Una oleada de marchas de agricultores recorre Europa. A principios de año fue en el centro de Berlín, Alemania. Unas semanas más tarde Polonia y Rumanía. Ahora, desde hace unos días, la imagen de los tractores cerrando las carreteras de Francia -bajo la amenaza de colapsar París y ya bloqueando Bruselas- inunda los medios y las redes sociales mientras este jueves se ha sumado también Portugal, donde han cortado el tráfico en la frontera con España.

Las motivaciones para salir a las autovías en cada nación son diferentes, pero las principales quejas pivotan sobre la regulación de la Unión Europea (EU) en este sector, concretamente el Pacto Verde. Unas políticas que marcan el camino hacia la transición ecológica y que no gustan a la ultraderecha. De hecho, los partidos de extrema derecha de diversos países de la zona están volcando su euro y eco escepticismo en estos trabajadores para intentar capitalizar las protestas de cara a las elecciones comunitarias.

Los agricultores protestan

Queda poco más de cinco meses para que toda Europa tenga una cita con las urnas y elija al próximo Parlamento europeo. Una institución que tiene la amenaza actual de virar, y mucho, hacia la derecha a la luz de las últimas semanas. También de los gobiernos que prosperan en el continente. Y es que los agricultores y ganaderos han subido el nivel extendiendo las protestas a más países de la zona. El descontento oscila en torno a la transición ecológica y, concretamente, a las políticas medioambientales que la UE ha impulsado en los últimos años.

Los agricultores y ganaderos denuncian que tienen que cumplir con sendas normativas comunitarias, que en muchos casos se suman a las propias de cada país. Más prohibiciones o limitaciones que afectan económicamente a las explotaciones. De hecho, aseguran que las medidas se han multiplicado, lo que les genera mucha presión y gastos, mientras apelan a que las ayudas públicas para adaptarse a un nuevo sistema más eco son insuficientes, por lo que muchos rozan la quiebra.

Algunos expertos aseguran que, aunque los productores no tienen los mismos problemas, todos tienen una notable dependencia en las subvenciones de la UE que, para poder recibirlas, tienen que aceptar y cumplir las condiciones que las instituciones comunitarias imponen. Estos van, por ejemplo, de restricciones a fertilizantes o la implantación de sistemas de ventilación más modernos en los corrales de las granjas. Todo mediante trámites administrativos y burocráticos más intensos.

En concreto, las protestas se deben básicamente a cuatro puntos: la entrada de productos agrícolas ucranianos baratos por la suspensión de aranceles tras la invasión de Rusia; la retirada de ayudas a la energía y escalada de precios; la firma del tratado de libre comercio entre la UE y Mercosur -que permitiría la entrada de productos agrícolas latinoamericanos a un precio menor, y unos requisitos medioambientales de la UE más exigentes que en otros países competidores.

Problemas nacionales y europeos

Esta situación se suma al aumento de los costes de producción que experimentan por los efectos la pandemia de coronavirus o la guerra de Ucrania así como la subida de los precios de los carburantes, lo que ha hecho que los granjeros hayan salido a la calle con todo. En el caso de Francia, los agricultores denuncian estar sumidos en una sobrereglamentación que impone el gobierno de Emmanuel Macron, por lo que dicen estar doblemente penalizados. Y es que, en general, las protestas responden a conflictos nacionales.

En Lituania, más de 1.000 tractores se concentraron en Vilius para reclamar un cambio en la política agrícola con mejores precios, menos impuestos a los combustibles y reglas más sencillas. Mismo caso que en Grecia, donde exigen al Gobierno de Katerína Sakellaropoúlou exenciones fiscales al combustible para poder reducir los costes, así como ayudas para compensar la pérdida de cosechas por las inundaciones de las últimas semanas. En Francia exigen, además, subvenciones inmediatas y la reducción de las limitaciones de carácter ambiental. También Más País.

