“Si eres de El Plural, te lo vas a pasar bien”, espetan al periodista al llegar al Palacio de Vistalegre, donde 10.000 personas han aupado a VOX y a sus líderes en un histórico acto que marca un antes y un después en la historia de la derecha española.

Hay quien dice que los preliminares son algo básico. Un vídeo con declaraciones de Pablo Iglesias y Pedro Sánchez sirve de excitación previa para un público entregado, que no duda ni un segundo a la hora exhibir sin complejos la bandera de España y entonar cánticos patrióticos. Un vídeo-homenaje en defensa del ejército, bajo las notas del himno de La Legión, 'El novio de la muerte', enciende a un respetable, cuyo rostros evocan a los de los independentistas catalanes cuando entonan en bloque Els Segadors. Y es que el nacionalismo español existe, ha perdido el miedo y este domingo,­­­­ ha mostrado músculo en Vistalagre .

“No solo estamos llenando Las Ventas, estamos llenando Carabanchel”

Según datos de los organizadores, 10.000 personas han asistido al acto mientras que 3.000 se han quedado fuera del recinto. A estos últimos se ha dirigido Santiago Abascal, altavoz en mano, junto a la escultura de un toro, en una metafórica imagen que evoca a la de Lenin dirigiéndose al pueblo ruso a comienzos de siglo XX.

El acto ha comenzado con la ponencia de Rocío Monasterio, presidenta de Vox Madrid. La oradora ha dado inicio a su discurso con tres palabras: “Puigdemont a prisión”. El público, lógicamente, ha enloquecido, como un circo romano que pide la cabeza de un enemigo de Roma. Todo después de cantar en coro dos estrofas viralizadas hace un año: “Puigdemont te vamos a meter en prisión y al Trapero que va a ser su compañero”. Y es que Cataluña representa el núcleo del debate y sirve para calentar al público e ir trasladando otros mensajes.

Vox intenta que no se le identifique con el racismo y la xenofobia. Sin embargo, las palabras de Monasterio, dejan un tufillo que refleja un claro acercamiento a estas posturas. Los manteros han sido los primeros en ser señalados: “Manteros, inmigración ilegal (atronador aplauso) protegidos por las instituciones que promueven la inmigración ilegal, el fraude fiscal y permiten a unas mafias ilegales que ellos mismos han aupado”.

Es obvio que Vox no es el Ku Klux Klan. No obstante, de frases como “somos los que queremos mantener el estado de bienestar para los españoles”, llamar a los centros de culto musulmán “mezquitas de odio”, ridiculizar a Pablo Casado por “dar abracitos en la frontera al que acaba de atacar a la guardia civil” o advertir con “no consentir que Tetuán o Vallecas se conviertan en Lavapiés, Ceuta o Melilla” y “defenderemos nuestra identidad del globalismo imperante”, se extrae un mensaje claro que señala como culpable del problema de los españoles al extranjero.

“A por ellos”

Jose Ortega Smith, líder de Vox en Cataluña, es tratado como un héroe. Bajo el recurrente “a por ellos”, Smith comienza su discurso ponderando la batalla de Lepanto que derivó en una victoria española frente a Turquía. Esos soldados, “sus antecesores”, salvaron “la identidad occidental frente a la barbarie”. Y es que Smith no se inmuta comparando aquel momento con el actual y equiparando el peligro exterior que vivía la España de hace 400 años con el que vive en este momento.

Smith, aprovecha, además, para desenterrar el mensaje conspiranoico sobre el 11-M y comparar a aquellos periodistas valientes “que informan con objetividad” con “aquellos esbirros puestos de rodillas ante los poderes extranjeros que han sucumbido a la dictadura de lo políticamente correcto”.

Al igual que en Podemos, el papel de Vox se explica a través del de su líder. Si el de los morados es Pablo Iglesias, el de los rojigualdas es Santiago Abascal, catalogado por Ortega Lara como “licenciado en la supervivencia”. Abascal es un hombre con aspecto de conquistador, que a través de su figura y su discurso no tiene dificultades para encandilar a una masa etérea que se camufla entre banderas de España. Niños, adolescentes, adultos y ancianos vibran al ver a su hombre dirigiéndose a ellos.

Su entrada acompañado de un séquito recuerda a la llegada de una estrella internacional al aeropuerto de Estambul tras firmar por un conjunto turco. “Presidente, presidente”, se escucha. El escenario, con tres enormes letras en un principio verdes, ahora rojigualdas, sirve de horizonte para un hombre que quiere “hacer a España grande otra vez”.

Los últimos datos del CIS muestran la brecha provocada por Vox en el espectro de la derecha. El partido de Abascal se separa de Cs y PP, a los que tacha de “ambiguos”. La falta de complejos de Vox ha conseguido que las encuestas les den entre 300.000 y medio millón de votos, con una mayoría procedente del PP. Y es que el CIS le otorga un 1,4% de estimación de voto, lo que le permitiría obtener un escaño por Madrid y alguno más en las próximas elecciones europeas, que tendrán lugar en mayo.

Santiago Abascal ha dado este domingo 7 de octubre de 2018 un golpe en la mesa que pone en jaque a las denominadas por él mismo “derechita cobarde” y “veleta naranja”.