Después de ser ministro del Interior, primer ministro y candidato a la presidencia en Francia, Manuel Valls ha comunicado su inminente candidatura a la alcaldía de Barcelona. De esta manera pretende consumar su ruptura con la política de su país, donde una campaña reclama desde hace días que abandone su escaño de diputado.

El exjefe de Gobierno bajo el mandato de François Hollande comenzó a tejer su red trasnacional hace aproximadamente un año, marcado por su derrota en las primarias socialistas para las presidenciales de 2017 y el rechazo del partido gubernamental, La República en Marcha, a incluirle como aspirante en las legislativas. Adscrito ahora a la mayoría presidencial, Valls se presentó por libre a esos últimos comicios y se hizo hueco en el nuevo mapa político francés como diputado por el municipio de Evry, del que fue alcalde, pero su creciente actividad al otro lado de la frontera ha elevado las voces en su contra.

Farida Amrani, su rival en las urnas y la candidata el partido izquierdista La Francia Insumisa que se quedó a 139 votos de ganarle el puesto en las legislativas de junio del año pasado ha conseguido que cerca de 20.000 personas respalden su cruzada en Internet contra el "diputado fantasma" pidiéndole abandonar el cargo "por cuestión de ética" y de respeto a las instituciones y a los ciudadanos.

El político, nacido en la capital catalana hace 56 años, ha mantenido la incertidumbre sobre su futuro a lo largo del verano y creó gran expectación el viernes con una foto que compartió en Twitter donde se ven dos pies sobre los típicos adoquines de una calle barcelonesa bajo la palabra "Barcelona...". La cuenta "Valls 2019", desde la que convocó a la prensa para desvelar si finalmente liderará una plataforma para alcanzar el año que viene la alcaldía de su ciudad natal, hace lo suyo para dar por supuesto que se embarcará en la carrera a las municipales en España.

Según el diario Le Figaro, el exprimer ministro y extitular de Interior en los dos años anteriores, ha cortado vínculos con sus apoyos en Francia desde el inicio de este verano. Allí se le reprocha que la construcción de una nueva carrera política fuera de las fronteras nacionales haya ido acompañada en los últimos meses de frecuentes ausencias en la cámara de diputados. Los diputados no tienen obligada por ley una presencia mínima en la Asamblea Nacional, pero en caso de absentismo flagrante la normativa sí prevé sanciones financieras, que sin embargo nunca han sido aplicadas desde su instauración en 1944.

Si Valls dimitiera ya, el código electoral francés establece la convocatoria de elecciones parciales en los tres meses siguientes a su decisión. La ley sobre la no acumulación de mandatos, que impide ser diputado y alcalde a la vez, no contempla un mandato en el extranjero. Si el Consejo Constitucional francés decidiera aplicarla cuando Valls hubiese sido ya elegido, sería reemplazado por su suplente, Marie-Hélène Bacon.

Diarios como Le Figaro recordaron este fin de semana que la apuesta de Valls por la ciudad condal es "arriesgada". Sin prestar atención a las críticas, el político parece tener claro su objetivo: "Lo único que me importa es la manera en la que me ven en Barcelona", concluyó.