España entra en la semana en la que, salvo sorpresa, el Congreso de los Diputados apruebe la ley de amnistía. El proyecto es el blanco de las críticas de la derecha, aun con la confesión a sotto voce de Alberto Núñez Feijóo, pero hay quien no ha dejado de alzar la voz contra la medida de gracia desde fueros socialistas. Emiliano García-Page lo ha vuelto a hacer. Desde las páginas del diario El Mundo, el único barón del PSOE con mayoría absoluta cree que el articulado no sólo pone a la Constitución “de rodillas”, sino que también le quita el revestimiento de “milagro” que se le pone desde Madrid para asegurar que es “realmente un chantaje”.

El presidente de Castilla-La Mancha ve poco menos que una quimera la posibilidad de mejorar la convivencia en Cataluña “a costa de empeorarla” en el resto del país. Así se ha confesado ante El Mundo, en una extensa entrevista donde, a su vez, advierte que quienes piensan que Sánchez está “acabado” están totalmente “equivocados”; loando su capacidad de resiliencia y “requiebro”, además de liderar una institución “robusta” y “centenaria” como el PSOE. No obstante, entiende como un error salirse del juego del bipartidismo para sustentarse en el nacionalismo periférico y lo ejemplifica con el apoyo de su partido a la aplicación del artículo 155 de la Constitución. En aquel momento, “había consenso general en cómo reaccionar al desafío independentista”, a pesar de las evidentes diferencias que manejan los recetarios de las dos grandes fuerzas políticas en Cataluña.

Page precisa que en 2017 había que frenar la “ruptura constitucional”, catalogándolo como un “desafío” que a la postre fue “muy grave”. En este sentido, considera un error de cálculo la concesión de los indultos, primero, pero especialmente de la amnistía en estos momentos. Por ello, pide que no se pretenda hacer de ellos “un milagro” cuando “realmente son chantajes”. “Pone de rodillas a la Constitución. Nadie duda de que Puigdemont tiene un objetivo vital que es la independencia”, expone el líder de los socialistas en Castilla-La Mancha, quien respalda la consecución de objetivos políticos pero siempre entre los márgenes legales y del proceso democrático.

La hoja de ruta de Puigdemont

“Si Puigdemont se sale con la suya vendrá aquí, se reirá bastante y planteará inmediatamente el siguiente desafío, y además con urgencia, que es el referéndum de Cataluña”, continúa Page, en un intento por augurar los futuros pasos del líder de Junts. Ante esa situación, el barón socialista advierte de que no dudará en recurrir al Constitucional “cualquier consulta que margine a los demás españoles”. No anula el sentimiento independentista de una parte de la población catalana, pero les insta a comprender que todos han nacido “sabiendo que Cataluña, Castilla, Andalucía o Galicia formamos un todo” que es España. “Si alguien quiere cercenarme el brazo, digo yo que por lo menos como en los hospitales tendremos que dar la autorización, ¿no?”, desliza.

Page amenaza con recurrir al Constitucional "cualquier consulta que margine" al resto de españoles

A pesar de su aviso de acudir al Tribunal Constitucional, ha asegurado que, como abogado, no usará “recursos como instrumentos políticos”. Supone una posición poco razonable, máxime cuando aún queda tiempo porque el texto tiene que ir al Senado. Toda vez salga adelante, serán los jueces “los que tienen que aplicar la amnistía”. Por el momento, avanza que su idea es solicitar un informe al Consejo Consultivo de la región y esperar a sus conclusiones, pues su obligación no es determinar la constitucionalidad del texto, sino si éste afecta “de forma directa” a los derechos de los ciudadanos de Castilla-La Mancha.

Por otro lado, interrogado por la situación del PSC, el barón socialista respalda a su colega en el Parlament de Cataluña, precisando que él no está en el Gobierno sino que es el jefe de la oposición, lo cual le da un margen más ancho para negociar. Por ello, a pesar de facilitar los Presupuestos autonómicos, cree que el exministro de Sanidad “lleva muy mal” los acuerdos del PSOE con Junts, aludiendo a la amnistía, la delegación de competencias en inmigración o las comisiones de investigación, entre otras cuestiones. “Para un progresista catalán, pactar con Junts es como pedirle al PSOE que pacte con Vox en España”, ha resumido. El presidente regional apela a la base “supremacista” de un Puigdemont que tiene “el odio como modelo”: “Sus planteamientos no son sólo la independencia, sino el rechazo”.

El caso Koldo

Por otro lado, la otra “bomba racimo” que incide sobre la estructura socialista es el caso Koldo. El presidente de Castilla-La Mancha aun no ve la cuestión cerrada. Considera que queda “mucha información por aflorar” y estima que “sabes por dónde empieza, pero no cómo acaba”. No obstante, ni él ni Javier Lambán, dos de las voces críticas a Pedro Sánchez entre las baronías, compraron mascarillas a la empresa que es el epicentro de la trama Delorme. De hecho, cree que le hubiera extrañado que se hubiesen tomado la confianza de llamarles, “porque para eso hay que tener el buen rollo”. “De algo tiene que servir mantener las distancias”, desliza Page, aludiendo a las malas relaciones de ambos con Ferraz.

Page: "Para un progresista catalán, pactar con Junts es como pedirle al PSOE que pacte con Vox en España"

En lo que respecta a los expresidentes de Canarias y Baleares, Ángel Víctor Torres y Francina Armengol -hoy ministro de política territorial y presidenta del Congreso, respectivamente-, el barón castellanomanchego cree que son dos personas que intentaron guiarse “por un camino recto”. Está convencido de ello, aunque incluso menciona a la “suerte” en una situación tan compleja como la adquisición de material sanitario en lo más duro de la pandemia. No obstante, tiene claro “que no han jugado al enriquecimiento personal ni al lucro ni siquiera consciente de terceras personas”. Eso sí, se ha mostrado partidario de que “todo se investigue”, además de prestarse a ofrecer la información de su administración “para que todo quede clarificado”.

Page barrunta que este escenario no tiene una salida rápida. “Da la impresión de que se está manejando mucha información y queda mucha por aflorar, de distinto gramaje”, expone, al tiempo que subraya que esta “bomba racimo” es un peligro porque “nadie tiene experiencia para tratar problemas de corrupción”. “No está protocolizado. Quien piense que hay un guion o una estrategia de salida, no sabe cómo funcionan estas cosas. Nos hace tener una gran incertidumbre”, concluye.

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