Meses después, la historia se repite. El pasado 7 de octubre Vox sorprendió a España con un inésperado éxito en Vistalegre. El vivido este sábado en la Cubierta de Leganes, sin embargo, no ha cogido a nadie por sorpresa.

Dos actos de Vox en Madrid en medio año y dos llenos absolutos. Cada aparición de Abascal es una demostración de fuerza y éxito de la ultraderecha. Ya sea saliendo de presenciar una corrida de toros, en actos improvisados en bares o en baños de masas, como el de hoy, cada aparición de la plana mayor de Vox evidencia su músculo y los cientos de miles de votos que lo acompañan.

El poder de los símbolos y la lucha del lenguaje

Durante la previa, la gente enloquece al ver a periodistas y políticos vinculados con la izquierda proyectados en una pantalla gigante. Con la aparición de PedroSánchez, Pablo Iglesias y Grabriel Rufián, la cubierta recuerda al Camp Nou con la salida de Luis Figo con la impoluta elástica blanca del Real Madrid. Un silbido ensordecedor. Abucheos, insultos. Pero sin cabeza de cochinillo.

La entonación del Novio de la muerte (hubo bis), el ondeo de las banderas y la emoción de los, según la organización, 8.500 asistentes, se asemeja a algunas escenas de independentistas, esteladas, lazos amarillos y notas Els Segadors. Dos nacionalismos antagónicos pero con muchos puntos en común. Una ponderación de símbolos comunes e identitarios que Vox hace suyos sin miramientos. Y todo gracias a un público por cuyas venas galopa el virus, prácticamente incurable, del nacionalismo.

A pesar de que las encuestas sitúan a Vox en la última posición, la sensación que se respira en cada acto electoral es otra. Nadie en el partido se cree los datos demoscópicos. Y los simpatizantes menos. Están convencidos de quedar por delante de la "veleta naranja" y muy cerca de la "derechita cobarde".También ven inevitable la victoria del PSOE porque “Podemos está muerto”.

Pedro Sánchez, por ejemplo, no es Pedro Sánchez. “A Falconetti hay que echarle”, dicen. El vocabulario de Federico Jiménez Losantos impregna las frases de algunos de los asistentes. Y es que el lenguaje juega un papel vital.

“Medidas ideológicas del zapaterismo”, “ley ideológica de género”, "ley de desmemoria histórica", "adoctrinamiento ideológico de la enseñanza", "feminismo supremacista". Cada una de estas frases retumba y es ovacionada, convirtiéndose en marcas registradas. Ya son más que palabras. Son realidades que hoy en día se pueden escuchar sentado en la barra del bar del barrio.

Vox ha entendido la batalla del lenguaje y cada día es mayor su capacidad de introducir su mensaje en los grandes medios e, incluso, de marcar la agenda. Los hechos plasman el lugar que ocupa hoy en día el partido y cuál ocupará en menos de un mes.

La aristocracia de Vox

Ivan Espinosa de los Monteros ha sido el encargado en dar comienzo al acto.  Su primera intervención, un ejercicio de mofa contra el lenguaje inclusivo: “Bienvenidos a este acto de Vox, Vax y Vex”. A pesar de la mala calidad del sonido y de la dificultad de entender sus palabras, la gente aplaude sin rechistar. Porque cuando el público está obnubilado por el que preside el atril, sus palabras son lo de menos. A su orden, como en Hamelín, han ido subiendo al escenario todos los cabezas de lista para el Congreso y el Senado.

De ellos se pudieron escuchar los mensajes típicos de Vox: la suspension de la autonomia de Cataluña o reforzar la bandera, el himno y la corona También lanzó un aviso a los “cosmopolitas”. Proteger las fronteras a través de la construcción de un muro en Ceuta y Melilla, además de repatriar a inmigrantes ilegales. Trumpsismo cañí celebrado por los asistentes.

A continuación y bajo las notas de Puigdemont te vamos a meter a prisiónapareció "la arquitecto" y "azote de los progres", Rocio Monasterio: “Parece mentira que haya sido la única que le haya plantado las esposas”, ironiza. Atacando al PP, Monasterio ha acusado a Rajoy de agachar la cabeza y arrodillarse "debil y enfangado por la corrupción". 

"Rajoy abandonó su escaño y se fue a ahogar sus penas a un bar, entregando España a sus enemigos", ha añadido. A la líder en Madrid tampoco le ha faltado la típica baza electoral de los niños con una escena, quizás real, quizás invent, en la que ha lamentado el verse obligada a decir a sus hijos que no podrían irse de vacaciones en Semana Santa. Según ha contado, uno de sus hijos le contestó: “Mamá lo entendemos, en esto estamos todos”.

Santiago Abascal, dueño y señor

A continuación le ha llegado el turno a Ortega Lara, quien se ha encargado de presentar, entre varios halagos, a Santiago Abascal, el absoluto dueño y señor de la ultraderecha española.

La conexión de Abascal con el público es total. Recuerda al primer Pablo Iglesias, aquel líder de Podemos, carismático y sonriente que aspiraba a conquistar los cielos y que casi lo hace. El futuro deparará si Abascal transmutará en este Iglesias encorvado, serio, debilitado y eclipsado por la sombra del chalet de Galapagar.

Mientras Vox llena pabellones, la izquierda se enroca en batallas fraticidas. Solo el PSOE da la impresión de poder ser capaz de enfrentarse con fuerza al trío de Colón. En situaciones como la que vive España, es fácil recordar algunos mantras que se escuchan en movilizaciones y también en los actos de Podemos como Madrid será la tumba del fascismo. Los mensajes vacuos no tumban el fascismo. ¿Dónde está la izquierda?