La misma sombra de hace quince años se cierne sobre Zinedine Zidane. Muchos pensarán que el entrenador del Real Madrid trabaja bajo una cúpula inquebrantable que se oculta bajo el esbozo de la misma sonrisa que lleva engatusando a los periodistas desde que decidiera dirigir al conjunto blanco. Pero incluso a los magos también les crecen los enanos, y el enemigo no siempre está en cada esquina, esperando a asestar el golpe definitivo que demuestre al mundo que hasta al hombre más integro se le puede volver completamente vulnerable.

En este caso, el diablo viste de Prada y habla la misma lengua. “Con lo que gana Zidane, no me extraña lo que ha dicho. Imagino que tiene bastante capital financiero, por ello le interesa que Macron gane las elecciones”, replicaba Marine Le Pen al entrenador del Real Madrid hace unos días.

Estas declaraciones no fueron más que un hilo conductor de las palabras de Zinedine, cuyo mensaje fue casi calcado al de 2002: “mi mensaje va a ser siempre el mismo. Estoy muy lejos de las ideas del Frente Nacional y me gustaría evitarlo. Los extremos nunca son buenos”, explicaba Zidane. Y fue entonces cuando se volvió a abrir la brecha del conflicto.

¿Qué ocurrió en 2002?

Por aquel entonces, Zinedine Zidane estaba activo como jugador. Formaba parte del Real Madrid de los galácticos y, en unas circunstancias similares, en la sala de prensa, tuvo que salir a reprochar la candidatura de otro Le Pen: Jean-Marie, padre de Marine y candidato que se enfrentó a Jacques Chirac.

“Lo único que quiero decir es que la gente tiene que votar. Es muy importante. Y, sobre todo, hay que pensar. Hay que pensar en las consecuencias que puede tener votar a un partido que no corresponde para nada con los valores de Francia”, decía el jugador francés en aquellos tiempos.

Zidane, hijo de emigrantes argelinos, se había convertido en uno de los objetivos de Le Pen cuando este cargó contra la multirracial selección francesa. “Es artificial que hagamos venir a jugadores extranjeros para bautizarlos como equipo de Francia”, dijo por aquel entonces Jean-Marie cuando la Selección Francesa se proclamó campeona del mundo en 1998 y de Europa en el 2000.

Otra vez, los Le Pen

Quince años después, en la misma casa pero con distintas funciones, ‘Zizou’ vuelve a dar la cara para tratar de movilizar al electorado francés, que tendrá una cita con las urnas el próximo 7 de mayo.

Su visión tampoco. Su premisa sigue siendo idéntica: “Soy francés. Mi padre es argelino. Estoy orgulloso de ser francés y estoy orgulloso de que mi padre sea argelino”.