Madrid y Murcia. Dos feudos populares que avanzan al mismo ritmo y siguiendo la estela de una sinfonía común. Dos mayorías para la derecha con presidencia de los azules siempre y cuando las conversaciones de sus homólogos se desbloqueen y los votos se sumen en pro de una artimética que eche a andar la legislatura. Meses atrás, después de conocer los resultados electorales y teniendo en cuenta lo acaecido en Andalucía, convertir las ínfulas particulares en un ideario común parecía tarea sencilla: PP y Ciudadanos se sentaban, Vox pasaba por allí a tomar café sin más pretensiones que hacer algo de ruido, y Parlamente constituido.

Apretones de mano, sensación de trabajo bien realizado y a pensar en una estrategia, sobre todo en Ciudadanos, para enmascarar a quien habías abrazado. Así y todo, con ostensibles disputas y a pesar de la crítica interna y externa, las cosas avanzaban. Sin embargo, algo parece haber cambiado en Vox: Iván Espinosa de los Monteros advirtió, Abascal exigió unos mínimos y Rocío Monasterio materializó.

En el PP, Isabel Díaz Ayuso y Fernando López Miras tratan de buscar un remedio al enfrentamiento de sus socios mientras el calendario va tachando días y el runrún empieza a instalarse en Génova. Los populares salieron vapuleados por las elecciones, más allá de los abrazos y sonrisas que se vivieron en el balcón de su sede tras ganar Madrid. Solo eso, y el apoyo incondicional de los naranjas puede favorecer a que el batacazo se convierta en una derrota menos pronunciada de lo que podría haber sido.

Pero, ¿es Ciudadanos un socio de fiar? Tal y como explicó la periodista Carmen Morodo en La Razón, hay miedo a que Albert Rivera y sus correligionarios cambien de idea y se acerquen al PSOE si la extrema derecha sigue tensando la cuerda. Por ello, desde el PP quieren constituir las asambleas pendientes antes de la investidura de Pedro Sánchez.

Dispuestos a hacer lo que sea necesario para que los naranjas no cambien de idea. Albert Rivera parece bastante seguro de repeler a los socialistas, pero, desde el balcón de “enfrente” -el de su “socio preferente”- no se fían de él. Los bandazos argumentales que ha demostrado en los últimos años son propios de una pragmática y partidista bipolaridad. Por ello, nadie quiere volver a tentar a la suerte.

Si la repetición electoral se convierte en una realidad y Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no consiguen ponerse de acuerdo, Ciudadanos podría decidir cambiar de rumbo, acercarse al PSOE y presentarse con el naranja inmaculado a las elecciones repitiendo aquello del centrismo moderado e intermedio entre la política de rojos y azules.