paterna gloria.”

La historia homosexual de Antonio Luis de Leyva y Juan de Sardaneta, sigue aún en las brumas de la historia pero aúna mucho más que el amor entre dos hombres porque al igual que Antonio Luis estuvo tan cercano de la Corona, Juan era hijo de un regidor del ayuntamiento de Madrid. Dos instituciones que siempre se dicen orgullosas de su pasado quedan con ellos unidas para siempre en un idilio homosexual.