Por su parte, los países del este se quejan de la suspensión de los aranceles a Ucrania, que ha provocado una "competencia desleal" que ha perjudicado a Polonia, Hungría o Eslovaquia. Estos llevan meses pidiendo una regulación para que el producto ucraniano solo pueda pasar pero no comercializarse en su territorio. "Tenemos que tener en cuenta las sensibilidades de los sectores agrícolas, especialmente los países vecinos, que son los más afectados", ha señalado Valdis Dombrovskis, letón y comisario europeo de Comercio.

La ultraderecha, al acecho

Sin embargo, las protestas han escalado a nivel cualitativo y cuantitativo de la mano de la extrema derecha. Con las elecciones europeas cada vez más cerca, los partidos ultras intentan capitalizar este problema para hacerse con el voto de los agricultores. "La Unión Europea quiere la muerte de nuestra agricultura", ha llegado a exclamar Jordan Bardella, eurodiputado francés y presidente del Reagrupament Nacional (RN), Mientras, un grupo financiado por el Gobierno de Viktor Orbán ha organizado una conferencia para "luchar contra la guerra de la UE contra la agricultura".

Y es que encender el debate contra la Unión Europea es un peldaño de la escalera de prioridades de la mayoría de partidos de extrema derecha, que son bastante euroescépticos. Euroescépticos y econegacionistas, por lo que buscan convencer a los productores de los peligros que conlleva una política europea que mire en exceso -a su juicio- por el medioambiente y la transición ecológica. Ejemplo de ello es Santiago Abascal y su lucha contra la contaminación, "la España que madruga" y la Agenda 2030, o Marine Le Pen, que apuesta por hacer campaña contra la "ecología punitiva".

En Alemania la extrema derecha está avivando las protestas a cuenta de la eliminación de las ayudas al gasóleo pese a que Alternativa por Alemania, partido de esta ideología en el país, siempre había defendido "limpiar la jungla de subvenciones". Con este marco, las protestas de agricultores y ganadores se extienden en los últimos días por Europa a pocos meses de los comicios, con la misma fuerza que el crecimiento de la extrema derecha en los países de alrededor y con el impulso de las redes sociales.

Sumar pide parar el "populismo reaccionario"

En España, la izquierda abraza las críticas a la política agraria actual -donde los productores ganan poco y los consumidores pagan mucho- al tiempo que apela al trasfondo del asunto. Eso teniendo en cuenta que las protestas no han alcanzado el mismo nivel porque las problemáticas sobre la mesa no afectan tanto. "Están eligiendo al enemigo equivocado [...] alentados por la derecha y la extrema derecha", sostienen desde Sumar, que apuesta por reformar la Política Agraria Común hacia una transición ecológica "justa" para todas las partes.

"El sector agrícola atraviesa graves problemas estructurales debido al cambio climático, la sequía, la inflación o el precio de la energía. Pero para combatirlo están eligiendo al enemigo equivocado. Alentados por la derecha y la extrema derecha, se está culpando de todos los males a las leyes verdes sobre pesticidas, restauración de la naturaleza o bienestar animal, en detrimento de la salud de los trabajadores del campo y de los consumidores", ha denunciado Florent Marcellesi, coportavoz de Verdes Equo y miembro de la ejecutiva de Sumar.

Según explica, lo que realmente está empeorando sus condiciones de vida son "las poderosas empresas de la agroindustria, que destruye el clima y arruina las pequeñas explotaciones". "Son las grandes cadenas de distribución, que deja con precios y sueldos ridículos a muchos agricultores. Son los tratados de libre comercio que inundan el mercado europeo de alimentos insostenibles de la otra punta del mundo", ha dicho para sostener que "el populismo reaccionario protege a los poderosos y sus beneficios, eludiendo sus responsabilidades en el malestar agrícola".

Es por eso que ha pedido parar esta situación en la cita fundamental que es las elecciones europeas del próximo mes de junio así como reformar el sistema. Todo para impedir que "las derechas crezcan al calor de estos conflictos inflamados artificialmente". Por eso, -esgrime- "es urgente aportar soluciones y reformar la Política Agraria Común hacia una transición ecológica y justa del campo que proteja a los agricultores y garantice una alimentación sostenible y saludable", ha sostenido Marcellesi.