El líder del Frente Obrero y secretario general del PML(RC), Roberto Vaquero, ha publicado recientemente su obra Historias de la cárcel (Editorial Adarve), donde cuenta sus vivencias en prisión de forma novelada. Vaquero pasó 49 días en régimen de aislamiento en prisión provisional tras ser acusado de pertenencia a una organización criminal después de haber enviado, presuntamente, a miembros de su organización a combatir contra el ISIS a Siria y a Iraq. En aquel momento le pedían 27 años de prisión. 

En aras de conocer su experiencia en Soto del Real y Estremera, Roberto Vaquero presenta su obra Historias de la cárcel y narra sus vivencias en ElPlural.com

Pregunta: ¿Por qué has optado por el género de novela?

Respuesta: Quería probar algo nuevo. De hecho, al principio, no quería hacer nada. Sin embargo, llegué a un momento en el que me di cuenta de que se me empezaban a olvidar las cosas. Aunque en un futuro sí que quiero hacer algo más amplio con cosas que todavía no se saben, quería sacar algo antes. Para compartir con mi gente y explicar cosas que he vivido yo pero también quienes han compartido ese tiempo conmigo. También hay quien me han preguntado si en 49 días en aislamiento hay suficiente como para escribir un libro.

P: ¿Es suficiente?

R: Al ser en aislamiento parece mucho más. Además, he conocido mucho ahí. He hablado con mucha gente y estaba muy interesado en todo lo que me rodeaba. 

P: ¿Cómo llegas a una situación así?

R: Sufrí un montaje policial que está terminando de caerse. En su día me pedían 27 años de cárcel y se ha quedado en un año y tres meses. Y no me cabe ninguna duda de que eso caerá también. Nosotros no hicimos nada ilegal. De hecho, hay casos similares en Europa y nadie ha sido juzgado. A un chico alemán, que supuestamente era mi jefe, la UE dictaminó que no había cometido ningún delito. Y si no es aquí, será en Europa donde acabe cayendo. Y es porque, resumiéndolo mucho, hubo gente que se fue a combatir contra el Estado Islámico a Siria o Irak y ellos decían que yo era quien lo gestionó.

P: Hay una frase que creo que define el espíritu de la obra: "El sistema penitenciario español está construido sobre el sufrimiento humano".

R: La cárcel es un negocio muy beneficioso. En primer lugar, la reciben una asignación por los presos. Y no sé en qué se la gastan. Además, tienen una cosa que se llama exclusividad de venta. Es decir, los presos tienen que comprar cosas en el economato o el demandadero. Si necesitas algo solo se lo puedes comprar a ellos ya que tienen el monopolio de venta. También hay trabajo semiesclavo con el que chantajean al preso. Podría verse como un intento de reinserción pero dónde está si lo que hacen es trabajar gratis. A mí me ofrecían trabajar 8 horas a cambio de salir al patio un poco más a jugar con una pelota. También tienen el monopolio de las tarjetas de teléfono. 

P. No es raro escuchar: "En España las cárceles son como hoteles"

R: Se dice "hay tv gratis". Mentira. Solo en Estremera podías acceder a ella si cumplías determinados requisitos. En Soto del Real, para tener una, me cobraban casi 400 euros. 

P: ¿Cuántas horas de patio tenías?

R: Tres primero y cuatro después.

P: ¿Y la celda cómo era?

R: Muy sucia. Con heces, sangre... Te dan media pastilla de lejía para limpiar. Y solo media porque la gente las acumulaba para meterlas en una botella con agua, lanzársela a alguien y posteriormente agredirles. Y como eso había pasado recientemente en el módulo en el que estaba, me tocó media pastilla semanal. ¿Cómo limpias? Hay un espejo que ni refleja, un grifo, un catre y te dan un corchopán y el mío estaba quemado, con agujeros... Y era el mejor. Luego las sábanas que estaban rotas porque también sirven para poder pasar objetos de ventana a ventana. Y mido 1,92. Mucho frío en enero y febrero. Y más en Soto del Real.

P: ¿Cómo te organizas el plano mental?

R: El problema de la gente es que se empastilla y se pasa todo el tiempo durmiendo. Luego sale y comete los mismos errores. Tienes dos opciones. O te vuelves loco o te marcas un horario brutal. 

P: Drogas en la cárcel: legales e ilegales.

R: Hay gente ahí dentro que se ha convertido en químico. Sabían qué pastillas tenían que mezclar para tener tal efecto, cuáles tenían que pillar para intercambiar con otros presos. Consumían unas llamadas "borrachas". También el médico va y te dice: "¿Qué quieres?". Y te lo da. A uno al lado mío le recetaron más de 50. Y en cuanto a las ilegales no he visto tantas en mi vida. Y vivo en un barrio en el que las hay.

P: Por algún lado han tenido que entrar.

R: Las meten visitas o los propios funcionarios. Hay muchos casos de condenados por hacerlo.

P: De hecho cuentas una escena en el libro en la que eres testigo de cómo un funcionario entrega una caja de cereales de bellotas de hachís.

R: A 100 euros cada una.

P: Los funcionarios.

