La exdirigente de Vox, Macarena Olona, acudió en la noche de este sábado al plató de La Sexta Xplica para hablar de su autobiografía y dar sus perspectivas de la situación política que se está viviendo en España. En Soy Macarena, Olona retrata con todo lujo de detalles su experiencia en el seno de la ultraderecha y hace graves acusaciones contra diferentes miembros de la formación, de los que se ha hablado durante la entrevista. Uno de los puntos más candentes de la misma ha sido cuando ha afeado el comportamiento del vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo.

A comienzos de esta semana, García-Gallardo se convirtió en una de las caras más visibles de las protestas de Ferraz, cuando se mezcló con la multitud y pronunció cánticos racistas y xenófobos. "Esas lecheras, a la frontera", cantó el dirigente ultra junto a los manifestantes. Olona señaló en La Sexta Xplica que "este tipo de actitudes evidencian que la amnistía les interesa muy poco yque están ahí por otra cosa". 

"Entremezclan los discursos e intentan remover el estómago del pueblo para generar mayor caos y mayor indignación", analizó Olona. Lo cierto es que aunque la razón principal de la convocatoria es la amnistía, las protestas degeneran rápidamente a otros derroteros y comienzan a escucharse cánticos que poco o nada tienen que ver con los políticos del procés. Reinvindicaciones racistas, machistas y homófobas comienzan a copar las calles cuando la manifestación lleva un rato en marcha.

A su vez, Olona también quiso responder a las descalificaciones que el propio García-Gallardo le lanzó. "Estos días, ha dirigido un insulto muy grave hacia mí, llamándome loca", señaló. Asimismo, la política quiso puntualizar que nadie la ha denunciado todavía por el contenido de su libro.

"Nadie ha salido a desmentir un solo pasaje de mi libro", aseguró la exportavoz de Vox, refiriéndose a las numerosas líneas en las que se carga con dureza contra su anterior formación. "Quisiera responder a Juan García-Gallardo y no lo voy a hacer insultándole, porque yo sí que sé estar en mi lugar".

"Me llaman loca, me llaman puta, me llaman comunista y hoy roja, por estar presente en esta entrevista. Pero yo les llamo machistas, cobardes y, desde luego, corruptos, hasta que no den una cumplida justificación de a donde han ido esos 11 millones de euros de dinero público desde un partido político a un entramado de entidades mercantiles", sentenció.

Además, Olona quiso transmitir que estaría presente en la manifestación convocada en Madrid "porque ya estuvo en las calles en 2017", pero que no compartía "las derivas violentas de los neonazis y radicales que han parasitado las manifestaciones".

 

Los pasajes más duros del libro de Olona

En 'Soy Macarena', Olona cuenta algunos episodios verdaderamente duros para ella durante su estancia en Vox. Destaca especialmente la noche del recuento electoral en las elecciones autonómicas andaluzas, en las que concurrió como candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía. En el texto, Olona expresa que "se sintió una intrusa, una cumpleañera en mitad de un funeral".

Desde primera hora de la tarde nos encerraron en una habitación para seguir el recuento a Kiko (Méndez-Monasterio), Santi (Abascal), Jorge Buxadé, Javier Ortega Smith, Iván (Espinosa de los Montero), Manuel Mariscal y a mí. El núcleo duro entre cuatro paredes y los demás en la terraza del hotel de Sevilla donde el partido había organizado la celebración de la noche electoral.

Poco antes del cierre de los colegios electorales apareció Cristina, la maquilladora que me acompañó durante casi toda la campaña, una buena amiga. Me metí en el baño con ella para arreglarme mientras todos los demás estaban apiñados alrededor de una mesa viendo la tele, en silencio, esperando a que comenzase el recuento. El ambiente de esa habitación estaba viciado, las caras hablaban lo que las bocas callaban, yo estaba desconectada de la realidad, pero me sentía una intrusa, una cumpleañera en mitad de un funeral. 

Lo achaqué a la tensión, a los nervios naturales de las citas electorales, a la incertidumbre de no saber si nos iba a ir bien o muy bien, porque ya saben que mal se suponía que no era una opción. Tan enrarecido estaba el clima que, al salir del baño después de pasar por chapa y pintura, traté de romper el iceberg que había en la sala para destensar un poco: “Bueno, ¿por qué nadie está diciendo lo guapa que estoy?”. Ni una sola palabra, alguno ni siquiera levantó la mirada de la pantalla del teléfono para mirarme. Raro, pensé, muy raro”.

La noche, según el relato de Olona, no fue a mejor. “La incomodidad llegó a tal punto que quería salir de allí pero no sabía cómo”.