El independentismo catalán y el nacionalismo español son dos corrientes políticas que, pese a un teórico antagonismo ideológico, esconden ciertas similitudes. Se pueden comprobar a través de algunos de los comportamientos de sus seguidores y de sus representantes políticos. Uno de los efectos que tiene el haber sido testigo de actos de ambos movimientos es el de establecer un paralelismo entre dos movimientos que amenazan la convivencia de la sociedad española y el orden constitucional.

Entre las semejanzas están los elementos identitarios como una bandera o un cántico, atentar contra la Carta Magna española, situar al diferente como el culpable o atacar a los medios de comunicación que no siguen tu corriente.

Una bandera y un himno

El pasado 7 de octubre, el partido ultraderechista, Vox, llenó Vistalegre y sus alrededores. Miles de personas rebosaron el barrio de Carabanchel marcando un punto de inflexión en la historia política española y demostrando la fragmentación de las derechas. El fervor del público pudo comprobarse en el catártico momento en el que el ruedo madrileño cantó al unísono el himno de La Legión, El novio de la muerte. Todo ello, bajo un manto de banderas de España y el trance de los asistentes ante tal exaltación nacionalista. Lo mismo sucedió, al escuchar los acordes del himno oficial español.

Y es que esa expresión de “amour fou” por una patria se puede observar de forma idéntica en cualquier concentración independentista que canta al unísono El Segadors y ondea la estelada. Sustituye una bandera por otra, un himno por otro. Diferentes símbolos, mismo fanatismo.

Ocupación del espacio público

Existe una imagen que sirve como paradigma del nivel de nacionalismo y surrealismo al que se puede llegar en Cataluña. Los altavoces del ayuntamiento de Vic, estuvieron emitiendo día tras día el siguiente mensaje: “No normalicemos la situación de excepcionalidad y urgencia nacional. Recordemos cada día que hay presos políticos y exiliados. No nos desviemos de nuestro camino: la independencia de Catalunya”. ¿Qué se puede extraer de una escena como ésta, más que imagen de ultranacionalismo, totalitarismo y ocupación del espacio público para lanzar un mensaje político? ¿Qué tipo de régimen te viene a la mente al verlo?

El enemigo

Detrás del mensaje patriótico de Vox se esconde una evidente xenofobia, la que destilan los mensajes de sus líderes y también sus propuestas. En Vistalegre, por ejemplo, pudimos escuchar declaraciones tales como “somos los que queremos mantener el estado de bienestar para los españoles”, llamar a los centros de culto musulmán “mezquitas de odio”, ridiculizar a Pablo Casado por “dar abracitos en la frontera al que acaba de atacar a la guardia civil”, advertir que no van a “consentir que Tetuán o Vallecas se conviertan en Lavapiés, Ceuta o Melilla” y subrayar que “defenderemos nuestra identidad del globalismo imperante”. Vox, incluso, ha propuesto expulsar a "extranjeros" como Echenique de nuestro país.

Por otra parte, organizaciones neonazis como Hogar Social de Madrid también organizan campañas solamente para el beneficio de  españoles. Colocar al extranjero como culpable de los males de una sociedad es una práctica básica del pensamiento fascista.

Y si el dedo de la ultraderecha señala al extranjero, el de un sector del independentismo señala al español. Desde una posición de superioridad moral, el independentista intenta ridiculizar y caricaturizar la figura del inmmigrante español en Cataluña.

Pompeu Gener, uno de los fundadores del nacionalismo catalán, defendía a su pueblo como “una raza superior a la mayoría de los que forman España”, además de advertir que “no podemos sufrir la preponderancia de razas inferiores”.

Enric Prat de la Riba señalaba a Cataluña como “la principal representante de la civilización europea en ese fajo mal atado de kabilas africanos que el Estado español encarna”.

El fundado de ERC, Frances Maciá lllegó a calificar la inmigración española de primera mitad de siglo como “inmundicia de basuras” o “gitanada inmensa”.

Más reciente son las declaraciones de Jordi Pujol sobre los andaluces: “El hombre andaluz no es un hombre coherente. Es un hombre anárquico. Es un hombre destruido. Es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignoracia y miseria cultural, mental y espiritual”.

Y todos recordamos el tufo xenófobo de una reflexión del actual presidente de la Generalitat, Quim Torra sobre aquellos que “están aquí, entre nosotros”: “Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeras, víboras, hienas. Bestias con forma humana, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con verdín, contra todo lo que representa la lengua”. Además de afirmar que “les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay alguna cosa freudiana en en estas bestias. O un pequeño estremecimiento en su cadena de ADN. ¡Pobres individuos! Viven en un país del que desconocen todo: su cultura, sus tradiciones, su historia”, escribió. 

Ataques a la Constitución

La declaración de independencia aprobada por el Parlamento catalán fue un claro ataque al texto que permite la cohesión social en España. De hecho la Abogacía del Estado presentó un recurso en el Tribunal Constitucional afirmando que tal resolución violó los artículos “1.2, 2,168, 1.3, 1.1,9.1, 164 y 23 de la Constitución Española, además de los principios de lealtad constitucional y de fidelidad a la Carta Magna”.

Mientras tanto, Vox aboga por la supresión de las autonomías, cuyo reconocimiento está recogido en el artículo 2: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.

El partido de Santiago Abascal también apoya la ilegalización de partidos políticos o la derogación de la Ley de Memoria Histórica.

Exaltación del pasado

En su discurso en Vistalegre, Ortega Smith ensalzó a sus antecesores “los soldados de Lepanto”, llegando a comparar la amenaza exterior de la España del siglo XVI con la de la actualidad. "Hace 447 años tuvo lugar la batalla de Lepanto, en la que quienes nos precedieron salvaron a la civilización occidental frente a la barbarie. Hoy vuelve a estar amenazada”, afirmó. En los actos de Vox no es extraño encontrar banderas con la Cruz de Borgoña, reminiscencia del Imperio Español.

Por otra parte, es habitual la imagen de políticos catalanes rememorando la ficticia historia de Cataluña. De hecho, este pasado agosto pudimos ver a Quim Torra en la conmemoración de la batalla de Talamanca de 1714, donde llegó a ponderar la figura de los soldados. “Para hacer efectiva esta república necesitamos toda la disposición hasta las últimas consecuencias”. Los pueblos construyen su propia historia y los políticos la amoldan en aras de sacar rédito. Esta es otra de las similitudes entre el movimiento independentista catalán y las formas del nacionalismo español.

Ataques de los medios de comunicación

Otra de las prácticas comunes de ambos movimientos es la de ridiculizar e insultar a aquellos profesionales de la comunicación que no comulgan con su mensaje. El pasado 7 de octubre, un compañero de La Sexta tuvo dificultades para informar en directo y sufrió descalificaciones, incluída la de llamar a la cadena La Secta.

Esta es una imagen recurrente en concentraciones independentistas, cuando periodistas de cadenas nacionales tratan de hacer conexiones en directo. Gritos, insultos y cánticos como “prensa española, manipuladora” son constantes. Y es que, al fascismo nunca le ha gustado la libre expresión ni la libertad de prensa.

José Ortega Smith se refirió también en Vistalegra a 'su prensa'. "Nos dirigimos a esos pocos periodistas valientes que informan con objetividad frente a esos medios de comunicación esbirros, puestos de rodilla ante los poderes extranjeros y que han sucumbido ante la dictadura de lo políticamente correcto". Da que pensar.