Este viernes, tras triunfar la moción de censura impulsada por el PSOE, Pedro Sánchez se ha convertido en el nuevo presidente del Gobierno de España. Se consuma así el último hito del político al que, tiempo atrás, propios y extraños, ya habían dado por amortizado.

Atletista reconocido, el nuevo presidente del Gobierno ha convertido en su leitmotiv el discurso con el que Diego Pablo Simeone ha cosechado tantas alegrías para la parroquia rojiblanca. Cierto que a veces con un juego poco vistoso y muy defensivo, pero siempre bajo la convicción de que por muchos que sean los obstáculos, “si se cree y se trabaja, se puede vencer”, aunque sea marcando gol a balón parado. Ya lo dijo en su día el propio Sánchez: “Partido a partido, y al final, todo suma”.

A estas alturas, de lo que ya nadie duda es de la resistencia y perseverancia de Sánchez, quien no abandonó la política ni cuando en la IX ni en X Legislatura pudo ocupar su escaño hasta bien entrados ambos mandatos.  Sánchez tampoco se dejó influir por las voces que tachaban de imposible su victoria en las primeras primarias del PSOE a las que concurrió, ni se amilanó cuando parte del partido se le echó encima tras el movimiento ‘maquiavélico’ con el que puso fin al reinado de Tomás Gómez en el PSM para consolidar su liderazgo y aupar al PSOE en las encuestas. Desde entonces y hasta hoy, Sánchez se ha visto obligado a afrontar muchos contratiempos.

Nunca tiró la toalla
Gracias a su obstinación, no tiró la toalla
cuando se daba por hecho el sorpasso de Podemos, calificó como históricos los resultados del 20 de diciembre de 2016 para desesperación de los barones de su partido, aguantó la presión y fue retrasando los conclaves internos del PSOE de cara a ganar el tiempo suficiente para poder iniciar unas negociaciones para formar Gobierno que se preveían ‘envenenadas’. Pese a su pacto con Ciudadanos, no consiguió convertirse en presidente de España y en las segundas elecciones de ese año, al PSOE no le fue mucho mejor: los socialistas firmaron el peor resultado de su historia (85 diputados) y los barones del partido le dieron por finiquitado. Pero el dirigente madrileño resistió una vez más y en unas primarias a cara de perro y con casi todo en contra, Sánchez ganó otra vez. 

Pasados los meses, se le empezaban a torcer de nuevo las encuestas y reaparecían las voces que cuestionaban su liderazgo. Pero la corrupción del Partido Popular le brindó este mes de mayo, tras la sentencia del caso Gürtel, una nueva oportunidad para alcanzar el poder.

Hasta comienzos de esta semana, parecía que Sánchez llegaba a la ceremonia de investidura sin números y casi sin posibilidades. Pero con el transcurso de las horas, la situación cambiaba tajantemente. Este jueves, mientras Rajoy asumiá su final político en un restaurante, Sánchez asumía que esta vez sí conseguiría su vieja aspiración. 

Nacido hace 46 años en el madrileño barrio de Tetuán, el nuevo presidente del Gobierno ha confirmado que  ese eslogan de su equipo que dice que  por muchas que sean las adversidades, “nunca dejes de creer”, tiene mucho de cierto.