Los siete diputados de Junts Per Catalunya en el Congreso cobraron una importancia sin parangón tras las elecciones generales del 23J. La aritmética parlamentaria, de forma justa y fraccionada, dio la posibilidad inesperada a Carles Puigdemont de encarecer la puja por la llave de la investidura hasta el límite. Sus votos eran, son y serán esenciales para el Gobierno siempre que quiera sacar adelante una iniciativa política en el Parlamento. Pero Pedro Sánchez prefirió sudar la camiseta a colgar las botas, y en esta dinámica de tira y afloja se han sustentado los dos primeros años de legislatura. Mientras tanto, Sánchez sigue en Moncloa y Puigdemont sigue en Waterloo.
La cita que tuvo ligar este lunes en Perpiñán, con la reunión de la cúpula de JxCat, fue la escenificación del “otoño caliente” que prometió Puigdemont. La ruptura mandatada por el líder moral de los neoconvergentes, aún prófugo de la justicia, supone la enésima tensión de soga con la que hostigar a Sánchez. Queda por ver qué decisión adopta la militancia, que deberá refrendar la decisión de su cúpula entre este miércoles y este mismo jueves. Por el momento, y a la espera de un sí que ya se considera semidefinitivo, Junts rompe con el Ejecutivo y declara nulo un acuerdo de investidura que, entre otras cuestiones, incluye buscar la oficialidad del catalán en la Unión Europea, la transferencia de las competencias de inmigración, la reforma de la financiación autonómica y la aplicación integral de la ley de amnistía.
No obstante, a nadie se le escapa que este movimiento, más allá del jaque que supone a la estabilidad de un Ejecutivo en minoría en el Congreso, también puede leerse en clave catalana. El estado de forma de Junts per Catalunya lleva tiempo deteriorándose. Son muchos los que consideran que los de Puigdemont han sido incapaces de rentabilizar la aritmética parlamentaria. Mientras tanto, con los posconvergentes valorando cómo regresar a las esencias y recuperar al electorado perdido, otro actor les devora poco a poco.
La irrupción de Aliança Catalana
Algo menos loable era intuir que los 7 diputados de Junts se volverían caros para sí mismos. Participar en una interlocución de negociación constante con el Gobierno español les arrebata la bandera de outsiders del Estado y de combatientes del régimen del 78. Influenciar más en Madrid DF que en el Parlament no gusta mucho en Cataluña. Y aunque han lastrado al Gobierno a posiciones incómodas y de profundo desgate, nunca lo han soltado de la mano. A ojos del secesionismo, participar del sistema “españolista” les perjudica más a ellos que al Ejecutivo. Por ello, la irrupción de Silvia Orriols, lideresa de Aliança Catalana (AC), ha desestabilizado el monopolio de la derecha independentista catalana. El discurso supremacista, catalanista, racista, xenófobo, populista y ultraderechista de Orriols ha calado en parte del electorado de Junts y se ha esparcido más allá de Ripoll. Hay quienes apuntan que, si concurriese a generales, obtendría representación en la Cámara Baja.

El Centro de Estudios de Opinión (CEO), el CIS catalán, augura un crecimiento de 8 a 9 diputados autonómicos para AC, y un decrecimiento de 5 a 6 diputados autonómicos para Junts. Por ello, el prófugo ordenó desde Bélgica un recrudecimiento de la retórica de su portavoz en el Congreso, Miriam Nogueras, en bazas que le han sido arrebatadas como la inmigración, la delincuencia o la identidad catalana. Según el presidente del CEO, Joan Rodríguez, ERC, VOX, AC y los comunes subirían, el PSC se mantendría y Junts bajaría, aunque no perdería la segunda posición en el Parlament de Catalunya. Por contra, la unión de PSC, Esquerra y Comuns, que permitió en agosto de 2024 la investidura del socialista Illa como presidente de la Generalitat, revalidaría la mayoría absoluta. En sus horquillas más bajas llegarían a esos 68 diputados, la cifra que reúnen actualmente en el Parlament.
Buceando en la profundidad de los datos, Puigdemont (40%) es el quinto líder mejor valorado por los catalanes por detrás de Illa (62%), Oriol Junqueras (59%), Jessica Albiach (50%) y Laia Estrada (49%). Tan solo superaría en una décima a Orriols (39%), quien se ha erigido como la competidora directa que ansía arrebatarle su electorado. Además, tras celebrarse la Diada menos multitudinaria de la historia, el estudio sociológico refleja que solo el 26,9% de los encuestados optarían por la independencia de Cataluña. No obstante, ese porcentaje dentro de los simpatizantes de Junts escala hasta el 67,4%.
Según el barómetro de octubre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 59,3% de los votantes de Junts están poco o nada de acuerdo con la actividad del Presidente y del Gobierno en su conjunto, mientras que el 73% de los votantes de ERC están muy o bastante de acuerdo con ello. Por otro lado, el mismo sondeo refleja una caída de fidelidad de casi 20 puntos entre el electorado de Junts (del 65% de octubre al 43% de abril). Quizá ese descontento convergente haya propiciado el inflamiento de su partido a la derecha. Junts, acusado de ser “españolista”: el extremismo de los extremos llegó a Cataluña.
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