R: No puedo con ellos. Me refiero a los carceleros. Luego trabajadores, orientadores, depende. Hay gente encantadora que me ayudó y también había mucha bondad y nobleza. Pero luego he visto mucha ruindad de carceleros que trataban a la gente como escoria. De estar bien conmigo, pasar con un preso vasco que tenía al lado y decirle al serbio: "Explícale como tratáis a los secesionistas allí". Para que luego le partiera el cuello en el patio. De estar el chico de ETA muy enfermo, independientemente de lo que hizo que a mí no me gusta nada, y no recetarle nada. Y lo hacía porque era vasco. Con lo que he sufrido y he vivido, no puedo con los funcionarios del sistema penitenciario. 

P: Desde la discrepancia con el proceso vasco y ETA. ¿Cómo fue tu experiencia con ellos?

R: Estuve con jefes de ETA, de hecho. Y tuve la oportunidad de hablar con ellos de muchas cosas. Por un lado tienen una labor de solidaridad entre presos y me ayudaron en algunas cosas. Estuve a punto de hacer huelga de hambre y me recomendaron no hacerla. Luego tengo otra historia con Luis El Gitano.

P: Famoso por apuñalar etarras

R: Me lo pintaron como un gitano nazi que apuñalaba gente de izquierdas. La cuestión es que el hermano tuvo un problema con un etarra. Y ellos son un colectivo. Si te metes con uno, te metes con todos. Pero a esos dos hermanos les da igual. Pegaron a uno y éstos juraron venganza eterna. Y cada vez que ven a uno, van a muerte. El Jueves le dejó como un paleto en una portada y él me hablo de ello y si yo fuera ellos cuando salga de la cárcel tendría cuidado.

P: Tuviste un primer encuentro con él algo tenso.

R: Muy tenso. Es muy alto, muy espigado. Le faltan dientes, tiene un gesto muy agresivo. Intimidaba mucho. Yo al verle estaba como un titán pero por dentro pensaba que uno de los dos iba a morir. Pero al final bien. Porque no era ni fascista ni apuñala a gente de izquierdas. 

P: Luego tuviste relación con Fernando Vázquez Ayude, apodado el Hannibal Gallego. Lleva 37 años de prisión.

R: Él me lo decía. "Si pones mi nombre en internet sale que soy el preso más peligroso de España". Pero era un cacho de pan. 

P: Tienes mucho interés en ayudarle.

R: No sabía dónde estaba pero gracias al canal he conseguido encontrarle. Me escribió un cura español que estaba en Centroamérica de misionero que tuvo que volver por problemas con unos narcos. Ahora ayuda a presos y me escribió para decirme que ha encontrado a Ayude. Yo le voy a intentar ayudar. Ya sea con un abogado o con cualquier cosa que necesite porque no tiene a nadie. Habrá cometido todos los errores que sean. ¿Pero 37 años? 

P: Resulta irónico ser comunista y entrar a la cárcel por combatir al ISIS y te encontrarte dentro nazis y terroristas.

R: En Estremera, los ordenanzas todos eran nazis. Con sus esvásticas tatuadas. Me pareció raro que el tío que te da las cuchillas para afeitarte, útiles de higiene o comida en un módulo donde están los presos políticos fuera un nazi. Y no olvidemos que dentro de la cárcel hay gente con sida y hepatitis. Salí con melena (ríe). 

P: Pero pasó algo que cambió la actitud de los nazis contigo.

R: Tuve una historia con uno del Estado Islámico y ahí ya fui el Cid Campeador. Incluso los funcionarios me invitaban a café. Pero porque ellos odian a los moros. Pero yo no. En mi causa había kurdos y para ellos son lo mismo. Yo no tengo ningún problema racial ni étnico. Mi problema son los islamistas radicales. 

P: Unos radicales que conocían perfectamente tu historia.

R: Claro. Ya sabían que yo era el de los kurdos. 

P: ¿Hubo contacto físico?

R: Sí, pero los de la galería casi me pegan a mí. Me dijeron ya al entrar que acababan rápido con la gente y que había 21 tíos del ISIS. Y ví que les tenían como en una urna de cristal.

P: Aseguras que los yihadistas tienen una situación privilegiada.

R: Totalmente. Llegaba uno y tenía alfombrilla para rezar, gorro, podían hacer llamadas. A mí me violaron ese derecho. Tienen privilegios y todos les odian.

P: ¿Sentiste miedo sabiendo que hay gente que potencialmente podría matarte?

R: Yo me crezco con las adversidades. Pero lo pienso en frío y digo, "me podría haber pasado algo muy malo".

P: Leyendo el libro pensé mucho en tu familia. ¿Cómo lo llevaron?

R: Pues mal. Llevaba años sin llevarme con ellos. Vinieron a afearme cosas. Justo lo que no hay que hacer. Les eché porque cuando alguien te hace daño y te hace sufrir, lo mejor es apartarlo. Yo les deseo lo mejor pero nos hacemos daño.

P: Al salir de la cárcel, te intentan dar el palo.

R: No le salió bien. 

P: Ahora te queda luchar por la absolución.

R: Creo que me la darán. En Europa por lo menos. Y mi abogado, que creo que es bastante bueno, lo cree. Me fío mucho de él. Mi dijo va a pasar esto, pasó. Ha acertado con todo. 

P: ¿Qué enseñanzas tanto personales como políticas sacas de esto?

R: Ha sido una experiencia para progresar en la vida. Eso sí, no quiero volver ni muerto. Hay un Roberto antes y otro después. Frente Obrero no existiría.