En el pleno constituyente del 11 de junio, CiU no dará su apoyo al PP, pero tampoco apoyará al PSC. Será imposible elegir así alcalde porque nadie conseguirá la mayoría absoluta necesaria. Tal y como marca la ley, se convocará un segundo pleno municipal. En éste, bastará mayoría simple. CiU no votará al PP pero a los populares de García Albiol les bastará su abstención. Los nacionalistas argumentarán probablemente que de hecho no existe pacto. No darán sus votos directamente a Albiol, pero le permitirán gobernar. Intentarán, en la medida de lo posible, mantener una equidistancia ficticia antes de las elecciones generales. Su argucia, que se vestirá como una decisión soberana de los nacionalistas de Badalona, intentará evitar que el votante convergente se suba por las paredes al ver que su partido apoya a un candidato xenófobo y racista. En contraposición, CiU establecerá un cordón sanitario en torno a Plataforma por Cataluña, el partido xenófobo por excelencia, que se diferencia muy poco de las tesis de García Albiol. Con Plataforma por Cataluña ni un pacto.

Acuerdo extensivo
Esta será la formulación del acuerdo PP-CiU en Badalona que le permitirá extender su pacto por un buen número de pueblos y ciudades catalanas, como Barcelona. CiU se garantizará así seguir erosionando el poder municipal de los socialistas, muy dañado de por sí en las municipales del 22 de mayo. Incluso podrá hacerlo en aquellas ciudades en las que los socialistas son la fuerza más votada, como Tarragona. En la capital tarraconense, convergentes y populares podrán arrebatar la alcaldía a Josep Félix Ballesteros. Allí, según dijo la noche electoral el propio presidente Mas, todo está abierto y no tiene por qué gobernar la lista más votada. Lejos quedan aquellas viejas acusaciones de robo que Mas echó en cara del tripartito cuando le impidieron ser presidente de la Generalitat a pesar de liderar el partido mayoritario.

¿La diputación de Barcelona también de fondo?
El acuerdo tácito en Badalona abrirá también el entendimiento de populares y nacionalistas en la Diputación de Barcelona que puede acabar en manos del candidato popular por Barcelona, Alberto Fernández Díaz, y dejar expedito el que podría ser un tortuoso camino de los presupuestos de la Generalitat para los que Mas necesita imperiosamente el apoyo de los populares. La derecha catalana y la derecha española han encontrado su punto de equilibrio.