“Dijeron en las plazas que ‘sí se puede’ y nosotros queremos decir hoy que ‘Podemos’”. Han pasado ya seis años desde que Pablo Iglesias pronunciara estas palabras en el Teatro del Barrio de Lavapiés y agitara el tablero político español. El 17 de enero del 2014 el secretario general presentó Podemos, una “iniciativa” que se ha consolidado hasta integrar el primer Gobierno de coalición de España desde la II República junto al PSOE. Es momento de soplar las velas y pedir deseos, pero también de recordar. Echar la vista atrás y ver qué fue del Podemos originario, qué es ahora y hacia donde se dirige. Desde ElPlural.com aprovechamos esta fecha para, retrovisor en mano, rememorar los seis momentos que han marcado el devenir de los morados en estos seis años.

Agitando el tablero

Podemos tiene su génesis en el manifiesto Mover ficha: convertir la indignación en cambio político, firmado por varios intelectuales entre los que se encontraba Juan Carlos Monedero. El día 17 de enero fue presentado en sociedad por Pablo Iglesias, Monedero, Teresa Rodríguez, Ana Castaño Romero (psiquiatra y miembro de Marea Blanca), Íñigo Errejón y Miguel Urbán. Oficialmente, se inscribió en el Registro de Partidos Políticos del Ministerio de Interior el 11 de marzo de 2014.

Las elecciones al Parlamento Europeo estaban agendadas para dos meses después, en mayo. Apenas 60 días que le sirvieron para dar la campanada. Los de Iglesias se erigieron como el gran ganador de la noche al situarse como la cuarta fuerza más votada con casi el 8% de los votos que materializaron en cinco escaños.

A partir de ahí, subieron como la espuma hasta alcanzar su punto álgido en los meses previos a las elecciones generales de 2015, cuando el CIS le situaba como segunda fuerza política a menos de un punto porcentual del Partido Popular. Incluso, en ocasiones, superaba a los de Mariano Rajoy.

Desgaste

Un discurso anti-establishment, rupturista con “el Régimen del 78”, de corte populista (en términos estrictamente académicos), exigiendo, entre otras muchas cosas, la salida de España de la OTAN… Todo esto relanzó al estrellato a Podemos, que empezaban a hablar de conquistar los cielos. Pero todo cambió.

En las generales de 2015 cosecharon 69 escaños en la repetición de 2016, 71; a pesar de que en número de votos obtuvieron peores resultados. En los comicios de abril perdieron casi la mitad de su bancada y se dejaron casi un millón y medio de votos. Y de los 42 escaños, a los 35 del 10N.

El desplome de Podemos es de proporciones bíblicas. Ahí están los datos. Queda preguntarse: ¿Por qué?

 Desde hace varios años el desafío independentista en Cataluña marca la agenda política del país y Podemos ha sido el gran perjudicado. Su propuesta era clara: referéndum de autodeterminación, sí; pero para votar ‘no’ a la independencia.

Fueron tachados de independentistas. Los líderes territoriales fueron los primeros en padecer el perjuicio del discurso nacional. Según pudo saber ElPlural.com, muchos de ellos evitaron hacer pronunciamientos públicos por temor a quemarse en caso de seguir la línea marcada por la dirección. La cofundadora Carolina Bescansa, quien después trató de maniobrar contra Pablo Iglesias, alzó la voz denunciando que “parece que se ha olvidado de España”: “A mí me gustaría un Podemos que le hablase más a España y a los españoles y no solo a los independentistas", lamentó en los pasillos del Congreso.

En las elecciones al Parlament de Catalunya del 21D de 2017, el candidato de los Comunes, Xavier Domènech, cosechó ocho diputados, tres menos que Catalunya Sí que es Pot en 2015. El desplome dejó de ser abstracto y basarse en elucubraciones o predicciones. Era un hecho. Podemos tomó medidas y cambió el rumbo. Aparcó el debate territorial y, en un ejercicio de eterno retorno, regresó a sus orígenes: “Las cosas de comer”.

Las guerras errejonistas

Cataluña no ha sido el único asunto que ha desgastado a Podemos. El camino morado ha sido salpimentado en innumerables ocasiones por contiendas personales. Pero si hubo una guerra personal que dinamitó los cimientos y las raíces más profundas de lo que era Podemos, esa fue la pugna entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.

Eran amigos. Muy amigos. Un tándem idílico. Una pareja de fantasía. Una dupla de cuento de hadas. Pero ese tiempo pasó. El partido se partió en dos: pablistas y errejonistas. La diferencia entre ambos era estratégica. El líder apostaba por ideologizar Podemos por la izquierda, convirtiéndolo en una suerte de Izquierda Unida 2.0; mientras el portavoz parlamentario consideraba que lo oportuno era continuar con la línea populista y ensanchar la base. Con estos ingredientes se llegó a la madre de todas las batallas: Vistalegre II.

Más País

Errejón perdió y fue purgado. Fue designado como candidato para la Comunidad de Madrid, muy a pesar de Ramón Espinar, entonces líder autonómico y hoy fuera del partido por decisión propia.

A principios de 2019, Errejón anunció que se presentaría a las elecciones autonómicas con una plataforma llamada Más Madrid y de la mano de Manuela Carmena. Consumó así su salida de Podemos y todo cristalizó en la creación de un nuevo partido político de ámbito estatal: Más País.

Podemos pisa moqueta

Servidor estuvo en la presentación del programa electoral de Podemos de cara a las elecciones generales del 26J. Aún recuerdo las caras de sorpresa e incredulidad de los asistentes al evento cuando entre sus manos sostenían el catálogo de Ikea en el que la formación enmarcó sus propuestas. Tres años después, casi cuatro, Iglesias presentó su programa electoral para el 28A: el catálogo de Ikea dejó paso a la Constitución.

Las propuestas tenían el mismo tinte social. Todas y cada una de las iniciativas atajan (o lo pretenden) la desigualdad del país: un plan estatal contra la violencia de género con una inversión de 600 millones de euros, cobertura gratuita para la educación infantil de 0 a 3 años, dentista gratuito, revalorización de las pensiones vinculándolas al IPC, reforma fiscal, reducción de la jornada laboral a 34 horas semanales, la intervención del marcado del alquiler y unos ingresos suficientes garantizados (de entre 600 a 1.200 euros mensuales).

Ahora bien, hay que diferenciar continente de contenido. El catálogo de Ikea era rompedor. Innovador. Quebró todos los moldes habidos y por haber. Una auténtica declaración de intenciones. Un partido nuevo, fresco, que llega para agitar y voltear el tablero tantas veces como sea necesario. ¿Y la Constitución? “Esto es la Constitución Española. El formato Carta Magna me sonó a una suerte de constitucionalismo patriótico progresista. Un 'votadme, que os prometo que no soy indepe y que no voy a romper tanto los moldes'.

La foto

En todo este tiempo Podemos se ha edulcorado. Es un hecho. Su discurso rupturista, de plazas, alejado de las moquetas institucionales. A día de hoy, copan la Moncloa con una vicepresidencia y cuatro ministerios.

Toda esta sucesión de sucesos que hemos recorrido ha dado desembocado en esta fotografía. El sexto momento. El último del Podemos originario, el primero del Podemos que viene.

El vicepresidente de Derechos Sociales y Agenda 2030 del Gobierno, Pablo Iglesias, posa con la cartera de su ministerio