Desde que Pedro Sánchez templara el denominado bloque de la moción de censura que desterró a Mariano Rajoy de Moncloa e integrara en él a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), las relaciones entre los socialistas y los independentistas han sufrido notables altibajos. Una auténtica montaña rusa con distancias marcadas en un primer momento que, a la postre, tornaron en una relación de colaboración parlamentaria fructífera y que ahora ha vuelto a saltar por los aires con motivo de la pandemia del coronavirus.

El diputado y portavoz de ERC en el Congreso de los Diputados, Gabriel Rufián, volvió a amenazar durante el pleno sobre la prórroga del estado de alarma al presidente del Gobierno  con poner fin a la legislatura en caso de que rehusara negociar con su grupo: "Si tan progresistas y dialogantes son, que se note. Cada vez que puede, mira a Ciudadanos”.

A lo largo y ancho de su intervención, Rufián esgrimió que votaban en contra de la prórroga del estado de alarma no porque no quisieran continuar con el confinamiento, sino porque discrepaban en la deriva centralista. El portavoz reprochó a Sánchez que debería haber tratado de negociar con ERC en lugar de echarse en manos de los naranjas: “Si tan importante es mantener el estado de alarma, ¿por qué no se ha dejado el Gobierno las cejas en negociar con quienes le llevaron a la Moncloa? Si fuera Podemos estaría preocupado de que el PSOE, cada vez que puede, mira a Ciudadanos”.

Cuestión de diálogo

Sus palabras y el sentido de su voto recordaron a etapas pretéritas, cuando los republicanos catalanes denunciaban que el Gobierno no contaba con ellos para sacar adelante propuestas. Tras la moción de censura a Rajoy, Sánchez marcó distancias con Esquerra, negándose incluso a negociar los Presupuestos Generales. De hecho, Unidas Podemos (entonces fuera del Gobierno) trató de trabajar su apoyo sin éxito alguno. Ante la imposibilidad de aprobar unas cuentas, Sánchez convocó elecciones.

Los independentistas tiempo ha que venían denunciando que el Ejecutivo ni siquiera les llamaba para pedir su voto, se limitaban a dar por hecho que apoyarían según qué propuestas: “Ya en la anterior legislatura, cuando había reales decretos, nunca, nunca, nunca se negoció nada. Y era como que Esquerra tenía que votar todo. El hastío viene de ahí. Contaban con ERC sin mediar palabra, sin ningún contacto y dando por sentado nuestro apoyo. Esto cansó”, explican fuentes internas de ERC a ElPlural.com.

El caso Iceta fue la gota que colmó el vaso. Sánchez le propuso para presidir el Senado y ERC se negó. El enfado entonces fue mayúsculo ya que consideraban que el PSOE se había saltado el fair play parlamentario al no consensuar su nombre para designarle senador por Cataluña.

El PSOE todavía tenía miedo escénico, cobardía o prudencia extrema de no mostrar públicamente ninguna aproximación a ERC por lo que pudiera resultar electoralmente. Todavía estábamos en campaña y yo creo que estaban en la estrategia de marcar distancias. Ya luego nos buscará, pero la estrategia era demostrar que ERC no cuenta para ellos. Estábamos en un escenario en que el PSOE nos tenía un poco de alergia”, explican la mismas fuentes.

La táctica estaba clara: alejarse del independentismo cuanto más mejor y a toda costa para evitar que influyera en los resultados electorales que se avecinaban. Pero con los comicios ya en el espejo retrovisor, la relación dio un giro de 180 grados.

PSOE y ERC acordaron crear una mesa de negociación para una salida dialogada de la crisis territorial en Cataluña a cambio de que los republicanos catalanes facilitaran la investidura al menos con su abstención. Y así fue.

No obstante, Rufián advirtió que “sin mesa de negociación” no había legislatura, ligando así el futuro de ambas. 

Pedro Sánchez ya habitaba Moncloa y comenzó un acercamiento no solo a ERC, sino también a otros grupos a fin y efecto de urdir una alianza que le permitiera aprobar sus Presupuestos. La relación parlamentaria no solo era positiva, también era fructífera. Un diputado de Esquerra incluso bromeó en declaraciones a este periódico con que “nos ha perdido la alergia”.

Buena sintonía, pero...

Fuentes internas del grupo republicano aseguran que el PSOE mantenía contacto habitual con Esquerra antes de que la pandemia sacudiera el tablero. “La formas habían cambiado y había mayor relación con algún ministerio”.

Concretamente, los contactos con Trabajo, cartera comandada por Yolanda Díaz, eran asiduas. Y es que, el portavoz del Grupo Republicano en la comisión de Trabajo del Congreso, Jordi Salvador, es amigo de la ministra y se conocen de su pasado sindical. Entre otras cosas, se comprometieron a trabajar de manera conjunta para abordar la lacra de la siniestralidad laboral, un tema otrora tabú.

También ayudaba a engrasar los vínculos el hecho de que la portavoz parlamentaria socialista en el Congreso, Adriana Lastra, y Gabriel Rufián mantuvieran una relación de amistad. Ambos despachan de manera habitual y las llamadas y reuniones eran la tónica habitual.

Pero la pandemia del coronavirus lo cambió todo. Nuevamente, Esquerra lamenta que Sánchez vuelva a levantarles un muro y opte por negociar con Ciudadanos: “Las maneras han mejorado mucho, pero no cuenta con nosotros para los grandes cambios”.