Después del encuentro entre Donald Trump y Theresa May, el presidente de Estados Unidos se trasladó junto a su esposa al castillo de Windsor, donde les esperaba su otra gran cita de la jornada, la reina Isabel II.

El matrimonio paseó con la monarca, que ha recibido a una docena de presidentes de Estados Unidos en su más de medio siglo de reinado, casi una hora en la que contemplaron un desfile militar y compartieron un tradicional té inglés.

Dicho encuentro nos ha servido para comprobar qué relevancia le da Trump al protocolo. En primer lugar, la reina Isabel II, de 92 años, estuvo más de 10 minutos esperando a Donald Trump. La monarca aguanto estoicamente bajo el calor y a pesar de su edad la llegada el empresario-presidente no perdio la compostura.

A la tardanza debemos sumar el hecho de que no hiciera reverencia y que llevara la chaqueta desabrochada. Para terminar de rematar el cúmulo de despropósitos del mandatario norteamericano, en plena inspección de la Guardia de Honor, Trump se ha desentendido de la reina y la ha dejao atrás. God save the queen.

El presentador estadounidente Greg Gutfeld ve a Donald Trump como "Los Ramones de la política. Lo que el punk le hizo a la música, Trump se lo está haciendo a toda la escena política. Trump es el primer presidente punk".

A apenas 40 kilómetros de esa idílica estampa, miles de personas se concentraban en la plaza de Trafalgar al grito de "Dilo alto y claro, Donald Trump no es bienvenido aquí".

La movilización, convocada por la plataforma Together Against Trump, reunió según la organización a unas 100.000 personas que, equipadas con pancartas, camisetas reivindicativas, pitos y cacerolas formaron una de las protestas más multitudinarias desde las de 2003 contra la guerra de Irak.