Los socios del Gobierno de coalición discrepan. Esto no es novedoso, acostumbran a hacerlo en muchos asuntos (probablemente, más de lo que les gustaría). Sin embargo, los enfrentamientos directos entre ministras socialistas y moradas son menos habituales. El verano del 2021 Yolanda Díaz mantuvo un pulso con la vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, a cuenta de la reforma laboral y la subida del Salario Mínimo. Desde entonces, más allá del habitual cruce de declaraciones entre la secretaria general de Podemos y ministra de Agenda 2030, Ione Belarra, y la ministra de Defensa, Margarita Robles, las aguas permanecían en calma. Hasta ahora.

Los ánimos han vuelto a caldearse a cuenta del impuesto que valora el Gobierno para las eléctricas. A juzgar por las declaraciones de las implicadas, hay quórum sobre su implementación, pero discrepan en los tiempos y la fórmula.

La mecha la prendió la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, anunciando que el impuesto a las eléctricas se fraguaría en el marco de la negociación de los Presupuestos Generales del Estado. Opinión bien distinta tiene Díaz, quien respondió que no era posible porque la Constitución no lo permitía, por lo que, según su criterio, habría que “legislar con carácter inmediato”.

"El artículo 134 en el apartado 7 de la Constitución lo impide, por tanto, con todo el cariño a la ministra de Hacienda he de decirle que no es posible crear este impuesto a través de los Presupuestos Generales", explicó la ministra morada.

Díaz, además, afeó a sus compañeras de Gobierno que el PSOE siempre “aparca” el debate tributario y lo va aplazando pese a que “urge” abrir el melón porque “el principal problema” de la actualidad es la inflación y “hay que actuar con prontitud para paliar los efectos negativos”.

A este respecto, la propia Montero precisó que no existían discrepancias sobre la necesidad de articular un impuesto a las compañías eléctricas, pero “hay que buscar la fórmula y el vehículo adecuado para su puesta en marcha”.

Por su parte, la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, recordó que es Hacienda quien atesora el liderazgo fiscal del Gobierno, por lo que “hay que estar más pendiente de lo que diga María Jesús Montero que de lo que diga Yolanda Díaz”.

"Yolanda Díaz dice algo que forma parte del planteamiento del Gobierno de coalición. Y es que a esta situación hay que responder de forma más equilibrada y justa a las necesidades de los ciudadanos, para que los costes se repartan de forma equitativa. Pero a la hora de diseñar el sistema fiscal, es obvio que el liderazgo lo lleva el Ministerio de Hacienda. Además de esa voluntad política que nos une al Gobierno de coalición, requiere de una valoración técnica”, ha justificado.

Un septiembre caliente

Según ha desvelado ElPlural.com, el Gobierno ya ha asumido que varios de los proyectos estrella que tenía previsto aprobar en este periodo de sesiones que finaliza en dos semanas sufrirán retrasos importantes y se acumularán al trabajo de septiembre. PSOE y Unidas Podemos se fijaron junio como deadline para aprobar (o al menos encarrilar) la reforma de la denominada ley Mordaza, el articulado sobre Memoria Histórica, Vivienda y la ley trans; pero todo ha sido pospuesto hasta después del verano, cuando, precisamente, se comenzarán a abordar los Presupuestos, entre otras cosas.

Según fuentes, aún queda mucho trabajo por hacer en con respecto a las antecitadas propuestas y, aunque los trabajos continuarán, no habrá grandes avances hasta pasado el parón estival. El problema, admiten, es que el volumen de trabajo será ingente, pues coincidirá con la prórroga del decreto anticrisis, la génesis de los Presupuestos, las conversaciones para renovar el CGPJ, la nueva ley de Secretos Oficiales anunciada por Pedro Sánchez, la abolición del proxenetismo… La carga de trabajo será tal que los grupos parlamentarios ya hablan de “tapón legislativo”. Y no será fácil de desatascar, puesto que fuentes conocedoras de las negociaciones de las leyes pendientes explican a este periódico que los puntos de fricción se han dejado para el final, por lo que los últimos flecos serán los más complicados.